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Trampas bancarias "autorreguladas"

El escándalo Barclays se extiende en la City

Fuentes: Viento Sur / Mediapart

Era una proposición que no se podía rechazar. Cuando las autoridades americanas y británicas, que investigaban sobre sospechas de manipulación en los mercados del tipo de interés interbancario (Libor y Euribor) desde hace más de un año, propusieron a Barclays transigir y pagar una multa a fin de parar las acciones judiciales que la amenazaban, […]

Desde hace veinte años, y aún más desde la crisis financiera, todos los grandes grupos han adoptado esta facilidad ofrecida por los poderes públicos que les permite enterrar prontamente, y en la más absoluta discreción, los expedientes molestos, mediando alguna indemnización financiera, bastante menos elevada a menudo de lo que podría ser el precio de una condena ante la justicia. También, cuando Barclays anunció, el 28 de junio, que aceptaba pagar una multa de 453 millones de dólares (361 millones de euros) a las autoridades de regulación, tenía el sentimiento de que estaba a punto de cerrar un asunto que le envenena desde hace tiempo.

¡Error! El anuncio marca de hecho el comienzo de un escándalo, que se incubaba desde hacía meses y que hoy nadie sabe donde va a detenerse. Desde hace ocho días, el banco está en plena tempestad.

La dirección había intentado en un primer momento calmar los espíritus renunciando a sus bonus. En vano. El lunes, el presidente del Barclays, Marcus Agius, ha presentado su dimisión. Bajo la presión del gobierno y del Banco de Inglaterra, que juzgaban el gesto insuficiente, el director general, Robert Diamond, ha sido empujado a su vez a la dimisión el lunes por la noche. En su carta de despedida, pone en cuestión a los responsables de los Ministerios bajo el gobierno laborista, acusándoles de haber incitado al banco a participar en la manipulación de los tipos, en el momento más fuerte de la crisis financiera. El miércoles por la tarde, reiteraba sus acusaciones, ampliándolas a otros bancos, ante una comisión parlamentaria formada con urgencia para investigar el escándalo.

A lo largo de los días, las revelaciones sobre las actuaciones y las costumbres de la City y del mundo bancario se hacen cada vez más devastadoras. Tras la «mano invisible del mercado» y los mitos de la autorregulación, emerge todo un universo de trampeo, de maquillaje, de avaricia. La colusión entre los bancos, las autoridades de regulación y el poder está apareciendo, dando una nueva luz al sistema puesto en pie desde Margaret Thatcher y reforzado por Tony Blair, que el escándalo Murdoch comenzó a poner al desnudo hace un año.

La reacción de la opinión pública es tanto más violenta en la medida en que Barclays se había convertido, desde la crisis, en el modelo de la arrogancia bancaria. Habiendo hecho todo lo posible para evitar la nacionalización en 2008, el banco no ha dejado luego de burlarse de los poderes públicos, de sus intenciones de reformar el mundo bancario o de encuadrar las remuneraciones bancarias. Bob Diamond, declaraba de una forma definitiva ante una comisión parlamentaria en enero de 2011 que «el tiempo de los remordimientos había acabado para los bancos».

Solo bajo el control de los bancos

Para comprender lo que está en juego, hay que remontarse al origen de este asunto. Hace más de un año, autoridades de regulación americanas y británicas, sospechando manipulaciones del Libor y el Euribor, dos tipos de referencia en el mercado interbancario, decidieron abrir una investigación (el informe de la Autoridad de Servicios Financieros, FSA, está publicado íntegramente en http://www.mediapart.fr/journal/eco…). Cada día, los bancos toman prestado o prestan a otros establecimientos dinero, en múltiples divisas, por duraciones de tiempo muy variables. Las condiciones de los préstamos varían en función de los montantes, de la duración y de la firma del prestatario.

A partir de los años 1980, se decidió por la Asociación de los Bancos Británicos (BBA) establecer un tipo de referencia, el Libor, que serviría de medida de referencia a numerosas operaciones entre bancos. Cada día, antes de las 11 h de la mañana, diez y seis bancos británicos indican a qué tipo cogen fondos. Las cuatro ofertas más bajas y las cuatro más elevadas son descartadas, y la media se hace a partir de las otras ocho. Esta media calculada por dos agencias privadas, Thomson Reuters y Bloomberg, es publicada y sirve de referencia a todas las transacciones de la jornada. El funcionamiento es poco más o menos igual para el Euribor, pero son cuarenta bancos europeos los que participan en su establecimiento. Todo está pues bajo el control únicamente del mundo bancario.

