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Ciencia, Civilización y Barbarie

El divorcio entre ciencia y filosofía: ¿A quién beneficia?

Fuentes: Adital

«No hay infierno sino individualidad, no hay paraíso sino altruismo» (Abi I-Khayr, poeta sufí) El objetivo central de este artículo es analizar las motivaciones subyacentes que se hayan detrás del impulso a la separación entre la ciencia y la filosofía. Este texto es además, un intento muy sucinto de abarcar las lógicas de tales propósitos […]

«No hay infierno sino individualidad, no hay paraíso sino altruismo»

(Abi I-Khayr, poeta sufí)

El objetivo central de este artículo es analizar las motivaciones subyacentes que se hayan detrás del impulso a la separación entre la ciencia y la filosofía. Este texto es además, un intento muy sucinto de abarcar las lógicas de tales propósitos y los fines que persigue tal subversión del sentido civilizacional.

Introducción:

Toda ciencia desemboca en un lenguaje, pero no todo lenguaje es científico. Por ejemplo, la insólita afirmación de que la filosofía no sirve para nada, es en realidad una estupidez catedralicia, aún mayor cuando se sostiene lo mismo en relación a ella y a su hermana gemela, la ciencia.

Cuando están de por medio asuntos tan delicados como el uso y desarrollo de la energía nuclear o los asuntos de la bio-ética (para citar tan sólo un par de ejemplos), tales aseveraciones parecen en verdad una locura suicida.

Acá nos enfrentamos con la primera pregunta: ¿De dónde viene la filosofía que proclama el destierro de la filosofía?

La idea del destierro de la filosofía como parámetro central en la vida humana, proviene y responde a intereses muy concretos, principalmente, de parte de los destacamentos más avanzados y agresivos del gran capital transnacional (actor político que definimos en el presente escrito con el lacónico término de «élite global»).

El fenómeno no es nuevo y en realidad responde a la lógica de imponer un proyecto global, distinto y alternativo al que surgió del «consenso civilizatorio» emanado del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuyas manifestaciones más evidentes se expresaron a través de la llamada «Conferencia de Bretton Woods», al proceso de transformación de la Liga de las Naciones en lo que ahora conocemos como las Naciones Unidas, y en la implementación (al menos en el mundo anglosajón), de su vertiente social conocida como «Estado de Bienestar» («Wealfare State»).

Todo este marco normativo, regulatorio, institucional, social y filosófico, imprimió durante un breve período cierta orientación de sentido civilizacional en plena mitad del siglo XX, y fue el resultado concreto de la correlación de fuerzas emanada de la pugna inter-capitalista e inter-imperialista que se dilucidó en los dos grandes conflictos bélicos que asolaron al mundo en escala internacional.

En 1945 se derrotó finalmente el proyecto fascista del eje germano-italo-nipón, pero en los años sesenta, la agudización de la crisis general del capitalismo (con su abrupta caída en la tasa global de ganancia), hizo que pronto se pusiera de manifiesto la existencia de otro proyecto global de naturaleza oscura (que venía germinando en la sombra durante el período de entre guerras), y que empezó a cobrar manifestación concreta y pública mediante la incidencia de entes tales como la «Comisión Trilateral» en los años sesenta, y poco después, el manifiesto pro-imperialista de uniformización y hegemonía política, a través de los famosos postulados impulsados por Reagan y que fueron vertidos en el llamado «Documento de Santa Fe» (I y II), en los años ochenta.

A fines de los ochentas y durante todos los años noventa el «nuevo» proyecto fascistoide adquirió el ropaje de doctrina neoliberal, y desde comienzos del siglo XXI, ha adquirido la nueva máscara de «guerra global anti-terrorista».

Todas estas etapas forman en realidad parte de un mismo proceso macro-político, y ha sido minuciosamente estudiado y expuesto en una gran cantidad de textos por gente extraordinariamente lúcida y valiente, tales como Chomsky, Petras, Anderson, Chussodosky entre otros.

