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«El coloquio», teatro de acción

Fuentes: Rebelión

El pasado sábado 21 de enero el Ateneo de Madrid, con aforo para 400 personas, se llenó a rebosar para presenciar la obra de teatro de Belén Gopequi «El coloquio», representada por la Unidad de Producción Alcores. Una obra convertida en un acto de solidaridad con Cuba pero que pretende ir más allá a través […]

El pasado sábado 21 de enero el Ateneo de Madrid, con aforo para 400 personas, se llenó a rebosar para presenciar la obra de teatro de Belén Gopequi «El coloquio», representada por la Unidad de Producción Alcores. Una obra convertida en un acto de solidaridad con Cuba pero que pretende ir más allá a través del enfrentamiento de ideas. Es una invitación a pensar la revolución (incluso, como comprobamos, desde una óptica anarquista).
«El Coloquio» es una obra que muestra cómo en un coloquio internacional sobre el final de los héroes y el pensamiento posmoderno un grupo de personas del público interroga -en el marco de la defensa de la revolución cubana- a los organizadores y ponentes acerca de sus palabras, sus ideas y sus compromisos. Durante el desarrollo del conflicto generado por estas inesperadas intervenciones se van descubriendo los mecanismos que configuran el actual horizonte ideológico y de pensamiento social construido por los medios de comunicación, los lazos de intereses que se generan en los espacios de cultura neoliberal, el soporte y la legitimación que se busca con la organización de determinados actos «culturales» y «científicos» para ocultar la explotación global que vivimos y para impulsar medidas de propaganda efectivas contra los focos de resistencia al capitalismo.
Efectivamente, el grupo del público pone sobre la mesa una discusión sobre la manipulación conceptual que desde el poder y los medios de comunicación se hace de la revolución cubana. ¿Por qué Cuba? Gopequi afirmó, al final del acto, que «si uno va a hablar de la manipulación de los medios, creo que hay que hacerlo desde un tema donde se manipula realmente hasta el punto de cambiar el sentido y la concepción que tenemos del mismo. No se puede hablar de la manipulación en abstracto, por eso elegí Cuba».
Un espectador criticó la excesiva homogeneidad en el mensaje transmitido por la obra, alegando que se dejaba «poco espacio para la duda y a mi la duda me parece necesaria». Gopegui respondió que «hace poco me preguntaron ‘qué harías tú si llegara la guerra’ y yo contesté ‘la guerra ya ha empezado’. Es decir, creo que estamos viviendo una situación económica y política general absolutamente conflictiva donde se están produciendo cosas que hace 5 años nos hubieran parecido asombrosas y ahora nos parecen normales. Así, creo que estamos en una situación de combate y en tal situación a mi la duda no me gusta. No me gusta nada que el que está combatiendo a tu lado tenga la duda de qué hacer. De todas formas, ‘maniqueísta’ o ‘panfletario’ son algunas de las grandes palabras que siempre esboza la crítica dominante para tratar este tipo de arte, sabemos que nos van a atacar por ahí. En ese sentido la obra intenta mantener un equilibrio: hay una discusión entre dos bandos pero en la que todos sabemos claramente de qué bando es cada uno y quién mueve los hilos. Se oye a los dos bandos, por tanto es una obra conflictiva que plantea una lucha existente».
Gopegui definió esta forma de representación teatral como «teatro de acción». Afirmó que «si algo pudiera desear es que este teatro sirviera para que en cada acto público, se hicieran grupos de colectivos o personas solas que no aceptaran que las palabras queden flotando en el aire sino que trataran de discutirlas y decir que el monopolio de las palabras no es de nadie».
En el Ateneo de Madrid se habló de «teatro de acción», pero también de «teatro político», «teatro proletario»… es decir, se presentó una forma de teatro entendido como un instrumento de comunicación que escapa al control del poder, ataca el monopolio cultural capitalista y no se queda indiferente ante las injusticias de este mundo.
A las barricadas
En un momento de la obra sonó la emblemática canción «A las barricadas». A algunos podrían haberle rechinado los oídos: ¡una canción anarquista en una obra teatral donde se defiende la revolución cubana!
César, técnico y actor de la Unidad de Producción Alcores, grupo que ha hecho el montaje y la representación de la obra, nos sacó de dudas. Comentó que «se trata de retrotraernos a los orígenes de toda la explosión política que supuso la revolución soviética de 1917. Se trata de repensar qué ha sido la gran revolución roja de principios del siglo XX y la mejor forma era retrotrayéndose a una canción revolucionaria que ha sido adoptada por todos, comunistas y anarkistas. La obra no habla estrictamente sobre el sistema político en Cuba ni es un apoyo concreto a este sistema; es un apoyo a pensar la revolución y a pensar la lucha que se genera entre palabras, hechos, actos… Esa canción fue emblemática en España para los anarquistas, pero en la URSS lo fue para los comunistas. Que nosotros lo veamos en la perspectiva de España, precisamente en lo que ayuda es a que la obra funcione mejor, puesto que esa tradición anarquista de lucha y revolución también debe incorporarse, por supuesto.»
«El coloquio» supuso el pistoletazo de salida de los encuentros «¿Educar para la vida o… amaestrar para el mercado? 2006», organizados por el «Area de Educación, exclusión y menores de Madrid», una red de colectivos que -según nos comenta Gonzalo, uno de sus miembros- lleva 5 años trabajando desde la base y autogestionadamente, «para que los barrios sean más justos y para crear espacios de diálogo social. Trabajamos en Delicias, Legazpi y San Fermín, barrios con gran afluencia de inmigrantes en comparación con lo que había antes. Desde esa base nos juntamos para reflexionar, en clave educativa, sobre las causas y consecuecias de este sistema depredador en el que vivimos, la globalización capitalista».
 
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