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Islam: el enemigo fabricado

El deber de la verdad

Fuentes: www.silviacattori.net

Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos


«Llegará un tiempo en que los responsables de los crímenes contra la humanidad que han acompañado el conflicto israelo-palestino y otros conflictos de nuestra época serán llamados a responder ante los tribunales de los hombres o de la historia junto con sus cómplices y todos aquellos que en Occidente han elegido el silencio, la cobardía y el oportunismo». (*)

Los partidarios de las guerras se han apoyado en atentados aislados, de origen poco claro, para acusar a la vez a Osama ben Laden, Sadam Husein, los palestinos, los «musulmanes» en general, e influir en nuestra percepción de las cosas [1].

Para justificar las guerras unilaterales y legalizar bajo la máscara de una «guerra mundial contra el terrorismo» sus violaciones de los pueblos y del derecho internacional han tenido que empezar por mentir y fabricar un enemigo.

¿Es necesario recordar que antes de invadir Iraq en 2003 la administración Bush había presentado documentos falsos para acreditar la posesión de «armas de destrucción masiva» por parte del presidente Sadam Husein y la responsabilidad iraquí en los atentados del 11 de septiembre de 2001? Esta monstruosa falsificación no era más que una de las incontables mentiras difundidas para arrastrar al mundo entero a unas guerras criminales de repetición.

Desde 2005, gracias a la investigación confiada por el Consejo Europeo al senador suizo Dick Marty [2], sabemos que en el marco de esta supuesta «guerra contra el terrorismo» los agentes de la CIA y del FBI hicieron que se transfirieran a prisiones secretas a muchos musulmanes secuestrado al azar para ser torturados salvajemente. Sabemos también que algunos países europeos participaron estrechamente en estas actividades, contrarias a los principios fundamentales que afirman defender [3].

Pero estamos muy lejos de imaginar hasta qué punto estos poderes se sirven de periodistas y de agencias de «relaciones públicas» [4] para difundir el miedo con el objetivo de imponer una falsa percepción de las cosas.

«Nos encontramos en un momento espantoso. El medio intelectual parisino se encuentra en una deriva pararreligiosa, en una islamofobia latente (…) No hay razón alguna para tener miedo del Islam», respondía el intelectual francés Emmanuel Todd al periodista que le preguntaba si no tenía «miedo de los musulmanes» [5].

Sin embargo, en Occidente este miedo a los musulmanes está ahí, palpable.

A los ideólogos adeptos al «choque de civilizaciones» les ha bastado con asociar islam con el «terrorismo» y el llevar velo con «fanatismo» para destilar insidiosamente un sentimiento de inseguridad y crear un profundo rechazo de esta religión. Desgraciadamente, hay que constatar que la mayoría de los grandes medios de comunicación se han eco ampliamente de sus argumentos racistas (deliberadamente o por ignorancia) con lo que han contribuido así a aumentar esta vasta intoxicación.

Somos testigos directos de ello. Periodistas, periódicos de gran tirada y presentadores de televisión han abusado de una manera increíble de su posición.

Cada uno de nosotros puede recordar a tal o cual comentarista o enviado especial a Iraq o a Palestina calificando de «terroristas» a quienes se alzaban contra el invasor cuando se trata de resistentes. O incluso a cualquier otro periodista que de manera sistemática transmitía ideas grotescas, sobre el velo y la «charia» (la ley musulmana) para alimentar la impresión de que los musulmanes «no son como nosotros», no aceptan «nuestros» valores. Aprovechaban cualquier oportunidad de asociarlo al «fanatismo», al «atraso», a la «opresión» de la mujer [6].

Sin estas feroces campañas de denigración de la cultura y las tradiciones de la sociedad árabes el desarrollo de los prejuicios islamófobos nunca habría podido adquirir semejantes proporciones. Ni la indiferencia del público habría podido seguir siendo tan total a pesar de las insoportables imágenes de los presos torturados o de civiles destrozados por los bombardeos, en Palestina, en Iraq, en Afganistán.

Hay que llamar a las cosas por su nombre. Lo que se nos presentó como una guerra para «restaurar la ley y la seguridad» era, ni más ni menos, una guerra islamófoba. Una guerra totalmente instrumentalizada por unas partes interesadas consagradas ante todo a la defensa de los intereses de Israel en Oriente Medio.

