Traducido para Rebelión por Catherine Bryan
Roger and Me (1989), la primera película documental de largometraje del director Michael Moore, muestra al propio director Moore luchando para entrevistar a Roger Smith, el presidente de la General Motors: el hombre responsable por el cierre de once fábricas de carros en la ciudad de Flint, Michigan, acto que dejó a 30.000 personas sin trabajo y gran parte de la ciudad en ruinas.
Roger and Me exhibe una historia que se organiza en la forma de un viaje (o viajes) de «un caballero andante» (el director, Michael Moore) en la búsqueda de conquistar una meta o un objetivo: convencer a Roger Smith a visitar la ciudad de Flint para ver el resultado de su decisión de cerrar las fábricas de carros. Durante la trayectoria, el director Moore encuentra una serie de obstáculos que tratará de vencer para lograr su objetivo.
En los viajes de Moore a través de Roger and Me , el director no sólo denuncia las terribles consecuencias de la política destructora de las multinacionales automovilísticas para las ciudades como Flint, sino que también anticipa, con gran clarividencia y precisión, lo que hoy es la más completa realidad: el colapso, la falencia y la destrucción de un creciente número de ciudades de los EEUU, en particular la ciudad de Detroit, como Flint, en el estado de Michigan.
El actual y sorprendente pedido de falencia de la ciudad de Detroit (que había sido el símbolo y el centro mundial de la industria automovilística) es un ejemplo más de la terrible realidad que espera a los estadounidenses dentro del neoliberalismo. (1)
El documental de Moore me hace pensar en las antiguas películas de cowboy (Western) que asistía cuando era niño, en las cuales era frecuente presenciar una narrativa ficcional en que el héroe, montado a caballo, hacía un viaje para conquistar una meta: expulsar a los enemigos (los bandidos) de una ciudad sitiada. Y como podíamos anticipar en aquel tiempo, los pistoleros bandidos eran expulsados de la región o de la ciudad por el buen pistolero (el héroe, el artista, el mozo). La regla general era que en el final de la película (happy ending) el espectador se fuera radiante de la sala de cine convencido de que «el bien vence el mal», «lo cierto vence lo errado», «la legalidad vence la ilegalidad» y «la justicia vence la injusticia». En aquellas películas, los bandidos siempre eran derrotados por el pistolero solitario, el verdadero héroe de las películas de cowboy.
A pesar de las semejanzas, en las modernas películas del director Michael Moore que he visto, la existencia real de individuos reales enseñada en la pantalla, contradice nuestra antigua y acostumbrada ficción cinematográfica hecha de ideología, deseo y consuelo emocional. «El bien vence el mal» había/ha sido, por muchísimo tiempo, el ideologema fundamental de nuestra vieja ficción (tanto de las películas de cowboy y cuentos de hada como de las comedias románticas); pero en los actuales documentales de Michael Moore, la oposición «bondad/maldad» realiza un papel diferente y contrario: los bandidos reales están en el poder, controlan la ciudad (o la región) pero los buenos mozos (los buenos pistoleros de la antigüedad), los oprimidos y las víctimas de la injusticia permanecen impotentes para expulsarlos o para cambiar la precaria situación existencial de los habitantes del local.
Así, la primera película de Michael Moore establece una regla general que será observada en sus documentales posteriores: las entrevistas de Moore son realizadas predominantemente por los dos lados de la lucha de clases – entre los miembros de la clase dominante y entre las víctimas del sistema neoliberal. Así, Roger and Me muestra brillantemente como la poderosa clase dominante de los EEUU (propietaria de los medios de producción capitalista) es la principal responsable por el colapso, decadencia y destrucción de la ciudad de Flint (la ciudad natal de Moore) que fue arruinada por los patrones de la industria automovilística. En pocas palabras, al contrario de las películas de los cuentos de hada o de cowboy, en las películas de Moore, los bandidos (o villanos) continúan en el poder repitiendo las mismas barbaridades de siempre y nada cambia.
El documental Roger and Me recibió, entre 1989 y 1990, once premios de cine. Estos premios transformaron al joven director en un personaje famoso: Michael Moore pasó a ser reconocido como un notable director de cine y como un crítico feroz de la visión neoliberal de la globalización capitalista. Personalmente, yo creía que Michael Moore estaba recibiendo un reconocimiento merecido pues Roger and Me mostraba (de modo contundente e irrefutable) la miserable condición de vida de la población de la ciudad de Flint en el capitalismo neoliberal, después que General Motors cerró sus fábricas allí y abrió nuevas fábricas en México, donde la mano de obra era más barata.
A pesar de la conquista de los premios por el documental y un amplio reconocimento, sigo pensando que la película Roger and Me todavía no ha recibido todo el reconocimento que realmente se merece. Daré en seguida algunas informaciones y algunos datos que servirán como base y referencia a mis comentarios sobre la película Roger and Me y la actual falencia de la ciudad de Detroit.