Este proceso de promoción ideológica que conlleva implícita la idea del destierro de la filosofía como parámetro central en la vida humana, se lleva a cabo mediante varias vías (conectadas de manera directa o indirecta con la ciencia y sus «saberes»), y con ello pasamos al segundo aspecto de la cuestión: los instrumentos de la fragmentación social o lo que yo denomino aquí «el desmontaje del sentido civilizatorio».

Principales instrumentos de fragmentación social.

La médula del proceso de destierro del pensamiento filosófico está constituida por la implementación de diversas medidas (ideológicas, políticas, sociales y culturales), tendientes a la profundización de la fragmentación de las sociedades, con el ánimo de debilitar las capacidades de resistencia articulada de las regiones de la periferia capitalista más afectadas y vulnerabilizadas.

Entre estas medidas sobresalen la «exacerbación del individualismo», «la instrumentalización negativa de los medios masivos de in-comunicación», la «privación socio-biológica» y la «manipulación viral». No son todas pero si las más evidentes.

Revisemos rápidamente cada una de estas por separado.

Respecto a la primera, la «exacerbación del individualismo», constituye para muchos analistas como una de las principales causas (y a la vez manifestaciones), de la profundización de la actual crisis civilizacional.

Al respecto, el biólogo y filósofo Javier del Arco, sostiene que uno de los aspectos centrales en la actual crisis en que vivimos, se debe en gran parte a la transformación del ego en «objeto de lujo» o «sobjeto», empleando el término de Verdú. Según el profesor del Arco (quien es también coordinador científico de la Fundación Vodafone de España), se trata en realidad de toda una filosofía personista, que exacerba el egocentrismo y el materialismo destructivo», lo cual habría de realizarse, según se desprende de su análisis, sobre la base de un relativismo absolutista («Neurofisiología y misticismo»: Javier del Arco Carabias: publicado en el blog de la doctora argentina Patricia Arca Mena: 2008/09).

El autor citado menciona que la base argumental de tal filosofía relativista, es que en estos tiempos modernos no hay más que una gran diversidad de lenguajes y culturas, y por lo tanto, «no existen verdades únicas, colectivas ni universales…» (Op. cit.).

Del Arco refuta tales pretensiones seudo-filosóficas y seudo-científicas, echando mano de ciertas argumentaciones muy difíciles de descartar.
Cito textualmente;

«Además de las diferencias culturales evidentes, como son el tipo de alimentación, las estructuras lingüísticas o las costumbres de apareamiento, por ejemplo, existen también muchos otros fenómenos en la existencia humana que son, en gran medida, universales o colectivos. El cuerpo humano, tiene por ejemplo doscientos ocho huesos, un corazón y dos riñones, tanto si se trata de un habitante de París, Pekín o Ciudad del Cabo, y tanto hoy día como hace miles de años. Estas características universales constituyen lo que se denomina «estructuras profundas» porque son esencialmente las mismas en todas partes» (Op. cit.).

Y para dar más contundencia a su argumento añade:

«Sin embargo, para que las diversas culturas utilicen esas estructuras profundas de maneras muy diversas, como los chinos que vendaban los pies de sus mujeres o los de Ubanqi que estiraban sus labios, o bien el uso de tatuajes y de prendas de verter, los juegos, el sexo y el parto, todo lo cual varía considerablemente de una cultura a otra. Todas estas variables reciben el nombre de «estructuras superficiales», porque son locales en vez de universales.

Y prosigue;

Esto mismo ocurre también en el ámbito de la mente humana. La mente humana posee estructuras superficiales que varían entre las distintas culturas, y estructuras profundas que permanecen esencialmente idénticas independientemente de la cultura considerada. Aparezca donde aparezca, la mente humana tiene la capacidad de formar imágenes, símbolos, conceptos y reglas. Las imágenes y símbolos particulares pueden variar de una cultura a otra, pero lo cierto es que la capacidad de formar esas estructuras mentales y lingüísticas y las propias estructuras en si – es esencialmente las mismas en todas partes-. Del mismo modo que el cuerpo humano produce pelo, la mente humana produce símbolos. Las estructuras mentales superficiales varían considerablemente entre sí, pero las estructuras mentales profundas son, por su parte, extraordinariamente similares» (Op. cit.).