En países como, por ejemplo, Suiza e Italia, en los que nunca se habían conocido atentados que se pudieran atribuir a los árabes o musulmanes, personas que no tenían nada que reprocharse fueron su objetivo debido a su pertenencia religiosa. Y, sobre todo, desde principios de este siglo y en todos los medios sociopolíticos la gente empezó a mirar con una desconfianza cada vez mayor a las mujeres que llevaban velo y a los fieles que frecuentaban las mezquitas.

Esta criminalización, consciente o no, de una parte importante de la población (la Unión Europea cuenta con 15 millones de musulmanes) tenía una motivación eminentemente política. Tenía que preparar a la opinión pública para adherirse a la guerra o aceptarla.

La criminalización de los musulmanes ha servido para esto: condicionar a la opinión pública para que nadie se apiade de los sufrimientos que nuestros «defensores de las libertades» les hacían padecer y también para preservar a los criminales estatales de toda crítica.

Esta política cínica, a la que indudablemente han contribuido periodistas sometidos, tiene un nombre: «estrategia de la tensión». Una estrategia que consiste en tener como objetivo y denigrar a ciudadanos ordinarios (en este caso, musulmanes respetuosos de las leyes), en acusarlos de cosas absurdas y, llegado el momento, en atribuirles las provocaciones o los atentados que agentes clandestinos estatales han preparado a tal efecto o (y esto se produce con más frecuencia de lo que imaginamos) han perpetrado ellos mismos.

Esto no es una ficción. En una obra titulada «Les armées secrètes de l’OTAN» [Los ejércitos secretos de la OTAN [7], la historiadora suiza Daniele Ganser ha demostrado cómo durante la Guerra Fría Estados Unidos y sus aliados europeos se sirvieron de una red clandestina formada por la OTAN en asociación con la CIA llamada «Gladio» para fomentar atentados mortíferos y atribuirlos después a los comunistas. Vincenzo Vinciguerra, que participó en la preparación de estos atentados con bomba contra inocentes, confirmó después que el objetivo que se buscaba con estas masacres era provocar pánico y empujar a las autoridades a un régimen autoritario.

¿Acaso las mismas manipulaciones no funcionan hoy a nuestras espaldas?

Pero esta vez el objetivo de los manipuladores estatales ya no son los izquierdistas y los comunistas como en los años sesenta-ochenta, sino que son los árabes y los musulmanes. Estos «especialistas del terrorismo», a los que se llama para explicar y comentar estos atentados, sacan inmediatamente partido de ellos para relanzar el debate y aumentar la desconfianza en relación al islam.

En general no hay reacción alguna para contestar la arbitrariedad y las falsificaciones [8]. Por consiguiente, es tanto más fácil difundir noticias falsas cuanto que los medios de comunicación tradicionales no muestran propensión alguna a investigar, como deberían hacer, para verificar si las versiones oficiales son plausibles [9].

Atrapados en la desinformación, los ciudadanos están lejos de imaginar (lo cual es comprensible) que sus autoridades, ayudadas por el cuarto poder, podrían estar implicadas de cerca o de lejos en el establecimiento de estrategias contrarias a sus intereses.

Pero hoy algo está cambiando: las víctimas empiezan a sacar la cabeza del agua y a hablar [10]. Y, en el caso de algunas, a expresar su amargura respecto a estos periodistas y periódicos que han estado en el origen de su descenso a los infiernos. Es urgente escucharlos y levantar el velo sobre este periodo sombrío.

Los dos ejemplos que siguen conciernen a dos personalidades muy diferentes, pero que tienen un punto en común: han sido objeto de acusaciones, tan infundadas como devastadoras, por parte de medios de comunicación claramente orientados.

Las mentiras que matan: el caso de Youssef Nada.

Youssef Nada, ingeniero y banquero italiano de origen egipcio, es una de las víctimas de estas campañas mediáticas mentirosas. Tras las acusaciones de unos cuantos periodistas fue incluido en la lista negra de la ONU. Aunque los tribunales han confirmado su inocencia, sus bienes siguen estando congelados y desde el año 2001 permanece en arresto domiciliario en el minúsculo enclave de Campione de Italia [11].

