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El engaño y la desidia del ciudadano

Fuentes: Rebelión

El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos, no sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de las decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que […]

El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos, no sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de las decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece… diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos, que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales. B. Brecht.

 

La crisis económica se ha convertido en una cortina de humo, en una forma de ocultar problemas más profundos de los que además emerge la crisis. En definitiva, hablamos del problema ecosocial, como le gusta llamarlo a Riechmann. Y una de sus manifestaciones es el cambio climático y sus consecuencias: humanas, sociales, geográficas y económicas. La crisis económica que padecemos es el síntoma de la quiebra del capitalismo global y éste está ligado al problema ecosocial que tiene varias patas interconectadas, entre ellas la economía capitalista, la imagen antropocéntrica que configura las relaciones hombre-naturaleza, el posmodernismo y su relativismo que proclama el fin de los grandes relatos y la confianza en la razón, la tecnociencia como nuevo dios que nos promete el paraíso, pero nos lleva a la tecnobarbarie…

Hasta ahora hemos olvidado todo esto con la cortina de humo de la crisis y lo que intentamos es parchear. Podremos conseguir, quizás un remedio, pero será transitorio. Por otro lado, no debemos olvidar que todos los derechos que hemos perdido, porque nos han sido robados, no se nos devolverán, será necesaria una revolución, como en el pasado, esto no implica violencia, sino manifestaciones, huelgas, concentraciones, ilustración, desobediencia civil, en fin, todas las armas que hemos utilizado en el pasado para conseguir lo que teníamos. Porque el poder, por sí mismo, no nos ha dado ni un sólo derecho, ni social ni civil, todos han sido conquistado por la presión de la ciudadanía. Es necesario tener muy en cuenta esto y no dejarse engañar por los cantos de sirena de los políticos. Si salimos de la crisis, si es que salimos, no se nos devolverá nada a menos que lo volvamos a conquistar. Tenemos una gran tarea por delante, para nosotros, para los jóvenes de ahora y para las futuras generaciones.

El poder nos engaña y utiliza los medios de comunicación de masas, o de manipulación de las conciencias para deformar nuestra visión del mundo. Utiliza la distracción. De lo que se trata es de mantenernos entretenidos, el antiguo pan y circo de los romanos. Futbol, mucho futbol, telenovelas y series que transmiten falsos valores y recrean una falsa realidad del pasado. Todo este entretenimiento evita el que pensemos y dediquemos el tiempo a los problemas importantes. El poder también inventa problemas para despistar al ciudadano. Amplifica la violencia terrorista, por ejemplo, o se regodea en la crisis, para conseguir que el pueblo acepte las medidas que el propio poder le ofrece, que es, en definitiva, lo que el poder quiere. También los poderosos, utilizan las medidas graduales. No realizan una reforma radical, en tal caso la ciudadanía se le echaría encima. Van haciendo pequeñas reformas que el ciudadano, aunque un poco a regañadientes, va aceptando.

Así hemos pasada de tener una serie de derechos sociales adquiridos a ir perdiéndolos progresivamente, de tal forma que nuestra situación laboral es ya, mayoritariamente, la del «precariado». El efecto de todo ello, es que no nos rebelamos, porque hemos sido, poco a poco, narcotizados. Hemos pasado de trabajadores a precarios, y ahora comenzamos a perder nuestros derechos civiles (libertad de expresión, de reunión,…) y ello nos está preparando para convertirnos en vasallos o esclavos. El poder también utiliza el instrumento de diferir los problemas. Lo que nos viene a decir es que las medidas que se toman son necesarias. Esto es una gran mentira, existen otras alternativas. Lo que nos exigen es un sacrificio; es decir, que aceptemos el robo de nuestros derechos (porque los hemos conquistado nosotros, nadie nos lo regaló) en pro del bien común y luego ya vendrán otros tiempos. Mentira, no sabemos si vendrán, pero lo que sí sabemos es que lo perdido, perdido está. En fin, en nuestra mano está el tomar conciencia, indignarse y reaccionar, a menos que prefiramos la servidumbre. Yo, particularmente, no.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.