En este artículo el autor hace un balance de las políticas sociales y económicas del gobierno de Lula y de los resultados electorales del 6 de octubre de 2024 para señalar que ‘es fundamental, para el futuro de la izquierda en Brasil, descifrar el enigma de por qué el prestigio de Lula y del propio partido no se traducen en un apoyo nacional mayoritario’.
La izquierda triunfó en Brasil al conseguir derrotar al bolsonarismo y elegir a Lula y el buen gobierno que está realizando: la economía vuelve a crecer, el nivel de empleo aumenta y se está desarrollando un proceso eficaz de distribución del ingreso y de reducción de las desigualdades y de la pobreza.
Sin embargo, el país continúa experimentando problemas de pobreza, se sigue viendo gente abandonada en las calles y continúan los problemas relacionados con la violencia y la seguridad pública. Con todo, logró superar el peor momento, cuando Dilma fue derrocada por un proceso de lawfare –la judicialización de la política– y Lula da Silva fue arrestado, lo que le permitió a Bolsonaro convertirse en presidente de Brasil.
Para afrontar estos problemas y otros desde una situación más favorable, Lula volvió a ser elegido presidente del país, derrotando a Bolsonaro, aunque no logró tener mayoría en el Congreso, por lo que tiene que formar alianzas con partidos centristas, además de haber heredado un presidente del Banco Central neoliberal.
Este mandato de Lula, que prioriza fuertemente la implementación de políticas sociales, se caracteriza claramente como un gobierno antineoliberal. El gobierno tiene estabilidad política, Lula se proyecta externamente como el diplomático más importante del siglo actual e internamente se reafirmó como el mayor líder político de la historia del país.
Brasil tiene muchos desafíos por delante, pero además de contar con la fuerza política y el prestigio de Lula, tal vez pueda contar con su reelección como presidente, lo que le permitirá gobernar lo que queda de este mandato y otro. Este hecho es fundamental, ya que el país todavía necesita un proyecto estratégico que permita sacar a Brasil del antineoliberalismo para conducirlo al posneoliberalismo; es decir, superar el período marcado por la hegemonía neoliberal para avanzar a otro período histórico, que aún no está claro cómo será.
Eso no significa que el gobierno tenga un programa que le permita enfrentar los grandes problemas que se le presentan al país. El gobierno ha implementado medidas antineoliberales, pero no tiene un proyecto a largo plazo y de mayor profundidad.
La economía de Brasil sigue teniendo como columna vertebral al capital especulativo, como lo demuestra el hecho de que la la tasa de interés siga siendo elevada cuando ya no es necesario, canalizando recursos hacia la especulación financiera y no hacia inversiones productivas.
Esta situación bloquea la posibilidad del país de retomar un ciclo de crecimiento y expansión económica, a pesar de superar el estancamiento. La recuperación del control del Banco Central por parte del gobierno podría ser un elemento importante para aumentar la tasa de crecimiento de la economía.
Sin embargo, el mayor enigma del país reside en que Lula tiene un buen gobierno, pero las encuestas no le dan un resultado favorable, proporcional al éxito de su gobierno en el plano económico. Bolsonaro es derrotado, pero el bolsonarismo sobrevive, sin que se comprendan suficientemente las razones de ello. Ni el gobierno de Bolsonaro dejó un legado positivo, ni el éxito del gobierno de Lula se refleja en un grado de aprobación mayoritario en la opinión pública.
Los resultados de las elecciones municipales reflejan esta situación. La derecha, entre el bolsonarismo, el centrão y otras expresiones de derecha y extrema derecha, salió victoriosa en todo el país. No obstante, aún sin los resultados de la segunda vuelta, el PT mantuvo resultados razonables, dado el previsible debilitamiento del partido a nivel nacional.
Esto significa que el prestigio del liderazgo de Lula en el país no se traduce en resultados favorables para el PT. En este sentido, se hace necesario que el partido inicie un proceso de renovación a nivel nacional, impulsando a las nuevas generaciones; no obstante, antes de eso, debe descifrar el enigma de por qué el prestigio de Lula y del propio partido no se traducen en un apoyo nacional mayoritario. Es fundamental descifrar este enigma, para que el futuro de la izquierda en Brasil esté garantizado.
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