Dirigía una floreciente sociedad bancaria en la ciudad suiza de Lugano cuando un artículo de Guido Olimpio publicado en el Corriere della Sera [12] le atacó brutalmente. El periodista le acusaba de financiar al grupo palestino Hamas, grupo al que el ejército israelí consideraba «terrorista» y trataba de que los países occidentales lo catalogaran como tal.

Eso ocurrió en 1997, lo que confirma que la estrategia de criminalización estaba ya en marcha mucho antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001. La acusación formulada contra él tuvo unas consecuencias terribles. Aunque fue convenientemente desmentida, varios periodistas la retomaron sin verificarla y así siguió siendo objeto de grandes titulares en la prensa internacional [13], para acabar transformándose en «verdad».

En un primer momento, la duda y el oprobio arrojados sobre Y. Nada permitió estigmatizar a este eminente opositor al régimen dictatorial del presidente [egipcio] Moubarak (aliado de Estados Unidos y de Israel) y desacreditar la asociación de Hermanos Musulmanes, de la que Y. Nada es también una de las personalidades más respetadas.

En un segundo momento las acusaciones del Corriere della Sera permitieron al FBI señalar a Y. Nada durante los atentados del 11 de septiembre y convertirlo en culpable.

Así, el 7 de noviembre de 2001 Y. Tuvo un sobresalto al escuchar al presidente de Estados Unidos en persona decir en una cadena de televisión que la sociedad Al Taqwa que él dirigía en Lugano era el principal suministrador de fondos de Osama ben Laden.

¿Sobre qué pruebas podía basar Bush una acusación de ese calibre? El único elemento presentado nunca por el FBI a las autoridades suizas sigue siendo el artículo del Corriere della Sera escrito por Guido Olimpio en 1997.

Lo que se podía haber quedado en una acusación sin fundamento se había convertido en una «verdad» oficial a escala planetaria que permitía legitimar unas acusaciones ilegales y unas guerras.

Esta vez a Y. Nada no se le unía sólo al movimiento palestino, sino que se le unía ¡al diablo en persona, a Oussama Ben Laden! Esta vez Y. Nada estaba completamente desacreditado.

Como dice él mismo en un documental que le ha dedicado Andrea Canetta, «calumniar a alguien de mi edad equivale a matarlo antes de que muera. Me han asesinado. El hecho de que me mantenga de pie ante usted no significa que esté vivo. Me ha matado, a mí y a mi familia, mi reputación. Han destruido todo lo que yo había construido a lo largo de mi vida» [14].

Se acababa de establecer un engranaje kafkiano basado en una mentira. Desde hace siete años Youssef Nada está reducido a luchar en los tribunales y ante la opinión pública para que se le haga al fin justicia.

El mal está hecho. Aunque mañana se le hiciera justicia, su vida ya ha quedado destrozada.

El caso de Kassim Britel.

Es otra historia horripilante. Concierne a este italiano de origen marroquí, víctima, como miles de otros musulmanes, de una de estas operaciones criminales de la CIA llamadas extraordinary renditions.

Kassim Britel viajaba a Pakistán cuando fue secuestrado por los servicios de inteligencia paquistaníes el 10 de marzo de 2002. Fue torturado y después «vendido», sí, vendido, a los agentes del FBI y de la CIA [15]. Estos, a su vez, lo torturaron y le prometieron dinero y libertad si aceptaba espiar a musulmanes. Como se negó lo entregaron a los servicios secretos marroquíes para que lo interrogaran y torturaran más. A día de hoy sigue en sus manos, aun cuando se haya demostrado su inocencia y a pesar de la apremiante invitación del gobierno italiano, contenida en la Resolución del Parlamento Europeo sobre los «vuelos secretos de la CIA», para que Italia «dé pasos concretos para su liberación».

También en este caso hay una familia traumatizada por la manera cómo se ha transformado a un marido, a un hijo, a un hermano, en «criminal». También aquí al parecer son las acusaciones no fundadas de un periodista las que han estado en el origen de la demonización de la víctima.

