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Parte 9 (última) de la entrevista a Clara Valverde Gefaell sobre su libro "Desenterrar las palabras"

«El escuchar a la gente con empatía nunca es una pérdida de tiempo»

Fuentes: Rebelión

Profesora de enfermería jubilada por la Encefalomielitis Miálgica (Síndrome de Fatiga Crónica), enferma rebelde, activista de y en el 15M, firme defensora de la sanidad pública, escritora sobre biopolítica y resistencia, luchadora de amplio y largo recorrido, Clara Valverde Gefaell es coordinadora del Equipo Aquo de Formación en la relación terapéutica, trauma generacional y activismo. […]

Profesora de enfermería jubilada por la Encefalomielitis Miálgica (Síndrome de Fatiga Crónica), enferma rebelde, activista de y en el 15M, firme defensora de la sanidad pública, escritora sobre biopolítica y resistencia, luchadora de amplio y largo recorrido, Clara Valverde Gefaell es coordinadora del Equipo Aquo de Formación en la relación terapéutica, trauma generacional y activismo. Entre sus numerosos artículos y libros, cabe destacar No nos lo creemos. Una lectura del lenguaje neoliberal (Icaria, 2011)

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Todo tiene su límite, incluso este abuso ininterrumpido durante semanas. Te pregunto, es la última entrevista, por el VII capítulo de tu libro: «Nuestra propia elaboración. Aquí y ahora.» Lo has escrito también al alimón con Elena Álvarez Girón. ¿Qué es eso de que la aventura de una vida humana es, ante todo, la aventura de la conciencia?

CV: ¡Qué dices! Voy a echar de menos estas conversaciones semanales que tanto me han hecho pensar, indagar e intentar explicar mejor lo que escribo en el libro.

«La aventura de la conciencia». Sí, la vida es, entre otras cosas, el viaje de ir haciendo consciente lo oculto, el inconsciente, el nuestro y el que hemos heredado. Esa aventura requiere curiosidad. Queremos saber y queremos entender.

Se dice, popularmente, que la esperanza es lo último que se pierde. Para mí, no. Puedo perder la esperanza pero siempre me queda la curiosidad. Y no es solo porque me fascina entender cómo somos los seres humanos. También y sobre todo (supongo que soy un poco egoísta), quiero entender para sentirme más libre y poder gozar más de la vida.

Hablas de elementos a explorar para poder curar el pasado traumático heredado inconscientemente. ¿Nos señalas los que consideres más importantes?

CV: Para poder comenzar a elaborar el inconsciente, es necesario un trabajo individual o grupal con algún profesional bien formado en esto.

Algunos de los elementos a explorar pueden ser: las dinámicas familiares: coaliciones, alianzas y conflictos en tres generaciones de la familia (o cuatro generaciones si se tiene hijos); acontecimientos y contextos vitales como la violencia política que han marcado a los miembros de la familia y a las generaciones precedentes; identificaciones y sustituciones que se hacen a partir de parecidos con personas, vivas, muertas o desaparecidas; y repetición de dinámicas familiares.

 

¿Cómo contactasteis con las personas que han compartido sus historias para ser citadas en el libro? ¿De qué hablabais en vuestros encuentros?

CV: Algunas personas participaron en talleres sobre el Trauma Transgeneracional de la Violencia del Siglo XX que hicimos en varias ciudades.

Otras habían sido estudiantes nuestras de Enfermería y Dinámica Familiar.

Y otras, sencillamente, amigos y conocidos que sabíamos que ya habían empezado a pensar e indagar en el tema de la violencia política del siglo XX.

Estamos muy agradecidas a todos los que participaron. Hemos aprendido mucho de sus historias y de alguna manera, todas se juntan en una gran historia que llevamos en el corazón.

¿Qué es eso del genograma? ¿Es útil?

CV: Un genograma es un dibujo del árbol de la familia de uno, pero con mucha más información y significado. Hay artículos y libros útiles para ayudar a las personas que quieran hacerlo.

En un genograma, no solo se incluye a toda la familia (tres generaciones por lo menos y cuatro si se tiene hijos), sino también las relaciones entre ellos (intensas, fracturadas, etc), la salud física y mental de cada uno, edades en las que vivieron acontecimientos relevantes (incluido guerras, represiones, encarcelamiento, exilio, emigración) y mucho más.

