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Racismo, riqueza y coeficiente intelectual

El corazón de la blanquitud

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Tres puntos, luego una respuesta:

1) Un amigo fotoreporter acaba de volver de viajes a Jordania, Israel y Cisjordania, y describe sus experiencias de ser gentilmente recibido en casas árabes, y su horror al ver el «muro de separación» – en realidad un corral de separación con torres con ametralladoras que separan a Belén y otras localidades – y puntos de control de cuello de botella sólo para palestinos (los «colonos» israelíes tienen carreteras de cuatro carriles) que impiden que miembros de familias palestinas que viven a sólo cuatro kilómetros de distancia, cerca de Jerusalén, de poder visitarse durante AÑOS.

2) Acabo de releer «El corazón de las tinieblas» de Joseph Conrad. Se trata de una historia de colonialismo europeo y de tráfico de marfil en África, publicada en 1903. Describe la corrupción personal de un europeo carrerista de la clase comerciante cuya ambición alcanza su apogeo en el Congo «belga» (presumiblemente), donde se eleva a dios local que puede imponer sacrificios humanos, aparte de recibir un tributo en marfil, todo por el arte de magia de la violencia pura. El horror Kurtz, nuestro efímero dios blanco, reconoce que para lograr su ambición ha destruido del todo su propia humanidad mediante el mismo proceso utilizado para su elevación: la degradación de los africanos que explota. El «corazón de las tinieblas» es la ilusión de que una vacuidad del alma pueda ser liberada en la selva sin representar un peligro para su propietario.

3) «Jewish Genius» [Genio judío], un artículo de Charles Murray, es publicado por la revista Commentary. En este ensayo, Murray, el autor del libro «The Bell Curve,» sobre la base racial de la inteligencia, «reflexiona sobre las raíces de la capacidad mental judía.» (1)

C.I. (coeficiente intelectual) es una medida de riqueza. Los hijos de gángsteres y criminales de guerra (es decir políticos nacionales, ejecutivos corporativos, estadounidenses favorecidos por la raza, europeos, y otros de las avanzadas de la pan-blanquitud, es decir Israel, Australia, Nueva Zelanda) tendrán C.I. más elevados porque han sido criados en el confort material, la seguridad física, y han experimentado los mejores sistemas educacionales en existencia. No existe una base genética para ello, pero ciertamente hay una base racista.

Desde los días de Colón, la pan-blanquitud ha utilizado la tecnología (primordialmente los explosivos) y la piratería (las actuales finanzas) para robar los recursos del mundo, y esclavizar y exterminar a la gente «de color.» Un C.I. «elevado» es sólo un indicador evolucionista para el saqueo físico basado en la raza por los predecesores y antepasados de los hijos de los Guerreros raciales de la cruzada de la supremacía blanca.

El núcleo religioso del capitalismo es la supremacía blanca, motivo por el cual las naciones mencionadas están tan firmemente ligadas, y por el que el gobierno de USA mantiene tan a menudo políticas frente a Israel que desde el punto de vista lógico parecen estar en conflicto con «intereses de USA» (por ejemplo la realización, con víctimas estadounidenses, de la guerra contra Iraq e Irán, no sólo por el petróleo sino en función del interés de Israel). Podrá ser objetivamente verdad que una política en particular (por ejemplo el financiamiento del robo por Israel de Palestina – «los asentamientos» – el respaldo del amurallado y de la agresión por Israel (por ejemplo en el Líbano) y del bloqueo de los esfuerzos de la ONU y del mundo por solucionar el problema palestino) parece beneficiar más a Israel que a «nosotros.» Pero, cuando es visto a través del prisma religioso-mítico de la supremacía blanca, la incongruencia aparente se disuelve.

«Nosotros» defendemos a nuestros hermanas y hermanos colonos «blancos» en el «territorio salvaje.» Israel, como nuestras bases militares e instalaciones corporativas en todo el mundo, es uno de nuestros numerosos Fuertes Apache en territorio bárbaro, repleto de nativos «de color» hostiles a nuestro destino manifiesto de librarnos de ellos y «desarrollar» el país. En el mejor de los casos, podrían trabajar como máquinas sub-humanas en nuestras plantaciones agrícolas y mecanizadas, mientras los hacemos polvo lentamente y luego los hacemos desaparecer tras «Muros de Separación» (que cercan realmente a poblaciones aisladas, y por lo tanto son corrales con torres de ametralladoras – Buchenwalds a cámara lenta), y Vallas Fronterizas y Acuerdos de Libre Comercio.