El pedido de falencia de Detroit desencadenó lo que podría ser una prolongada batalla legal contra millares de empleados actuales y antiguos de la ciudad que tienen derecho a pensiones y beneficios médicos. El Gobernador de Michigan colocó el destino de la ciudad en las manos de un «Gerente de Emergencia»: un funcionario no elegido por el pueblo que dijo que el corte de las pensiones de los trabajadores sería de vital importancia para solucionar el problema financiero de la ciudad. Aunque la ciudad de Detroit presente el mayor caso de falencia municipal de la historia de los EEUU, no es un caso único ni aislado. Según el economista y profesor Richard Wolff: «La falencia de Detroit es un ejemplo del fracaso de un sistema económico» («Detroit’s bankruptcy is an example of a failed economic system»). (2)
El Prof. Wolff afirma que «Hay tantas otras ciudades en los EEUU en la condición de Detroit, que si los tribunales deciden que es legal retirar la pensión que fue prometida a los trabajadores, estaremos delante de la legalización del robo. Esta es una lucha de clases clara, de la redistribución de la renta a partir de la base para la cima.»
Dada la información arriba, regresaré a Roger and Me para destacar algunas de las notables calidades del documental pues el modo nuevo y dinámico que Michael Moore encontró para trabajar la relación forma/contenido es una de las características que despertó mi atención para la película. Aunque el documental trate de presentar la historia objetiva de la desgracia que se abatió sobre la ciudad de Flint, se muestra, en el inicio, en la forma de una autobiografía familiar que se amplifica hasta transformarse en una especie de historia de la ciudad. Aquí la relación objetividad/subjetividad se expresa a través de entrevistas que tienen la perspectiva y la narración del director. Así, en el inicio de la película, Moore presenta a si mismo y a su familia por medio de interesantes películas caseras de ocho milímetros que se encontraban archivadas. Durante la muestra de estas películas, Moore se define como «una especie de crianza extraña», descendente de irlandeses; un católico de clase media, hijo de un empleado de montaje de las AC velas de ignición de la General Motors (GM).
Moore destaca la importancia de la GM para la antigua alta tasa de empleo de la población de la ciudad, reconociendo que la multinacional era el centro económico y social fundamental de la ciudad de Flint. En esta etapa, la película también resalta que fue en la ciudad de Flint donde ocurrió la Huelga Sit-Down de Flint, resultando en el nacimiento de la United Auto Workers Union .
En seguida Moore revela que de joven sus héroes eran los hijos nativos de Flint que se habían escapado de la vida de empleado en las fábricas de GM, como los miembros de la banda de rock «Grand Funk Railroad» entre otros y que su sueño era evitar la triste tradición de la vida familiar y de la mayoría de las personas de Flint: el trabajo en las fábricas de automóvil. Después de vivir y trabajar en California, él vuelve a su ciudad natal. Cuando llega, la General Motors anuncia la despedida de millares de trabajadores de la industria automovilística, pues la planta de la multinacional está mudándose a México donde obtendrá mano de obra más barata. La GM hace este anuncio, aunque la empresa (de acuerdo a Moore) esté alcanzando los más grandes niveles de ganancia de su historia.
No continuaré describiendo la película pero aprovecharé la oportunidad para notar algunas de las «secuencias de escenas» de situaciones que, en mi opinión, hacen de Roger and Me , un trabajo original, didáctico y hasta divertido a veces.
Para tratar de entrevistar personalmente al presidente de GM, Roger B. Smith, y enfrentarse con él respecto al cierre de las fábricas de automóvil de Flint, Moore muestra:
– El impacto emocional del cierre de las fábricas en sus amigos y trabajadores de GM, en Flint, expresado con sus propias palabras.
– La exhibición de las entrevistas con artistas y celebridades como Pat Boone y Ronald Reagan, enseñando su demagogia y sus inútiles consejos para resolver el desempleo en la ciudad.
– El trabajo del alguacil de policía, Fred Ross (ex-trabajador de la GM) realizando los desalojos de las familias que no logran pagar la renta o las hipotecas de sus casas o apartamentos.
– La búsqueda de Roger Smith en la sede de la GM en Detroit, en Grosse Pointe Yacht Club y en Detroit Athletic Club, donde Moore es siempre bloqueado por funcionarios y guarda-espaldas del presidente.
– La ridícula presencia del pastor estadounidense, Robert Schuller, quien fue pagado por el prefecto para predicar esperanza y consuelo a los desempleados de la ciudad.
– Los disfraces que Moore tiene que adoptar: como un periodista de TV o como un accionista de la GM.
Vemos también en el documental, un inteligente montaje de los escombros urbanos de la decadencia de Flint, intercalados con los titulares del periódico sobre las crecientes despedidas y sobre los moradores que tienen que abandonar la ciudad, además de una notable reportaje que informa que la población de ratas de la ciudad ya había ultrapasado la población humana.