Su mujer cuenta con voz dulce su calvario. «Mi marido fue gravemente calumniado por unos periodistas que, al parecer, difunden lo que quieren los servicios secretos». Por ello la sra. Britel ha llevado a los tribunales a los periódicos italianos Corriere della Sera y Libero.

«Ya en 2001, cuatro meses antes de que mi marido fuera secuestrado ilegalmente y entregado a los agentes de la CIA en Pakistán, Guido Olimpio había escrito un artículo en el que le presentaba como un peligroso terrorista. Yo estaba furiosa. Guido Olimpio afirmaba que siempre estaba de viaje, que era miembro de una red terrorista islamista, que proporcionaba documentos de identidad, que se habían encontrado en Kabul nuestros nombres y direcciones, y que bajo la apariencia de una vida anónima y tranquila desaparecía periódicamente. Hablaba de pasaportes vírgenes robados en nuestra ciudad, de su supuesta pertenencia al «Grupo salafista para predicación y el combate, asociado a Osama ben Laden».

¡No eran más que invenciones! Mi marido llevaba una vida normal. ¿Cómo puede un periódico aceptar que se inventen semejantes cosas en un país civilizado? Yo ya no conseguía razonar. Me decía: ¡mira lo que nos han hecho! Todo esto ha destruido nuestra familia. Me quieren incriminar a mí también porque defiendo a mi marido, porque llevo velo.

El periodista nunca presentó prueba alguna que justificara sus denuncias. Leyéndolo me decía que no hablaba de mi marido, que todo eso era absurdo, que hablaba de otro, que se inventaba todo eso para hacer el retrato de alguien a quien quería hacer pasar por un «terrorista durmiente». Nada de lo que decía tenía que ver con la realidad. Se trataba de afirmaciones gratuitas que no se basaban en nada. A pesar de ello, volvió varias veces a la carga para decir mentiras que él presentaba como graves revelaciones que cuestionaban a mi marido.

Fue en este pernicioso contexto de la radicalización racista que siguió a los atentados del 11 de septiembre en el que el Corriere della Sera editó dos millones de ejemplares del panfleto islamófobo de Oriana Fallaci La rabbia e l’orgoglio [16] [La rabia y el orgullo] que calificaba al islam de «nazifascismo» y llamaba al odio contra los musulmanes.

Recuerdo que el 19 de noviembre de 2001 me encontré con un montón de periodistas que me esperaban en el trabajo. Y que los días 20 y 21 de noviembre hubo una decena de artículos. Los más acusadores eran los del Corriere della Sera [17]. Las personas con las que me encontraba me decían: «¿Has leído el titular del Corriere? «.

Cuando leía estas cosas me derrumbaba. Aunque quisiera reaccionar no podía. Estaba paralizada. Tuve que huir de mi casa.

Escribí al presidente, a los ministros. Hace años que pido justicia. El hecho de que sea inocente no ha servido para devolver a Kassim su libertad ni para devolverle su honor. Su vida corre peligro. Estoy cansada e indignada. Somos ciudadanos sin derechos.

Cuando Guido Olimpio fue convocado e interrogado por la policía judicial tras mi denuncia penal, declaró: «Las informaciones provienen de diversos órganos de los servicios de inteligencia italianos y extranjeros por vía confidencial». ¿Era una manera de confesar que había mentido de principio a fin?

Quiero subrayar que en este caso el papel de Berlusconi y de sus servicios secretos, dirigidos entonces por Franco Frattini [18], es fundamental. Estaban al corriente de la detención de mi marido y de lo que estaba sufriendo, y no me lo dijeron. Los policías colaboraban con los servicios de la CIA, de Pakistan y de Marruecos, fuera del marco legal, como lo demuestran las actas de la investigación italiana, cerrada y archivada en septiembre de 2006″.

¿Por qué actuaron así?

«Hay un episodio que lo explica. Estábamos en 2001, poco antes de la reunión del G8 en Génova. Los medios de comunicación estaban repletos de artículos que anunciaban que grupos «extremistas islamistas» se preparaban para ir al G 8 para verte «sangre infestada» en las fuerzas de del orden. Fue en este periodo cuando la policía hizo investigar a todos los musulmanes que frecuentaban las mezquitas y registrar sus casas. Cuando en julio registraron nuestra casa Kassim estaba de viaje en Pakistán. Era precisamente en esta época cuando los titulares de los periódicos sobresaltaban a Italia anunciando la probabilidad de inminentes ataques » islamistas». Hay que señalar que durante la reunión del G 8 no hubo ningún ataque organizado por musulmanes. En cambio sí hubo provocaciones y violencia por parte de la policía.

