El miércoles la bestialidad de la ertzaintza escaló un nuevo peldaño en el barrio de san Ignacio. No está muy claro, hay quienes sostienen que la causa fue que algunos clientes de un bar, celebrando con cohetes y bengalas el triunfo de España sobre Alemania, -según dicen- dañaron algún inmueble, otros hablan de cierta discusión […]
El miércoles la bestialidad de la ertzaintza escaló un nuevo peldaño en el barrio de san Ignacio. No está muy claro, hay quienes sostienen que la causa fue que algunos clientes de un bar, celebrando con cohetes y bengalas el triunfo de España sobre Alemania, -según dicen- dañaron algún inmueble, otros hablan de cierta discusión futbolera un tanto acalorada, lo cierto es que llegó la ertzaintza. Los posibles causantes se habrían quitado el muerto apuntando con el dedo hacia una sociedad cercana y la ertzaintza entró como caballo desbocado en la sociedad con sabor abertzale y la lió parda: heridos, contusionados, roturas de muebles y vasos. Varios ingresos en hospital, cortes profundos en la cabeza con porrada de grapas y puntos…, escenas de sonrojo, de venganza, de inhumanidad…, vaya, una escabechina sin comerlo ni beberlo. Por cierto, la ertzaintza sabía demasiado bien que los abertzales no celebran el triunfo de la roja, pero, ya que pasaban por ahí, por lo visto aprovecharon para hacer una de sus visitas con sabor a crimen y castigo. ¡Una razzia policial de las suyas en toda regla!
Preguntar a estas alturas por qué son tan bestias, tan animales en su actuación, tan ilógicos y chulescos, tan agresivos sin razón, tan antiabertzales, tan antifeministas, tan antiecologistas y tan antipopulares…, y en cambio tan sumisos al poder…es pedir peras al olmo. Un vistazo a la historia nos retrata su función: son los criminales legales del poder, los mamporreros del gobierno. «Lo único verdaderamente insoportable para la burguesía es no poder controlar la respuesta fáctica de los «vencidos»i. O, dicho de otro modo, no poseer el monopolio de la violencia. Tampoco la ertzaintza es un club cultural, ni humanista, ni de pensadores, ni abertzale. Son más bien técnicos de la porra, del aporreo y el pelotazo. Y también técnicos de la tortura y la mentira, como atestiguan los numerosos casos de torturados, que acumulan, y los abundantes expedientes falseados y tergiversados protocolizados. Eso sí, hay que reconocer que en poco tiempo han recorrido un gran trecho de degeneración y decadencia. También tras sus actuaciones se oye aquel rumor lorquiano:
«Un vuelo de gritos largos
se levantó en las veletas…
Por las calles empinadas
suben las capas siniestras,
dejando atrás fugaces
remolinos de tijeras».
Es verdad que a veces se diría que están drogados y que resulta difícil catalogar su actuación como humana, proporcionada, sensata…, pero el tema es más grave. No son pocos los que ya no creen sus versiones noveladas y manipuladas de los hechos. Su fuerza es la porra y el pelotazo desde el embozo. La ertzaintza: una policía con grave tendencia al descontrol, con ribetes de inhumanidad y síntomas espesos de venganza.
Su actuación en la tarde-noche del día 7 de julio en el barrio de San Ignacio de Bilbao, en la sociedad Kabia, fue sobre todo muestra de degeneración y descontrol. Hace tiempo que perdieron el respeto.
Y es que, como dice el jurista Javier Ramos Sánchez, no debemos perder de vista: «Cuando el actual lehendakari, ilegítimo ab origine pues es bien sabido que ocupa el cargo en base a una amputación previa del cuerpo electoral, nos declama sobre la «deslegitimación de la violencia», la náusea asoma al estómago y la sangre a la tez, de pura vergüenza ajena. Un hombre que pertenece al mismo partido que utilizó las cloacas del Estado para secuestrar y asesinar en nombre del GAL nos ilustra nada menos que sobre pacifismo y deslegitimación de la violencia. Ver para creer»ii.
Notas:
i Lorenzo Espinosa, Gara 1.7.2010
ii Javier Ramos Sánchez, «La legítima violencia», Kaosenlared