Moore también dirige su cámara para entrevistar a los habitantes (de los suburbios más afluentes) que exhiben actitudes clasistas y estúpidas sobre las dificultades económicas de los desempleados. En un campo de golf, una señora rica, responde que el desempleo en la ciudad es culpa de los trabajadores: «esa gente no quiere trabajar».
El presidente Ronald Reagan visita la ciudad y durante una reunión no formal en un restaurante aconseja que los ex trabajadores de la industria automovilística abandonen la ciudad y busquen nuevo empleo en otro lugar. Irónicamente, mientras Reagan estaba hablando con la gente, el dinero del restaurante fue robado de la caja registradora por un operario desempleado.
Moore, con su cámara, hace entrevistas con los habitantes de Flint que están sufriendo las peores consecuencias económicas de las despedidas y muestra, por ejemplo, a una joven mujer que, para sobrevivir, vende conejos como animales domésticos o carne para comer. En este momento, la joven mata un conejo golpeando la cabeza del animal con un tubo de plomo en frente de la cámara.
Mientras la película avanza, la tasa de criminalidad (con tiroteos y asesinatos) llega a ser un lugar común en la ciudad de Flint. El crimen se hace tan común que, cuando el programa del canal de TV, ABC News, «Nightline», intenta hacer un reportaje en vivo sobre el cierre de las fábricas, alguien roba la camioneta (el van) de la rede de TV (junto a los cables) y el canal está forzado a parar la transmisión. Vivir en Flint se hace tan desesperador, que la revista Money nombra la ciudad «el peor lugar para vivir en América». Los moradores reaccionan con indignación y en un palco realizan manifestaciones en que ediciones de la revista son quemadas.
En el clímax de la película, el director Michael Moore finalmente confronta, en una breve entrevista, al presidente de la GM, Roger Smith, luego después que él acabó de leer un mensaje anual de navidad de 1988. Acercándose sólo a una cierta distancia (pues dos guarda-espaldas impiden que se aproxime al Mister Smith), Moore solicita que el presidente Smith visite la ciudad de Flint para ver la situación de las familias de los trabajadores de GM que están siendo desalojados de sus casas un día antes de la navidad.
Como podíamos esperar, Roger B. Smith recusa la invitación y dice que siente mucho la situación de esas personas pero que él no tiene nada que ver con eso. Smith continúa mintiendo al decir que él tiene la certeza que General Motors no va a expulsar a los trabajadores de sus casas.
Abatido por la frustración y por el fracaso de no haber podido traer a Roger Smith para ver la favela dominada por el crimen, estado en que Flint se había transformado, Moore proclama: «a medida que el final del siglo XX se aproxima, los ricos quedaron más ricos y los pobres más pobres … y esto es realmente el inicio de una nueva era.» Una nueva era en la cual podemos incluir naturalmente el reciente pedido de falencia de la ciudad de Detroit.
Después de los créditos finales, la película Roger and Me muestra el mensaje: «Esta película no puede ser exhibida dentro de la ciudad de Flint porque todos los cines fueron cerrados.»
NOTAS
1) La media corporativa de EEUU ( The New York Times, Washington Post, The Wall Street Journal, USA Today, The Miami Herald, The Chicago Tribune y ABC, Fox, CNN, CBS, NBC, etc.) es extremamente tendenciosa y prefiere noticiar escandalosamente las catástrofes naturales pues las inundaciones, los huracanes y los ciclones permiten culpar la naturaleza por los daños causados.
La misma media corporativa evita (o se niega a) dar informaciones detalladas sobre las catástrofes humanas y sociales, pues ellas son directa (o indirectamente) producidas por el sistema capitalista y su clase dirigente, y, consecuentemente este tipo de noticias permite que el lector establezca la responsabilidad del gobierno neoliberal en las catástrofes sociales. Es por esa razón que la media corporativa de EEUU procura evitar u ocultar las noticias sobre la gigantesca falencia de la ciudad de Detroit. Y cuando publica las noticias, ella se posiciona desde el punto de vista de un periodista (o repórter) que pertenece a la clase media o media alta que está profundamente ligado a la clase dominante y a sus intereses.
Es difícil leer/escuchar las informaciones sobre la falencia de Detroit en los principales periódicos o en los canales de TV de EEUU.
Es sorprendente observar que cuando la media de este país menciona la falencia de la ciudad de Detroit es, como el Macartismo, para culpar a los trabajadores, al socialismo y al comunismo.
Y cuando la mayoría de los periodistas de esta media se refiere a Michael Moore y su documental Roger and Me es macartianamente para demonizar o difamar a su valiente director.
2 ) Vean datos más completos en mi texto «Da declaração da falência de Detroit à falência do modelo capitalista» en Novas Pensatas de quarta-feira, 7 de agosto de 2013 , link http://novaspensatas.blogspot.