En el mundo de hoy a la resistencia y al valor lo llaman resiliencia, a implantar, implementar y a concluir -en el sentido de extraer conclusiones-, inferir. Eso por no irnos a los extranjerismos que por lo visto quedan más finos, como pasa con los anteriores vocablos porque, por ejemplo, implantar suena a dictadura mientras […]
En el mundo de hoy a la resistencia y al valor lo llaman resiliencia, a implantar, implementar y a concluir -en el sentido de extraer conclusiones-, inferir. Eso por no irnos a los extranjerismos que por lo visto quedan más finos, como pasa con los anteriores vocablos porque, por ejemplo, implantar suena a dictadura mientras que implementar es pura democracia. Una cuestación es un crowdfunding, una carta comercial o promocional es un mailing, un juego de recreo es un escape room, un cartel es un banner, un grupo de empresas es un cluster, coach es un formador empresarial -sobre todo- y un gimnasio es un gym (manda huevos).
Desde un artículo en El País, Daniel Blasco Palacio, nos aportaba una burrada de anglicismos: Selfie, crack, celebrity, reality, prime time, trending topic, web, lobby, post, glamour, sport, stop, look, share, boutique, catering, sex appeal, byte, megabyte, shock, stress, black friday, low cost, bullying, mobbing, impeachment, cool, hashtag, hacker, email, online, light, vintage, marketing, influencer, tupper, teenager, standby, link, poster, outsider, comic, ranking, aftersun, aftershave, goal average, piercing, remake, merchandising, establishment, fair play, pendrive, minishort, followers, refugees baby sitter, container, underground, crowdfunding, affaire, pack, pin, casting, spoiler, startups, strip tease… Programas de televisión españoles: Family, MasterChef, First Dates, Late Motiv, All You Need is Love… o no, Got Talent, Little Big Show, Singles… Todos tienen traducción al castellano, sostenía Blasco Palacio.
¿Qué significado encierra lo anterior? Varios, como casi todo en la vida. Uno de ellos, que el posmodernismo es una cursilada además de una interpretación de la historia de zapatillas y batín. Otro, que en el futuro nos será más útil aprender directamente inglés e ir desprendiéndose cada cual de su idioma de siempre, ¿para qué perder tiempo? Los del Instituto Cervantes nos llenan de cifras de hispanohablantes actuales y futuros. Me gustaría que fuera cierto ese deseo de hispanidad pero, en Estados Unidos -sin que lo mande Trump-, ¿en qué idioma hablan los hijos y los nietos de hispanos? En inglés o en spanglish, por tanto, sus descendientes hablarán inglés como es lógico, sus países pueden ser muy latinos y muy de cuando en el imperio español no se ponía el sol pero lo cierto es que ahora son pura miseria y no les han dado un trabajo a sus ciudadanos mientras que los yanquis al menos algo les aportan para que no tengan que tirarse al narco o a la delincuencia y donde está el pan está la patria.
También tanta palabreja inglesa pone de manifiesto el ancestral complejo de inferioridad hispano. España necesita un baño de nacionalismo bien entendido, como la sentencia de Blas Infante: «Andalucía para sí, España y la Humanidad». Por tanto, nada de nacionalismo supremacista catalán, España para sí -en el contexto de su pluralidad- para el mundo y la humanidad.
El complejo de inferioridad es terrible, todo es mejor que lo nuestro y hasta en la universidad nos hemos entregado a la mentalidad funcionalista inglesa y estadounidense, eres un gran investigador cuando te han bendecido las bases de datos en las que se encuentran las revistas científicas supuestamente mejores del mundo y, claro, esas bases de datos y esas revistas suelen ser anglos y norteamericanas, muchas de ellas publicadas por grandes empresas de la edición, como son los casos de Sage y Taylor & Francis, repletas -en el campo de la comunicación y el periodismo, por ejemplo- de artículos cuantitativos, llenos de «tartas» y gráficos que bien pueden ser elaborados por cualquier empresa de servicios.
La investigación en el terreno citado la valoran publicaciones enmarcadas en bases de datos propiedad de multinacionales chinas, canadienses y estadounidenses que poseen todos los nombres y contactos de todos los científicos del mundo, cuyos trabajos están considerados como una simple tarea de business. Las dos firmas citadas antes poseen directores ejecutivos con un buen curriculum vinculado a multinacionales tecnológicas y, por tanto, en gran medida ajenas a las ciencias sociales y las humanidades. Hasta 2016, la investigación mundial era bendecida al más alto nivel por la multinacional Thompson Reuters pero en ese año Thompson Reuters vendió a Onex Corporation (Canadá) y Baring Private Equity Asia (China) su «negocio académico». De esa venta nació el nuevo dios y señor de la investigación mundial: Clarivate Analytics, filial de ambas.
Claro que hay que aprender de ellos, de su competitividad, de su emprendimiento, de su agresividad por sobrevivir en este mundo infernal, de ellos y de todo el planeta, pero debemos darnos a valer ante ellos -como suele hacer Francia- y ellos deberían aprender de nosotros, cada vez me convenzo más de que yo no doy clases a jóvenes europeos sino a jóvenes que me los han criado desde esos Estados Unidos tan brillantes para la física o la medicina pero tan encerrados en sí mismos que creen que la historia nació en 1776, cuando ellos se independizaron, y que aún no han asimilado que, en lo que se refiere a la comunicación, dos o tres de sus fondos de inversión están detrás de casi todos sus grandes emporios mediáticos, unidos a la banca: Black Rock, Vanguard, JP Morgan/Chase Bank…, o que utilizan a actrices de cine -por ejemplo, Angelina Jolie- como propaganda y ejemplo de solidaridad, colocándola y colocándose ella en el papel de bombera multimillonaria en zonas del planeta en las que, antes, el ejército USA ha ejercido como pirómano y ahora la Jolie las visita como embajadora de la paz y la ayuda humanitaria.
Mantengo una esperanza: que nos vayamos acordando de nuestras raíces grecolatinas, germanas, cristianas, de nuestra ética liberal y socialista, de todo eso que nos debe llevar a entendernos como europeos y españoles sobre el basamento cognitivo de los grandes pensadores y gobernantes que no tuvieron complejos al idear desde Europa y desde España todos los sistemas culturales que -con todos sus defectos y virtudes- han construido el mundo de hoy, empezando por el Renacimiento y la Ilustración que, aunque tenían sus aspectos exclusivistas y excluyentes, también contenían el deseo de hermandad entre todos los seres humanos. En cuanto a España, o miramos hacia delante unidos por nuestra pluralidad y riqueza histórica o nos seguirán teniendo como los camareros peleones entre nosotros y cainitas que les servimos sol y playa a los jerarcas de los que nos sentimos siervos porque los estimamos superiores.
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