Desde un ámbito y ángulo completamente diferente, esta seudo-filosofía que se nos presenta envuelta en papel celofán y es vendida como «posmodernidad» (término que se describiría mejor a sí mismo como «pos-ambigüedad»), recibe ataques igualmente fulminantes por parte de otros analistas.

Daniel Raventós, profesor de la Universidad de Barcelona, recientemente describe en un artículo suyo, la «jocosa jugada» que en su momento el científico Alan Sokal le proporcionara a la prestigiosa revista «Social Text».

El mismo Raventós lo relata de la siguiente manera:

«Como se recordará, Alan Sokal fue el responsable de un episodio muy divertido y muy ilustrativo. En el año 1996, la revista postmoderna que académicamente gozaba de mucha importancia, Social Text, publicó en el número 46/47 un artículo de título largo y voluntariamente incomprensible (la traducción del inglés sería algo así como «Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad quántica»), escrito por este físico de izquierdas estadounidense.

Poco después de publicarse, el mismo Alan Sokal envió un artículo a la misma revista en el que confesaba que todo lo que había escrito allá era un sinsentido de lo más estúpido. Social Text no quiso publicar este nuevo artículo de Sokal en donde se desmontaba el engaño, aunque sí lo hizo Dissent en el mismo año 1996.

Entre otras cosas, Sokal afirmaba en este nuevo artículo: «… mi artículo [el anterior publicado en Social Text] es una mezcla de verdades, medias verdades, cuartos de verdad, falsedades, saltos ilógicos y frases sintácticamente correctas que carecen por completo de sentido.» Y también: «Confieso que soy un viejo izquierdista impenitente que nunca ha entendido cómo se supone que la deconstrucción va a ayudar a la clase obrera. Y soy también un viejo científico pesado que cree, ingenuamente, que existe un mundo externo, que existen verdades objetivas sobre el mundo y que mi misión es descubrir algunas de ellas» («Posmodernismo, pseudo-ciencias, religión e izquierda política»: Revista Sin Permiso; 21/02/10).

De esa cuenta es que (igualmente citado por Raventós), el filósofo Mario Bunge, ha dicho que la jerga pseudo-científica de los llamados «posmodernistas» (caracterizada por el uso y abuso de todo tipo de términos científicos, servidos a través de un menjurje o amasijo de conceptos acerca de los cuales, quienes los emplean no tienen ni la menor idea de lo que están hablando o escribiendo), ha creado sin querer el poco recomendable género del «char-Lacanismo» (Op. cit.).

Pasemos ahora rápidamente al segundo instrumento de fragmentación social; «La instrumentalización negativa de los medios masivos de in-comunicación».

Sobre este asunto los especialistas y no-especialistas han escrito enormes montañas de sesudos escritos, y creo que en los estrechos límites de un artículo como el presente, no podría añadirse en esencia mayor cosa a tan discutido tema.

Sin embargo, quisiera hacer un par de acotaciones al respecto de los llamados medios masivos de (in) comunicación, cuyo primer problema parece ser que está planteado por el hecho mismo de que han pasado de ser «medios» hasta convertirse en «fines» en sí mismos.

El segundo hecho relevante a destacar es la naturaleza e impacto real de su uso. El desarrollo inusitado de las capacidades puramente tecnológicas de los cada vez más novedosos instrumentos de comunicación de masas, lejos de potenciar la capacidad intelectual de la gente, ha producido su virtual «estupidización», lo cual, a la luz del tema central de este artículo (la promoción de la filosofía del destierro de la filosofía), no tiene nada de extraño, pero si de alarmante.