Pero este indicador no sirve solo al mercado interbancario. Sirve a todas las operaciones sobre los productos derivados de tipos. Lo que está en juego, entonces, se vuelve enorme. Según la autoridad británica de los servicios financieros (FSA), los contratos derivados, basados en los tipos de interés y tratados de común acuerdo, representaban un montante de 554 mil millardos de dólares a mediados de 2011. El total de los contratos a corto plazo de derivados tratados en el mercado londinense era de 477 mil millardos de euros, este año. Una simple variación de algunos puntos de base (un punto de base equivale a 0,01%) puede traducirse en millones de ganancias o de pérdidas cada día.

Y este índice no está solo reservado al mundo financiero. Es también utilizado como referente para millones de créditos bancarios concedidos a los particulares y a las empresas y también para los créditos hipotecarios, que, en numerosos países, son calculados sobre intereses variables. A pesar suyo, la economía real se ha encontrado pues embarcada en los arcanos financieros.

Como se le suponía ser el perfecto reflejo de las condiciones en el mercado interbancario, el Libor se ha visto a lo largo de los años como objeto muy codiciado. A medida que la cultura de los traders, que no piensan más que en las operaciones a corto plazo, en las ganancias inmediatas, en los bonus, ha ganado a todo el mundo financiero, la tentación de utilizarlo para operaciones especulativas se ha ido haciendo cada vez más fuerte.

En el Barclays, como ha revelado la investigación de las autoridades de regulación, los departamentos que organizaban las operaciones crediticias en los mercados interbancarios y los que especulaban en los mercados de derivados comenzaron, a partir de 2006, a hablarse todos los días, y luego a organizarse para orientar el mercado, en función de sus posiciones y de sus intereses inmediatos. La famosa muralla china era de cartón piedra. Peor, como confirma la investigación, traders de otros bancos comenzaron a indicar sus deseos, demandando una ayuda en un momento, para mejor devolver el favor más tarde. El sistema se ha mutualizado, para gran beneficio de los bonus de cada cual.

«5,37%, ¿te va bien?»

En su informe, el FSA publica una serie de correos electrónicos enviados por traders del Barclays, que demuestran la colusión perfecta entre los diferentes departamentos y la organización de la manipulación. Esos textos exponen el cinismo, la avaricia, el sentimiento total de impunidad que reinan entonces en el mundo bancario. Es imposible retranscribir todos. Pero mostramos algunos ejemplos de lo que ocurría entonces en las salas de mercado, ese reverso del decorado raramente mostrado.

Lunes 13 de marzo de 2006 -la fecha es importante pues por convenio, las referencias de los tipos a tres meses son establecidas todos los terceros miércoles del último mes del trimestre, refiriéndose al curso del lunes precedente. Trader C: «Ha llegado el gran día. Mis jefes de Nueva York no dejan de presionarme porque el Libor permanece sin cambiar. Como siempre, toda ayuda sería muy apreciada. ¿Qué piensas hacer para el tercer mes?«. Respuesta del trader encargado de la oferta (las operaciones crediticias en el mercado interbancario): «Voy a ir al 4,90% o 4,91% (a la baja). Es lo mejor que puedo hacer«. Respuesta del trader C: «Cuando me jubile, escribiré un libro sobre este negocio y tu nombre estará en letras de oro«. Respuesta del que presentará la oferta: «Preferiría que esto no figurara en ningún libro«.

El 26 de octubre de 2006, un trader exterior demanda ayuda a un trader de la Barclays para hacer bajar las licitaciones sobre el Libor. «Si nada cambia, soy un hombre muerto«, le envía por email. Ese día, la oferta de Barclays fue más baja que el día precedente. «Te debo un gran momento. Ven un día de estos tras el trabajo, abriré una botella de Bollinger«.

6 de agosto de 2007. Un trader demanda ayuda: «Por favor, poned hoy el Libor tan alto como sea posible«. Respuesta del ofertante: «De acuerdo, 5,37%, ¿te va bien?«. Respuesta: «5,36% es estupendo«.

A lo largo de los meses, la estrategia se afina. Los traders construyen cuidadosamente posiciones para los famosos días de fijación del precio trimestrales para el Libor, de acuerdo con los encargados de intervenir en el mercado interbancario. Esta vez, han apostado por tipos a la baja y estiman haber ganado en el momento del anuncio del tipo trimestral. Un trader de Barclays comenta este éxito el 19 de marzo de 2007 con un trader que trabaja en otro banco: «Es así como se despluma al pájaro. Pero no hables demasiado de esto. Dos meses de preparación. El asunto está en no hacer solo eso. Pero todo esto es entre tú y yo. Realmente, no se cuenta nada a nadie«.