Dos meses después de que la justicia cerrara el expediente de Kassim el 29 de septiembre de 2006, el Corriere della Sera, que siempre había publicado grandes titulares para difamar a mi marido y asociarlo al terrorismo internacional, a los talibán y a ben Laden llamándole incorrectamente «El Kassim», publicó una pequeña nota en la página 13 titulada: «Terrorismo, acusaciones inconsistentes para Britel». Así, aquel a quien Guido Olimpio siempre había llamado «El Kassim» se convertía de pronto en «Britel» cuando se le eximía de culpa.

Los lectores no iban a relacionar necesariamente al «terrorista» al que habían estado fabricando pieza a pieza con el hombre honesto que había sufrido injustamente casi siete años de cárcel y de torturas. Tampoco se recordaba que «Britel» había sido víctima de abominables renditions y detenciones secretas de la CIA, condenadas por el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo. Todo esto para decir, como conclusión, que hasta el final se desinformó a los lectores».

Como se ve a través de estos dos casos muy indignantes, la prioridad de los medios de comunicación en general no es atraer la atención del mundo sobre los sufrimientos provocados por las violaciones del derecho internacional perpetradas por las grandes potencias en el marco de la «lucha contra el terrorismo». La prioridad es inundar a la gente y las librerías de artículos y de obras que evocan la relación entre «islam y terrorismo». La prioridad es mantener el miedo al «terrorismo religioso», esta «amenazadora hidra de cien cabezas» que «extiende sus progresos hasta el umbral de nuestras puertas» [19].

La deshumanización de los árabes es un arma de guerra. Un arma que el Estado colonial israelí siempre ha utilizado con éxito. Así es cómo los palestinos siempre han sido maltratados y presentados de forma abusiva por parte del ocupante como «terroristas».

Durante este tiempo, tras el pretexto de los supuestos «procesos de paz», Israel ha logrado arrastrar a «Occidente» a su enfrentamiento militar con el mundo árabe y a hacerle adoptar su sistema «orwelliano» de vigilancia de las poblaciones, con lo que ha transformado su conflicto regional en una guerra mundial contra el islam.

Ya ha durado demasiado tiempo este estado de guerra que humilla y tiñe de sangre a los pueblos de Oriente Medio desde hace sesenta años y que mantiene a la opinión pública bajo el régimen de la mentira.

«Hoy, cuando nuestro planeta está «minado» por incontables conflictos entre grupos, entre Estados e incluso entre esferas culturales, tenemos una necesidad enorme de un «periodismo de la paz» que nos ofrezca las claves para comprender estos conflictos, que nos dé los elementos para captar las contradicciones que reflejan y que nos proponga pistas de reflexión sobre la manera de transcenderlos y de transformarlos» [20].

Para contribuir a poner fin a estos crueles conflictos no hay que tener miedo a decir la verdad, aun cuando ésta no sea agradable. Porque es mucho más desagradable descubrir los sufrimientos que padecen personas inocentes injustamente condenadas.

Pero, como dice tan justamente el periodista Alan Hart:

«El infierno es cuando uno comprende que su vida llega al final y que no ha movilizado al máximo todos sus talentos y todos sus recursos para cambiar algo, es decir, que el infierno es el momento en que, tras una reflexión madura, uno toma conciencia de que ha malgastado su vida. El Paraíso, en cambio, es considerar la cercanía de la muerte sin temor porque uno sabe que, al contrario, ha hecho cuanto ha podido por cambiar, por poco que sea, el mundo» [21].

(*) ISM-Italia

[1] Sobre las «estrategias de la mentira en la política contemporánea» y el funcionamiento de la falsificación, léase: «La fabbrica del falso» de Vladimiro Giacchè, Derive-Approdi, 2008.

[2] Véase :

– » Allégations de détentions secrètes et de transferts illégaux de détenus concernant des Etats membres du Conseil de l’Europe «, informe de Dick Marty a la Comisión de cuestiones jurídicas y de derechos humanos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, 12 de junio de 2006.