Es cierto que ni el aparecimiento y auge de la radio, luego el cine, la televisión y posteriormente la Internet, han acabado con el viejo invento de Gutemberg (los libros), pero si es cierto, en efecto, tal y como se ha advertido hasta la saciedad, que ha venido a debilitar enormemente las escasas capacidades de análisis crítico en las masas.

Esta observación no resulta nada novedosa. Ya en los años treinta Stalin llegó a decir más de alguna vez: «Denme Hollywood y tomaré el mundo».

Pero en este caso, lo que a mi me interesa resaltar es el hecho de que la estupidización de las masas a través de los medios de (in) comunicación es apuntalada a su vez, con el debilitamiento adrede de la enseñanza de la filosofía en los sistemas educativos del nivel básico y universitario, algo que viene ocurriendo «casualmente» poco después de la publicación del «Documento de Santa Fe», en los años ochenta.

Eso no significa que debamos «tirar al niño junto con el agua sucia de la bañera». Por ejemplo, en relación al uso didáctico y al enorme potencial de las TICs, y en particular, de la Internet, los sistemas educativos del siglo XXI (como también la inmensa mayoría de los movimientos y partidos políticos de izquierda), en gran medida no tienen ni la menor idea de cómo usarlos y sacarles provecho.

Por supuesto que hay excepciones (tanto en el caso de ciertas universidades, ciertos movimientos sociales y políticos y ciertos modelos educativos alternos), pero son sólo eso, meras excepciones.

Lejos de ello, la norma es encontrar todo tipo de quejas respecto a lo que muchos ven como impactos negativos de la Internet, en especial, sobre los más jóvenes. El doctor Aleks Krotoski, psicólogo social, sostiene por ejemplo, que la red está modificando no sólo patrones culturales en los jóvenes, sino también hasta sus propios patrones de pensamiento y aprendizaje.

En el mismo sentido, algunos profesores de la Universidad de Cambridge y Oxford, se quejan de que muchos alumnos rechazan el tener que consultar en libros o textos impresos. Otros educadores dicen que el hecho de saltar de una página a otra (en la red), hace que a los niños y adolescentes se les dificulte concentrarse y les impide aprender a través de métodos tradicionales más lineales…, como si no pudiese ocurrir lo mismo con los libros.

Adicionalmente, un nuevo estudio del University College of London (UCL), llamado «The Virtual Revolution- Homo Interneticus» (La revolución virtual – Homo Interneticus»), transmitido recientemente en un documental de la televisión británica (BBC2), va más allá en sus afirmaciones, asegurando que si bien la red hace que los jóvenes sean mucho mejores a la hora de hacer varias tareas y de llevar varios procesos mentales a la vez, sin embargo, esta no sólo cambia los comportamientos de las personas, sino también sus pensamientos, debido a que modifica el cerebro, les impide concentrarse y les dificulta enormemente leer textos largos.

Pero, en términos generales, la queja casi unánime es que la Internet está «alejando a la gente de la realidad». Empero, se pasa por alto que casi cualquier cosa tiene el mismo potencial de convertirse en «medio de evasión», por lo que el primer problema real con la Internet (como con cualquier otra cosa que se les ocurra), es focalizarlo adecuadamente en su tratamiento.

Es bueno recordar que los libros (al igual que las drogas, los juegos de azar, el trabajo, la religión, el sexo, los deportes, el chismorreo, el alcohol etc. etc.), también pueden convertirse en medios para evadirse de la realidad.

El punto entonces, para no coger el rábano por las hojas, es la manera en la cual se puede (o debe) evitar que un medio deje de ser eso para convertirse en un fin en sí mismo. Los medios son sólo eso (medios), y como tal la médula del problema radica en lograr que estos mantengan su esencia instrumental. Por supuesto, los contenidos forman también parte del problema, pero ese es otro tema.

