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El Efecto Político de las Colas

Fuentes: Rebelión

Mucho se viene hablando de la situación económica crítica del país, de la escasez, del acaparamiento, el bachaqueo, etc. Sin embargo, poco nos hemos detenido a analizar el impacto que particularmente causan las colas. Lo primero que debemos señalar es que las colas desprecian a los seres humanos que se desgastan en ellas. Hablamos de […]

Mucho se viene hablando de la situación económica crítica del país, de la escasez, del acaparamiento, el bachaqueo, etc. Sin embargo, poco nos hemos detenido a analizar el impacto que particularmente causan las colas.

Lo primero que debemos señalar es que las colas desprecian a los seres humanos que se desgastan en ellas. Hablamos de horas de trabajo físico e intelectual, horas de descanso y recreo, horas de estudio y de desgaste para la salud que todos los días se pierden de a miles en todo el país. Si el Socialismo es el mundo del trabajo y los socialistas reivindicamos que todos los bienes se producen por medio de trabajo físico e intelectual (directo o indirecto), entonces podemos concluir que la nación está desperdiciando millones de horas-hombre-mujer que nadie reconoce como trabajo invertido. Es decir, el tiempo en una cola es tiempo desperdiciado de un albañil, de un juez, de un agricultor, de una maestra, de un obrero, de un ingeniero, del Pueblo. Y esto, cuando menos, nos desprecia.

Hay que recordar que este fenómeno de las colas no es nuevo. Las primeras instituciones que han despreciado el tiempo y la vida de sus usuarios son los bancos. Desde siempre, ir a un banco ha sido sinónimo de perder una mañana o un día completo. Y esto ha ocurrido sin que los gobiernos de turno hayan obligado a los prestadores de servicios financieros a planificar medidas y recursos para evitar las colas. Igual ha ocurrido con el acceso a los servicios del Estado que, históricamente, ha significado madrugar para ser atendidos. Y ¡qué casualidad! que la banca y la burocracia del Estado son algunos de los grandes poderes de la sociedad. El poder político y el financiero.

Pudiéramos decir pues, que los poderes fácticos desde siempre han considerado «normal» que se pierdan horas de la vida del Pueblo en colas.

Lo otro que debemos precisar es que las colas son señal de dos cosas: colapso del sistema (de distribución de alimentos, de atención financiera, de transporte, etc.) e incapacidad – con indolencia – para asignar recursos en la eliminación del fenómeno. Pongamos algunos ejemplos de esto.

Una agencia bancaria recibe una cantidad de usuarios por día, hay días pico y días con poca demanda. Este proceso es histórico por lo que cada agencia puede conocer con precisión cuáles es la demanda por cada tipo de día. Sin embargo, uno llega a las agencias bancarias y es común encontrar varias taquillas cerradas frente a las colas interminables. ¿Es que acaso la banca no gana suficiente dinero para garantizar personal en cada taquilla, al menos en horas pico?, ¿es que la banca no tiene conocimiento en herramientas de simulación y prospectiva para determinar cuántos recursos exactamente necesitan para que no haya colas?. Claro que ganan y claro que tienen el conocimiento. Entonces, ¿Por qué tratan tan mal a los usuarios? Sencillo: porque pueden hacerlo impunemente y así reducen costos operativos.

En el caso de las instituciones públicas es la misma situación, solo que no hay una motivación económica, sino indolencia pura más una cuota de incapacidad técnica para resolver el problema.

Hoy pasé por San Jacinto, en la ciudad de Maracay, donde los usuarios toman el transporte Transaragua, y había colas gigantes esperando los buses. Sin embargo, el estacionamiento estaba lleno de buses frente a las colas. Esto ocurre porque hay horarios de salida preestablecidos y los transportistas no se mueven hasta que les toque su horario. El asunto es ¿no puede la gerencia calcular los flujos y adaptar el horario de salida a estos picos? Es decir, si el transporte sale cada 10 minutos y es insuficiente a cierta hora, ¿no puede cambiar la frecuencia a 7 minutos durante esa hora?. Claro que puede, recursos materiales y humanos tiene, pero no los asigna, no se toma la decisión. Lo mismo pasa en un supermercado con los cajeros. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué genera que los responsables en la banca, las instituciones, el transporte, los supermercados, etc, no atiendan este problema tan fácil de resolver?

Notemos que las colas se generan por dos razones en todo sistema: por un exceso de demanda e incapacidad para satisfacerla (ejemplo actual: escasez alimentos) y por una deficiencia de recursos (cajeros, autobuses, etc) para atender la demanda (casos banco, transporte, instituciones, supermercados). Este último caso es INJUSTIFICABLE que esté ocurriendo y mucho menos incrementándose en estos momentos donde son inevitables las colas por escasez.

En esta situación, lo que el gobierno (que no es lo mismo que el Estado) no ha considerado es que las colas, ahora generalizadas, son espacios de juicio popular, de debate, de construcción de una sentencia colectiva que apunta cada vez más ampliamente al él mismo, tanto por inacción como por ineficiencia e indolencia en la defensa de los ciudadanos de a pie. Además, la ausencia de respuestas y la generalización de las colas se interpreta como una suerte de ingobernabilidad. La pregunta que dejan en el aire las colas es «¿Hasta dónde va a llegar esto?». Esta pregunta no ha sido respondida, pero enfrentar las colas que son generadas por la ineficiencia con decisión y ciencia permitiría reducir la incertidumbre y disminuir las molestias crecientes. No es difícil pero debe identificarse el problema y decidir resolverlo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.