La base fundamental de la política del gobierno de USA y capitalista es la protección del Nacionalismo de la Supremacía Blanca y del Súper-Nacionalismo de la Supremacía Blanca, o sea del Imperio. Por eso combatimos. «Nosotros,» USA, somos la 7ª Brigada de Caballería, los cruzados que cabalgan a rescatar la pan-blanquitud en todo el mundo. La naturaleza de tu vida y el grado de tu prosperidad son determinados por el grado de tu complicidad en este culto. Gente como Bush y Rove y Cheney, Olmert, Sharon, los militaristas sionistas israelíes y, sí, Hitler fueron y no son simplemente motivados por la codicia elemental, porque el robo es un acto de conveniencia, un atajo, un modo de ahorrarse trabajo. Esos fanáticos son incansables, que trabajan furiosamente hasta la muerte, porque están motivados por una codicia de magnitud religiosamente motivada, y se trata de una visión apremiante – el culto – de la supremacía blanca.

Es racismo en el ámbito del sistema nervioso central, subconsciente e inconsciente, un vínculo que se expresa a un nivel tribal de identificación, similar pero de un poder más profundo que la identificación siciliana de la Mafia y el código de ‘omertà’. Es lo que imagino que C.G. Jung habría llamado el arquetipo del imperio, que «nosotros» – los niños de alto C.I. alimentados en el legado del saqueo racial – heredamos, y que nos capacita para «sentir» la causa y colocar nuestros esfuerzos adultos a su beneficio (una transición que puede ser de una pieza en su inconsciencia) o para «reconocer» (despertar, tomar conciencia, experimentar el ‘satori’) y elegir contra qué luchar. «La blanquitud» no es un color de piel, es una forma de pensar y una elección moral.

Con este entendimiento, es fácil ver la base de muchos comentarios negros desde Frederick Douglass, y con más mordacidad desde Malcolm X. El argumento presentado aquí no es nada nuevo para los lectores de Black Agenda Report y medios semejantes. Es fácil ver a Texas y al sur de California como Israel USA y Sudáfrica del Apartheid; y a una ciudad como San Diego como una crepitante Xanadú de placer colonial triunfalista, continuando la fantasía de la Blanquitud del Johannesburgo o del Tel Aviv del Apartheid.

Hay buen dinero que ganar por parte de los apólogos del Nacionalismo de la Supremacía Blanca, escribiendo libros «eruditos» sobre la supuesta superioridad genética, y por lo tanto de la naturaleza «divina» del status quo; y por comentaristas «de color» que cantan las alabanzas de sus amos «blancos,» la ideología de los amos y la bajeza por orden natural de sus propios fondos comunes genéticos. Yo conozco personalmente los costes en carreras y en «potencial de ingreso» que puede resultar de un rechazo de «asignaciones» («oportunidades») de trabajo por el adelantamiento de la causa fundamental (la «Directiva Primordial,» si así se quiere). Afortunadamente, en mi casa, la dignidad es sólo costosa desde el punto de vista financiero, en todo lo de más es extremadamente munificente.

Es posible que una creciente conciencia de la dignidad – incluso una solidaridad popular transnacional basada en la compasión (¿Fidel? ¿Chávez? ¿Mandela?) – pueda terminar por derribar a los poderosos poderes militares y financieros de la Tribu de la Supremacía Blanca. Hasta entonces, tendremos que considerar que la civilización es una idea que está lejos de haber sido realizada.

Nota

[1] http://www.forward.com/articles/bell-curve-scribe-mulls-roots-of-jews-br/

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Manuel Garcia, Jr. es físico, nativo de Nueva York, y posiblemente tralfamadoriano. Recibe correos en: [email protected].

http://www.counterpunch.org/garcia04212007.html