La siguiente herramienta de fragmentación es la «privación socio-biológica».

El impacto desastroso del desempleo y la extrema pobreza en gran escala (de magnitudes estructurales), contribuyen enormemente a materializar y profundizar el proceso de «estupidización» literal de muchísima gente, particularmente en aquellas regiones donde no existen medidas sociales compensatorias (transferencias condicionadas etc.).

Para que un cerebro humano funcione medianamente este debe de tener acceso a cantidades suficientes de tirosina, fenilalanina, triptófano entre otros aminoácidos de crucial importancia, especialmente como precursores de una serie de neurotransmisores vitales, como la melatonina, noradrenalina, dopamina, serotonina, y diverso tipo de endorfinas clave para llevar cabo procesos mentales y fisiológicos normales.

Y estos aminoácidos vitales no se obtienen por simple inhalación. Se adquieren a través del consumo de carnes blancas, frutas, pescado, verduras y algunos cereales, justo lo que no pueden llevarse a la boca (y al cerebro), más de 1,400 millones de seres humanos (incluyendo una gran cantidad de niños menores de 5 años que crecerán prácticamente «descerebrados»), y que el capitalismo mata lentamente cada 24 horas.

La cuarta y última de las herramientas de fragmentación social citadas (la «manipulación viral»), tiene igualmente un impacto negativo en cuanto mina la capacidad de la gente de responder de una manera racional y articulada a los desmanes propiciados por las élites globales.

Un ejemplo claro de ello se manifiesta a través del caso de la reciente «crisis global», provocada por la emergencia de la gripe AH1N1, que no es ni la primera ni la última «campaña mediática» que será utilizada para debilitar la capacidad de resistencia política y cultural de las masas.

Tan sólo un año después de que las calles, colegios, cines, metros y demás lugares públicos del Distrito Federal de México, fuesen vaciados a la fuerza (abril 2009), y que se pusieran en «cuarentena» a numerosos turistas mexicanos en China y en otras partes del mundo, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa acusó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a los laboratorios farmacéuticos, de haber organizado una alerta desmesurada (Agencia EFE, 30/03/2010).

En el mismo sentido, Michele Rivasi, eurodiputada ecologista francesa fue mucho más precisa. Acusó a las farmacéuticas de esconder intereses económicos con el escándalo de la citada gripe (Fuente citada).

Asustar a la gente mediante campañas globales de miedo es rentable, pero además, proporciona excelentes «cortinas de humo» para desviar la atención de la gente en momentos en los que se ejercen decisiones políticas oscuras. Además, poca gente advierte que muchas más personas mueren a diario y anualmente, producto del consumo de cigarrillos, alcohol, comida chatarra y en accidentes de tránsito.

«Desvertebración anómica», élites globales y comunidades locales.

La implementación de estas formas de fragmentación social tienen un impacto directo sobre lo que yo denomino «desvertebraciòn anòmica», que no seria otra cosa más que el debilitamiento acentuado de la capacidad de reacción política articulada y coherente de extensas poblaciones, frente a las ofensivas claramente anti-sociales emprendidas por las èlites globales y sus huestes institucionales y para-institucionales.

Por otra parte, conviene resaltar el hecho de que todas estas formas de profundización intencional de la fragmentación general de las sociedades (centrales y periféricas al capitalismo), no son fenómenos «esotéricos» o asuntos de abstracción metafísica. Lejos de ello, adquieren concreción palpable y cotidiana en los procesos dialécticos (cambiantes y antagónicos) de la economía mundial, que obliga a las èlites globales a enfrentarse cara a cara con las poblaciones más afectadas y empobrecidas por sus políticas institucionales, y en particular, con las comunidades indígenas y campesinas de regiones como la latinoamericana.

Esta relación entre las èlites globles y las comunidades locales (en particular, las comunidades locales que poseen -o están cerca de- importantes recursos naturales y energéticos, se irá haciendo inexorablemente cada vez más tirante y conflictiva, en particular, en el decenio comprendido entre el 2010 y el 2020.

