Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Ayman al-Zawahiri, el líder del grupo principal de al Qaida, podrá reírse en voz alta si leyera una traducción del último discurso de Tony Blair sobre Medio Oriente pronunciado la semana pasada. Si los pensamientos de Blair han de ser usados como guía para la acción, los principales beneficiarios serán movimientos yihadistas del tipo de al Qaida. En general, su discurso es tan extravagante en sus afirmaciones que debiera ser excluido permanentemente como comentarista serio sobre Medio Oriente. Al leerlo, recordé a un diplomático llamado Vladimir en el Agente Secreto de Joseph Conrad quien se considera experto en revolucionarios: «Confundía causas con efectos; los propagandistas más distinguidos con impulsivos lanzadores de bombas; asumía organización donde en la naturaleza de las cosas no podía existir».
El discurso, titulado «Por qué Medio Oriente importa», trata de la amenaza del Islam radical, de qué consiste y cómo debe ser contrarrestada. El señor Blair dice que «actualmente tiene lugar una lucha titánica dentro de la región entre los que quieren que adopte el mundo moderno y los que, en su lugar, quieren crear una política de diferencia religiosa y exclusividad». A un lado están los que quieren «sociedades pluralistas y economías abiertas», por el otro los que quieren imponer una ideología islámica exclusiva.
Aquí el lector podría suponer que Blair esté preparando una aguda crítica de Arabia Saudí y su credo fundamentalista wahabí. ¿Qué podría ser más opuesto al pluralismo en política y religión que una monarquía absoluta teocrática como Arabia Saudí que es tan notoriamente intolerante de otras versiones del Islam, como el chiismo, así como el cristianismo y el judaísmo, y es, además, el único sitio en el mundo en el que se prohíbe que las mujeres conduzcan? Es el país natal de 15 de 19 de los secuestradores del 11-S y del entonces líder de al Qaida, Osama bin Laden, cuyos puntos de vista religiosos están arraigados en el wahabismo de la línea dominante.
Blair denuncia a los que son partidarios de una ideología islamista en la cual el objetivo máximo «no es una sociedad que algún otro pueda cambiar después de ganar una elección». Seguramente debe haber estado pensando en el Rey Abdalá de Arabia Saudí, su tocayo en Jordania y los reales del Golfo que heredaron sus tronos. Pero Blair sigue y hace la sorprendente afirmación de que la parte culpable en la promoción del Islam yihadista no es otra que la Hermandad Musulmana que se presentó a, y ganó, una elección en Egipto antes de ser derrocada por los militares.
Vale la pena citar de nuevo a Blair para saborear sus pensamientos sobre lo que ocurrió en Egipto el año pasado. «La Hermandad Musulmana no era simplemente un mal gobierno», dice. «Estaba apoderándose sistemáticamente de las tradiciones e instituciones del país. La revuelta del 30 de junio no fue una protesta ordinaria. Fue el rescate absolutamente necesario de una nación.»
Es algo demencial. Si la Hermandad Musulmana se hubiera estado realmente apoderando de instituciones egipcias como ser el ejército, la policía y el aparato judicial, no hubiera sido tan fácilmente derrocada por el ejército el 3 de julio. ¿Y qué grandes tradiciones egipcias estaban siendo eliminadas por la Hermandad fuera de la del gobierno por regímenes militares no elegidos? Blair menciona la cantidad de soldados y policías que murieron pero no los 1.400 manifestantes muertos entre julio del año pasado y enero, según un informe de Amnistía Internacional. Human Rights Watch dice que ahora las autoridades egipcias no muestran «ninguna tolerancia para cualquier forma de disenso, arrestando y enjuiciando periodistas, manifestantes y académicos, por expresar pacíficamente sus puntos de vista». En realidad, los eventos en Egipto solo pueden alentar el reclutamiento por movimientos yihadistas del tipo de al Qaida que argumentará que la suerte de la Hermandad, que trató de tomar el poder por medios democráticos, muestra que las elecciones son una farsa y que el único camino adelante es la violencia.
Respecto a Siria, Blair es un poco más ambivalente sobre el futuro aunque no tiene duda alguna sobre lo que deberíamos haber hecho. Dice que «en Siria, llamamos a un cambio de régimen, alentamos que la oposición se rebele, pero cuando Irán activa Hizbulá a favor de Asad, nos abstenemos incluso de una intervención aérea para dar una oportunidad a la oposición». Presumiblemente, cuando dice «intervención aérea» quiere decir un cambio de régimen al estilo libio para instalar a la oposición en el poder. Pero en Siria la oposición armada es dominada por los mismos yihadistas -Jabhat al-Nusra, el afiliado oficial de al Qaida y el Estado Islámico de Iraq y el Levante, anteriormente al Qaida en Iraq – contra los cuales Blair advierte al mundo. Ahora controlan un área del tamaño de Gran Bretaña en el norte y el este de Siria y el norte y el oeste de Iraq y pueden operar en cualquier sitio entre Basora y la costa mediterránea de Siria.
Blair ha señalado que en este caso hay una dificultad debido a «tantas fisuras y problemas en relación con elementos dentro de la oposición» y que podría ser mejor si Asad se mantuviera en el poder por ahora. Pero si no se puede llegar a un acuerdo deberíamos imponer una zona de no vuelo para ayudar a la oposición, aunque grupos extremistas -dominantes dentro de las fuerzas rebeldes- «no deberían recibir ningún apoyo por parte de naciones adyacentes».
En general, Blair se ha tragado por completo y ahora está regurgitando la línea oficial de Arabia Saudí y sus aliados del Golfo, aunque nunca menciona por su nombre a ninguna de las monarquías del Golfo. Contrariamente a toda la evidencia, la Hermandad es mostrada como una organización terrorista. Movimientos chiíes como Hizbulá son supuestamente criaturas obedientes de Irán. Blair parece estar de acuerdo con la teoría conspirativa suní según la cual movimientos chiíes en Iraq, Siria, Bahréin, Líbano y Yemen son deslegitimados refiriéndose a ellos como «safávidas» que actúan como peones de Irán y no tienen ningún interés común propio que defender.
Al leer el discurso de Blair no pude creer enteramente que iba a concluir proponiendo las monarquías absolutas del Golfo, algunos de los países mas autoritarios y corruptos del mundo, como modelos adecuados para el resto del mundo islámico. Pero es exactamente lo que hace, aconsejando a Occidente que sea fiel a nuestros aliados y debería ayudarles «sea en Jordania o en el Golfo donde promueven los valores de tolerancia religiosa y economías abiertas basadas en normas, o enfrentan las fuerzas de reacción en la forma de Irán y la Hermandad Musulmana».
Es un destino curioso para el hombre que afirma que trató como primer ministro de modernizar Gran Bretaña y el Partido Laborista, el que termine elogiando a esos Estados ultra-reaccionarios. En los últimos meses Arabia Saudí ha criminalizado casi todas las formas de disenso, la monarquía de Bahréin está aplastando protestas democráticas de la mayoría chií y Catar sentenció el año pasado a un hombre a 15 años en la cárcel por escribir un poema crítico al emir.
En cuanto al combate contra el Islam yihadista: nada es más probable que aliente su propagación que la política apoyada por Blair de perseguir a los islamistas moderados que se presentaron a la elección, mientras otorga su apoyo total a reyes y generales autocráticos.
PATRICK COCKBURN es autor de Muqtada: Muqtada Al-Sadr, the Shia Revival, y de Struggle for Iraq.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/04/28/authoritarian-role-models/