Debido a la acelerada actividad productivista-consumista y a la obsesión por el crecimiento, estamos cayendo de forma acelerada en el Calentamiento Global, el cual ya se acerca mucho a un límite irreversible, a un colapso climático con consecuencias apocalípticas, aunque esta expresión suene muy fuerte. Por esta razón, el decrecimiento no es cuestión de una elección que podamos hacer voluntariamente, el decrecimiento es una consecuencia inevitable motivada por el consumismo, el despilfarro y la esquilmación de recursos. El decrecimiento económico vendrá, lo quieran o no lo quieran los crecentistas.
Ya no se puede negar, ni dudar, que “el decrecimiento” ya ha llegado.
Y es cada vez más evidente que se está decreciendo, al menos en algunos ámbitos:
–Se decrece en la energía disponible (sobre todo las fósiles).
-Se decrece en la economía, ya de forma generalizada en casi todos los países se está reduciendo drásticamente el crecimiento del PIB, o se empieza a entrar en recesión severa. Por ejemplo, los EE. UU. tienen una deuda externa es de 30 billones de dólares, por lo que necesita potenciar su principal fuente de ingresos económicos: las armas; necesitan expandir guerras duraderas que sirvan para la justificación de altos niveles de tráfico de armas que se nutren de carne de cañón de las guerras.
-Y está creciendo la inseguridad, es decir una rotura de la paz, muy relacionada con el crecimiento económico y los aportes que este recibe del complejo económico militar, que se nutre de la guerra.
-El empleo también está disminuyendo en gran parte de países el planeta, que esta globalizado.
-El trabajo se está degradando y precarizando y tendiendo rápidamente hacía la esclavitud.
-También el consumo decrece y esta es una consecuencia lógica del decrecimiento energético
-Además, decrece la salud de la biosfera y la de sus ecosistemas terrestre y marítimo, así como la biodiversidad.
También se está acelerando la esquilmación de recursos planetarios, por lo que están decreciendo tanto los recursos no renovables (la minería) como los renovables (los suelos vivos capaces de crear el ciclo cerrado de la materia orgánica). Este ciclo cerrado se desarrolla dentro de los ecosistemas forestales y de los cultivos ecológicos. Este paulatino aumento del agotamiento de recursos (sobre todo los energéticos y el de las tierras raras) traerá inevitablemente, queramos o no queramos, un decrecimiento económico cada vez más acelerado o incluso producido en forma de colapso económico más o menos repentino. También comenzarán a ser negativos los valores del PIB.
Un catalizador del decrecimiento, y de la disminución del propio PIB., es el fenómeno descrito por el economista norteamericano Hyman Minsky, consistente en un aumento acelerado de las “empresas zombis”[1], sobre todo en los EE. UU., en donde estas empresas no cesan de aumentar desde el año 2009 hoy ya llegan a un aumento del 250% desde este año. Según Minsky, esto nos dice que el “apocalipsis zombi” está más cerca de lo que nos imaginamos.
Acabo de mencionar algunas nefastas situaciones que nos aporta el crecimiento, pero se podrían citar más. Se trata de un crecimiento que nos está conduciendo vertiginosamente a una distopía que ya empezamos a padecer la inmensa mayoría de los terrícolas y también nos conduce a un colapso y “crisis final” que cité hace 13 años en mi libro “El crecimiento mata y genera crisis terminal”. Entonces me decían que era un catastrofista, pero hoy está “crisis final” y esta distopía ya son mucho más patentes. Creo que es angustiosamente urgente tomar consciencia ecológica, económica y social, actuando con prisa y adoptando una indispensable actitud de resilencia permanente.
No obstante, se da el caso de que aún son pocos los habitantes del planeta que llegan a inquietarse “efectivamente”, con acciones, para solucionar los continuos desastres ecológicos que estamos causando únicamente los consumistas.
Tampoco se inquietan los gobiernos, puesto que estos y sus mandatarios, solo piensan en el presente, en el crecimiento cortoplacista y en mantenerse en el poder si es posibles incluso unas elecciones más, todo lo demás parece que no es de su incumbencia y ni les preocupa, tienen una meta completamente equivocada: EL CRECIMIENTO.