Los argumentos que respaldan esta aseveración prospectiva o predictiva son muy sencillos pero contundentes. De la misma manera que el período comprendido entre los años 1967 y 1968 entró en la historia de la economía mundial como el punto de inflexión que marcó el inicio de la crisis más general del capitalismo moderno, así mismo, el 2008 quedará definido en la historia como el año en el cual el capitalismo entró a una nueva fase de transición, cualitativamente distinta a los anteriores ciclos de crisis.

Dicho en breve, esta nueva fase del capitalismo mundial está signada por el tránsito de un mundo unipolar a otro completamente multipolar, donde la pugna inter-capitalista e inter-imperialista tiende a agudizarse por un nuevo reparto y dominio de los mercados.

De una potencia globalmente dominante (EEUU), el mercado capitalista de inicios del siglo XXI tiene ahora que satisfacer las presiones y demandas de otros cuatro grandes potencias o sub-potencias: China, India, Brasil y Rusia (el llamado BRIC), lo cual convierte a EEUU en una más entre otras, obligándola a «exprimir» con mayor fuerza sus dominios y traspatios tradicionales.

La irreversible re-configuración del escenario económico mundial que hace surgir a cuatro nuevas potencias es la principal conclusión a la que llegó el «Post-crisis World Institution Foundation», quien realizó recientes investigaciones a través de las cuales se indagó entre un grupo de 247 consultores internacionales, lideres empresariales, ministros y altos oficiales de estado y periodistas de un total de 53 países («Global geo-political crisis hit within Next Decade»: globalresearch: California; 10/03/10).

Vladislav Inozenstsev, director de la citada fundación y cuyas oficinas centrales están en Moscú, sostiene que este proceso caracterizado por la emergencia de los países del BRIC, creará frenos y limitaciones a las fuerzas tradicionalmente dominantes de la globalización, lo cual en el próximo decenio será fuente de nuevos conflictos geopolíticos (Op. Cit.).

Desde la perspectiva particular de las poblaciones latinoamericanas, asiáticas y africanas, en especial, las que hoy en día están asentadas dentro (o próximas) a territorios ambicionados por las grandes corporaciones de las èlites globales, resulta de vital importancia tomar nota de estos cambios y transiciones, a manera de estar en condiciones de prepararse para enfrentar adecuadamente nuevas escaladas de tensionamiento en torno a su vida comunitaria.

Para ello, es imprescindible recordar que en un primer nivel o escalón de preparación, resistencia y de respuesta, el desafío es neutralizar hasta donde la realidad lo permite estos procesos de «desvertebramiento anòmico», lo cual incluye, necesariamente, desmontar sus basamentos filosóficos.

Conclusión general.

La principal conclusión general que se deriva de todo lo analizado anteriormente, es que el propósito central que se haya subyacente detrás de la actual subversión del sentido civilizatorio, no es otro más que desarticular y diluir al máximo cualquier capacidad de respuesta articulada y coherente por parte de la gente (en particular, de las poblaciones más afectadas por la agresividad capitalista), con el fin de despejar de obstáculos el proyecto hegemónico de las èlites globales y sus corporaciones transnacionales.

La presente crisis global del capitalismo, como todas sus grandes e históricas crisis, agudiza la competencia inter-capitalista por nuevos mercados y por la recuperación de las tasas globales de ganancia.

En tal sentido, si bien es cierto que el neoliberalismo está en crisis, lo que estamos apreciando es su mutación en algo todavía peor, lo cual al poner en tela de duda la misma justificación histórica de la civilización humana, tiene que enmascarar sus descarnados objetivos mediante artilugios seudo-científicos, y mediante todo tipo de estratagemas que minen las nociones mismas de civilidad y de humanismo, y de allí los ataques abiertos en contra de la filosofía en general, y del espíritu crítico en particular.

Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=47062