Sistemáticamente, los investigadores han conseguido estos miles de correos con las ofertas del Barclays en el mercado interbancario al día. Los resultados confunden. En numerosas ocasiones, el banco británico no está en absoluto de acuerdo con la tendencia del día del mercado, bien es demasiado alta, bien demasiado baja.

La extraña ceguera de los reguladores

¿Ha parado este juego con la crisis? Los investigadores, en cualquier caso, no evocan en su informe lo que ocurre al comienzo del año 2008. A partir del otoño, en cambio, todo recomienza. Tras la caída de Lehman Brothers, el mercado interbancario está totalmente congelado. Los bancos se niegan a prestarse entre ellos.

Cuando la actividad se reactiva un poco, la tasa interbancaria es escrutada por todos, pues está considerada como un indicador de la confianza y por tanto de la solidez que los bancos se atribuyen entre ellos. Barclays, cada vez, publica tasas más elevadas que los demás bancos británicos. El gobierno se inquieta y se pregunta si no hay problemas ocultos en el banco, si no va a tener que nacionalizarlo, como ha nacionalizado el Royal Bank of Scotland.

En su dimisión, Robert Diamond ha evocado una conversación con los responsables del gobierno y de la FSA, que estaban inquietos por las posiciones del Barclays. Haciéndose repentinamente el virtuoso, éste habría asegurado entonces que las tasas proclamadas por su banco eran tasas reales, y que todos los demás hacían trampas, publicando tasas más bajas. Sin embargo, tras estas conversaciones con el gobierno -que el antiguo dirigente no califica de orden-, el Barclays decidió publicar tasas mucho más bajas y alinearse estrictamente con las de los demás bancos. A un responsable de la autoridad de regulación que pregunta a qué tasa Barclays pedía prestado en el mercado interbancario, un jefe intermedio responderá: «Libor más 20 puntos de base«, mientras que la dirección asegurará tomar prestado justo al nivel del Libor.

Interrogado el miércoles por una comisión parlamentaria, Robert Diamond defenderá esta actitud, explicando entonces que temía una nacionalización de Barclays. Entre costuras, no se ha privado de dar a entender que el gobierno laborista había contribuido también con el conjunto de los bancos a manipular el Libor, anunciando tasas más bajas de lo que eran realmente, a fin de tranquilizar a los mercados sobre la solidez del sistema bancario británico.

Las acusaciones se multiplican cada día y las preguntas también. Así, todo el mundo tiene en la cabeza los discursos del mundo bancario asegurando que la ética y la deontología estaban en el corazón de sus preocupaciones y de su oficio, que en cada etapa, los controles y las vigilancias existían. Solo a partir de 2009 el Barclays ha introducido un sistema de control sobre las ofertas en el mercado interbancario, y procurado cortar todo lazo con los departamentos que especulan con los productos derivados. ¡Extraño para el primer banco británico!

Igualmente, la ceguera de las autoridades de regulación deja estupefacto. El famoso 19 de marzo de 2007, un trader de un hedge fund escribe a un trader de Barclays: «Se esta haciendo peligroso posicionarse sobre el Libor a 3 meses, especialmente cuando Barclays se posiciona muy bajo. Esto va a atraer la atención sobre vosotros, chavales. Todo esto no es muy profesional«. ¿Cómo explicar que lo que todos los traders han localizado, no haya sido detectado por las autoridades de regulación? ¿Falta de personal o voluntad de, sobre todo, no ver?

Además, no solo Barclays está acusado de manipulación y de hacer trampas. HSBC, Royal Bank of Scotland, la Lloyd´s, en una palabra, todos los grandes nombres de la City, están también en cuestión, aunque las investigaciones sobre ellos no hayan aún dado un resultado definitivo. ¿Cómo, en fin, excluir que las manipulaciones hayan permanecido limitadas al Libor y no hayan tenido lugar también sobre el Euribor, una tasa que concierne directamente al euro y la zona euro? Las autoridades europeas no parecen estar apresuradas por ocuparse del expediente, o en cualquier caso, observan una discreción absoluta sobre el asunto.

«Es imperativo que la City cambie de cultura«, ha aseverado el presidente de la FSA, lord Adair Turner. Desde las revelaciones, el mundo bancario se calla, esperando que pase la tormenta. Espera que el escándalo se va a detener en el Barclays. Después de algunas dimisiones simbólicas, todo recomenzará como antes, pronostican los conocedores de la City y del mundo bancario. Como ha ocurrido siempre desde el comienzo de la crisis.

6/07/2012

http://www.mediapart.fr/journal/economie/050712/le-scandale-barclays-setend-dans-la-city

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR