Lo empírico es lo que vale. Felipe González abandonó el marxismo y ahora el PSOE abandona del todo la izquierda pasando a cuchillo de carne y hueso en forma de voto a mano alzada al joven Pedro Sánchez. No me gustaba este político pero al menos ha sido sensible ante el hecho de que la […]
Lo empírico es lo que vale. Felipe González abandonó el marxismo y ahora el PSOE abandona del todo la izquierda pasando a cuchillo de carne y hueso en forma de voto a mano alzada al joven Pedro Sánchez. No me gustaba este político pero al menos ha sido sensible ante el hecho de que la revolución neoliberal que está matando al propio sistema de mercado se ha pasado de rosca y más que lo va a hacer.
Ahora, ya con claridad y con pruebas a mano alzada (manos como espadas) el PSOE se arrima delante de todo el mundo a quienes siempre ha estado arrimado, dentro de no mucho tiempo podremos ver coaliciones PP-PSOE como en Inglaterra, Francia, Italia o Alemania. Es, en efecto, el orden instituido, el Cánovas-Sagasta del siglo XXI. De ahí no se puede pasar y el que lo desee que se prepare a ser sacrificado.
A Tsipras se lo cargó La Troika, en España no hace falta ni que lleguen los señores porque sus mayordomos les hacen el trabajo sucio y se encargan de bajar de la nube a golpe de voto al herético. Ahora esos votantes del cuchillo y del plumero explícito esperan el pescado de la recompensa como los delfines en un zoo. El pescado del voto ya estaba vendido, ahora a pescar en otra parte aunque para eso van a pasar bastantes años porque el PP rozaría la mayoría absoluta si hubiera elecciones, que no hará falta porque los hijos del nuevo orden mundial han llegado para ayudar a sus padres.
Desde luego ya se sabe que el asunto no es nuevo. En el mismo PSOE de finales de los ochenta y principios de los noventa Felipe González se libró de su vicepresidente Alfonso Guerra (un pelín escorado a la izquierda) aprovechando el escándalo Juan Guerra que filtraron a la prensa elementos cercanos al propio González. Y Almunia, apoyado por El País, quitaron de en medio a Borrell cuando éste pretendía encabezar el partido en perjuicio de Almunia. Bastó un escandalillo protagonizado por colaboradores de Borrell para quitar de circulación al catalán que tan dignamente se ha portado ahora.
En el extranjero, Schroeder purgó a Lafontaine en Alemania en cuanto vio que su segundo de a bordo denunciaba lo que tenemos ahora encima: la dictadura del mercado más salvaje que ha contemplado nuestro tiempo desde al menos la primera guerra mundial.
Sí, ya lo sé, esto es lo que hay y la izquierda ni siquiera sabe qué hacer por mucha palabrería que surja de la boca del profesor Iglesias. Pero para quien ha creído de verdad que el mundo tenía arreglo, estos hechos empíricos, estos días de los cuchillos largos de democrático terciopelo, joden cantidad.
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