– » Détentions secrètes et transferts illégaux de détenus impliquant des Etats membres du Conseil de l’Europe : 2e rapport «, informe de Dick Marty a la Comisión de cuestiones jurídicas y de derechos humanos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, 7 de junio de 2007.

– El Parlamento Europeo, por su parte, hizo una investigación profunda e instituyó el TDIP (Temporary Committee on the alleged use of European countries by the CIA for the transportation and illegal detention of prisoners).

[3] Véase: «Jean-Claude Paye : Les lois antiterroristes. Un acte constitutif de l’Empire», por Silvia Cattori, Réseau Voltaire, 12 de septiembre de 2007 [Traducido del castellano http://www.rebelion.org/noticia.php?id=56573 o bien http://www.silviacattori.net/article322.html

[4] Véase al respecto:

– «Opération Balkans: publicité pour la guerre et la mort», por Jörg Becker y Mira Beham, Horizons et débats, 11 de noviembre de 2008.

– «Comment la machinerie croate des relations publiques s’est mise à polariser l’opinion avec l’aide de » Ruder Finn «», extractos del libro «Kriegstrommeln – Medien, Krieg und Politik» de Mira Beham, Horizons et débats, 12 de noviembre de 2008.

[5] Véase: «Le milieu intellectuel parisien est dans une islamophobie latente», entrevista de Emmanuel Todd, El Watan, 3 de noviembre de 2008.

[6] Los más destacados partidarios de la línea dura con los árabes y musulmanes son: Daniel Pipes en Estados Unidos; el «filósofo» Alain Finkielkraut, un poco el equivalente francés de Oriana Fallaci; el periodista Alexandre Adler.

La víspera de la guerra contra Afganistán este último pretendía que tendría el mérito de liberar a las mujeres del burka. En Le Figaro del 8 de noviembre de 2008 elogia a Bush, este aliado dócil de Israel, para que no se olvide «actuar en su descargo y reconocer el gran valor del presidente a la hora de la verdad, su determinación de llevar el hierro al corazón del dispositivo del enemigo, en Iraq»; véase este artículo: http://www.lefigaro.fr/debats/2008/11/08/01005-20081108ARTFIG00197-obama-dans-le-sillage-de-bush-.php.

[7] Véase: http://www.voltairenet.org/librairie/product_info.php ?products_id=65

Véase también: «Le terrorisme non revendiqué de l’OTAN», por Silvia Cattori, Réseau Voltaire, 29 de diciembre de 2006.

[8] En plena ofensiva israelí, Guido Olimpio lanzó acusaciones muy graves para criminalizar a nuestros ojos al adversario de Israel, es decir, a quien estaba en el lado de los agredidos. Véase: «Droga e viagra, così si finanzia Hezbollah», por Guido Olimpio, Corriere della Sera, 22 de julio de 2006.

[9] Los periodistas que cuestionan la historia oficial y demuestran los puntos débiles son condenados al ostracismo, obligados a exiliarse, como Christopher Bollyn, periodista de investigación para American Free Press, o perseguidos por la justicia, como el alemán Allemand Jürgen Cain Külbel.

[10] Véase: «Sami El Haj, journaliste d’Al-Jazira, témoigne», por Silvia Cattori, Réseau Voltaire, 18 de julio 2008. [Traducción al castellano http://www.silviacattori.net/article478.html o bien http://www.rebelion.org/noticia.php?id=70224]

Moazzam Begg, otra persona que ha salido de Guantánamo, cuenta su historia en el libro: «Enemy Combatant : The Terrifying True Story of a Briton in Guantanamo».

[11] Véase:

– » L’incroyable histoire de Youssef Nada «, por Silvia Cattori, mondialisation.ca, 13 junio de 2008.

– » Youssef Nada : Pour nous le mal est déjà fait «, por Silvia Cattori, mondialisation.ca, 30 de octubre de 2008.

[12] Jefe de internacional del Corriere della Sera desde 1987. Corresponsal en Israel desde 1999 hasta 2003.

– Véase el artículo: «Hamas perde metà del tesoro», por Guido Olimpio, Corriere della Sera, 20 de octubre de 1997.