Pues bien, debido a lo evidente y lo profuso de la problemática realidad ecológico-económica-social (“ecol-econ-soc”) que acabo de describir (aunque sea una descripción somera), creo que es absolutamente angustioso y urgente tomar una conciencia “ecol-econ-soc” y una urgente actitud de resilencia ecológico consciente.
¡Pues no!, son muy pocas las personas en el planeta que se inquietan “efectivamente” por el desastre ecológico, que ya tenemos encima. Los gobiernos europeos sólo justifican esta necesidad de resilencia y contención del gasto energético porque nos lo pide la U.E. Pero no es porque los mandatarios de Bruselas hayan realizado una reflexión ecológica, sino es porque EE. UU. quiere que reduzcamos el gasto energético porque dice “que Putin es muy malo”, y los europeos debemos odiarle ciegamente. Por encima de nuestros más vitales intereses.
Pero la verdad es que, aunque Putin no sea un santo, desde luego no es más terrorífico que el imperio hegemónico de EE. UU., quién fue el que inició la guerra de Ucrania hace ya 9 años, y nos dicen que empezó el 24 de febrero de 2022. El imperio ha potenciado esta obsesiva de rusofobia a través del casi infalible Poder Mediático. Hay que tener en cuenta de los monopolios de la información mundial son propiedad de las macroempresas norteamericanas transnacionales de la información. En esta tesitura, se nos obliga principalmente a los habitantes de la U.E., a hacernos el haraquiri energético, dejando de comprar energía fósil barata de Rusia para que Europa comience a comprar el gas licuado de EE. UU. carísimo (como 4 veces más caro que el ruso) y en cantidad insuficiente; sin embargo, todos lo tienen bien claro que los malos son los rusos. Aunque ello suponga que los ciudadanos europeos padezcan sin calefacción y que las empresas se vean obligadas a cerrar sus factorías por falta de la barata energía del gas ruso. Lo que quiere EE. UU., además de un negocio latrocinio (y completamente cínico), es destruir la economía y la industria europea, para convertir a Europa en un lacayo aún mucho más sumiso y para poder esquilmar mejor sus riquezas.
En consecuencia EE. UU. está potenciando una resilencia curiosa, que está enfocada exclusivamente para la gente de a pie y para lograr todavía un mayor engorde de la oligarquía europea vendida a Estados Unidos.
Y todo ello pese a que el calentamiento global debido al Cambio Climático, generado por el productivismo-consumismo, ya es más que evidente. Por ejemplo, la primera semana de agosto del 2022, la temperatura media de España estuvo 10º C por encima de lo normal. Sin embargo, lo que nos preocupa es odiar a Putin sobre todas las cosas y obedecer sumisamente todas las directrices que vienen de EE. UU., sin que veamos que estas directrices sólo benefician a las grandes hipercorporaciones norteamericanas y a cuatro europeos vendidos a los intereses del imperio hegemónico norteamericano.
En un estudio de “statista”[2], y concretamente en una tabla titulada: “Crecimiento anual del producto interior bruto (PIB) de los 20 países más ricos del mundo desde 2018 hasta 2026”[3], se describe que desde el año 2021 hasta el 2026, se producirá un decrecimiento paulatino del crecimiento en cada uno de estos países, y aunque según está previsión en el 2026 aún no se habrá llegado a un crecimiento negativo, todo apunta a que en pocos años más éste sí que empiece a producirse.
Notas:
[1]Una empresa zombi es aquella cuyos beneficios son menores a sus deudas, existen, pero en realidad están muertas.
[2]Statista GmbH es un portal de estadística en línea alemán que pone al alcance de los usuarios datos relevantes que proceden de estudios de mercado y de opinión, así como indicadores económicos y estadísticas oficiales en alemán, inglés, español y francés
Julio García Camarero es doctor en Geografía por la Universidad de Valencia, ingeniero técnico forestal por la Universidad Politécnica de Madrid, exfuncionario del Departamento de Ecología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias y miembro fundador de la primera asociación ecologista de Valencia, AVIAT
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