– Véase también la nota concerniente a G. Olimpio en la página web oficial de Youssef Nada.

[13] Richard Labévière, periodista de radio de RFI, retomó las acusaciones de Olimpio. En el documental, difundido por la televisión suiza TSR, asociaba a Y. Nada con el atentado de Luxor en 1998 en el que murieron 60 turistas, la mayoría suizos, lo que llevó a la fiscal suiza de la época, Carla Del Ponte, a interrogar a Y. Nada. Ésta concluyó que las acusaciones según las cuales Al Taqwa (la sociedad de Y. Nada) financiaba el terrorismo emanaban de «de los servicios» y que «el Sr. Nada y su sociedad no tenían nada que ver con el terrorismo» (Corriere del Ticino, 2 de junio de 2006). Sin embrago, los periodista siguieron difamando durante años a Y. Nada.

[14] Véase en este enlace el documental de Andrea Canetta sobre Youssef Nada titulado «Nel nome dell’uomo» difundido el 2 de noviembre de 2008 por la televisión suiza italiana: http://www.rtsi.ch/trasm/storie/welcome.cfm ?idg=0&ids=0&idc=35702

[15] Para más información sobre K. Britel, véase:

http://www.giustiziaperkassim.net

Véase también:

– «Résolution du Parlement européen sur l’utilisation alléguée de pays européens par la CIA pour le transport et la détention illégale de prisonniers (2006/2002(INI))».

– Informe de 2008 de Amnistía Internacional Italia.

– «Italy: A briefing to the UN Committee against Torture», Amnistía Internacional, 2007.

– «Pakistan. Les droits humains bafoués au nom de la » guerre contre le terrorisme». Synthèse «, Amnistía Internacional, 29 de septiembre de 2006.

[16] Un artículo de Oriana Fallaci, publicado el 25 de septiembre de 2001 por el Corriere della Sera en el que reaccionaba a los atentados del 11 de septiembre y que se convertirá en un libro: «La Rage et l’Orgueil», Plon, 2002 ; » La Force de la Raison «, Rocher, 2004.

Las acusaciones islamófobas han sido desmontadas por varios autores:

– Stefano Allievi: «Niente di personale, signora Fallaci», Aliberti, 2006.

– Stefano Allievi: «Ragioni senza forza forze senza ragione: una risposta a Oriana Fallaci», EMI, 2004.

– Giancarlo Bosetti: «Cattiva maestra», Marsilio, 2005.

[17] El artículo que la sra. Britel considera más cruel: «Da Bergamo a Kabul: così il marocchino reclutava militanti», 20 de noviembre de 2001, Corriere della Sera. Autor: Olimpio Guido.

Otros artículos:

– «El Kassim, l’ insospettabile di Bergamo che arruolava volontari della Jihad Guido Olimpio», 20 de noviembre de 2001, Corriere della Sera.

– El 22 de mayo de 2003, cuando K. Britel estaba siendo sometido a tortura otra vez y mantenido en una prisión secreta, G. Olimpio afirmaba que estaba implicado en al masacre de Casablanca; véase: «Il mistero di El Kassim, da Bergamo a Casablanca (via Kabul)», por Guido Olimpio, Corriere della Sera, 22 de mayo de 2003.

La sra. Britel supone que G. Olimpio conocía una nota «reservada» de los servicios secretos que precisaba que las autoridades de Marruecos no lo consideraban implicado en este atentado.

[18] El actual ministro de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, era «ministro al cargo de la coordinación de los servicios de inteligencia y de seguridad» desde el 11.6.2001 al 13.11.2002.

[19] Retórica que se encuentra en el recopilatorio de artículos de Guido Olimpio: «La rete del terrore», Sperling & Kupfer, 2002.

[20] Véase: «Journalisme de guerre et guerre contre le journalisme», por Abbas Aroua, Fondation Cordoue de Genève, 27 de junio de 2008.

[21] Alan Hart, ex-corresponsal jefe en Oriente Medio de la cadena británica Independent Television News [ITN], presentador del célebre programa de la BBC, Panorama, autor de «Le sionisme: Le véritable ennemi des juifs» («El Sionismo: el verdadero enemigo de los judíos»).