El genograma tiene dos utilidades. Una es el proceso de hacerlo. Para hacerlo hay que preguntar, recordar, volver a indagar, volver a preguntar, pensar, sentir. Y, como dice Elena Álvarez, las preguntas a las que no encontramos respuestas, por ejemplo, «¿Por qué nadie hablaba con la tía Tere?», son igual de importantes que las que tienen respuestas. Porque el no tener respuesta ya te da información sobre la familia y la dinámica.

En ese proceso de preguntar, de dialogar con familiares, de contactar con familiares olvidados, ocurren muchas cosas, surge información sorprendente, importante.

La segunda utilidad es mirar el genograma después. Mirarlo y mirarlo y mirarlo y pensar y sentir. ¿Qué veo?, ¿qué se repite?, ¿por qué? Y muchas más preguntas.

La psicoanalista francesa, Anne Anceline Schutzenberger dice que hacer el genograma ahorra a la persona un par de años de terapia!

Hay personas que han hecho su genograma después de haber leído mi libro y me van escribiendo por email y por Whatsapp sus increíbles descubrimientos. Han llamado a parientes con quien hace años que no hablaban para intentar comprender qué pasó y conocer más la historia.

La gente que conozco lo han hecho sobre todo relacionado con la guerra civil y es conmovedor cómo están rescatando y encontrando a parientes hijos de exiliados, hijos de represaliados. No son siempre encuentros fáciles. Pero sí importantes.

¿A qué llamas «elaborar los duelos»?

CV: El hablar y compartir sentimientos y pensamientos sobre pérdidas para ir, poco a poco, dejando paso a nuevos sentimientos. Hay que despedirse de lo perdido. Pero requiere tiempo.

Vuelves a hablar de Volkan y del modelo del árbol, un modelo para apaciguar los conflictos entre grandes grupos opositores. ¿Nos explicas de qué va ese modelo?

CV: Este modelo requiere mucho tiempo y trabajo. Volkan explica que el evaluar la psicopolítica de la situación es como las raíces de un árbol. El tronco del árbol serían los diálogos psicopolíticos entre las personas más influyentes de los grupos opositores. Y las ramas del árbol serían todas las acciones colaborativas que surgen a partir de este proceso de diálogo.

Cierras con un apartado que tituláis «Lo que queda por hacer». ¿Qué queda por hacer?

CV: Se necesita poner en marcha procesos de elaboración y para eso necesitamos que los profesionales de la salud mental y física tengan la formación adecuada. Esta formación debería incluir un trabajo grupal en el que los participantes compartiesen sus historias familiares, sus genogramas y formación teórica sobre el trauma transgeneracional de la violencia política del siglo XX.

También se necesita que se hagan investigaciones sobre el impacto de este trauma en los nietos de la guerra civil en el Estado español.

En ese apartado hablas de profesionales de la salud mental, de profesores de historia, de ciencias sociales, de medicina, de enfermería, de asociaciones y grupos comunitarios,… ¿Por qué no habláis de partidos o de sindicatos obreros por ejemplo?

CV: Sí, claro, sindicatos y otros grupos interesados en hacer estos procesos de elaboración.

Si tuvieseis capacidad para incidir en los gobiernos autonómicos o en el gobierno central, ¿qué tareas sugeriríais en este ámbito? ¿Cuáles serían las más urgentes y necesarias?

CV: ¡Ya me gustaría tener esa capacidad! Hay que hacer comisiones de verdad y reparación. Llevar ante la justicia los torturadores que aún viven.

Y comenzar la formación que decía antes.

 

Dinos que deberíamos hacer las personas que no acabamos de cerrar nuestras heridas, que pensamos, que seguimos pensando, que nuestros abuelos, nuestras abuelas, nuestros familiares, no han recibido aún justicia ni ha sido reparada la indignidad cometida contra ellos y ellas.

CV: No sé si me he explicado bien durante estas entrevistas. A ver si consigo explicarlo mejor.

El elaborar o no las heridas, no tiene que ver con cuánto creemos que nuestros familiares no han recibido justicia.

Uno puede elaborar sus heridas transgeneracionales, intentar hacer consciente algo de su inconsciente, entender cómo su neurosis puede estar relacionada a los roles heredados y trabajar para liberarse de eso. Y también puede luchar por la reparación y la justicia de sus antepasados.

De la misma manera, uno puede negar que sus neuras están en gran parte ligadas a lo transgeneracional y no trabajárselas y también luchar por la reparación y la justicia de sus antepasados.

En el primer caso, la persona estará más cómoda y su trabajo político será más eficaz y satisfactorio.

En el segundo ejemplo, el trabajo político que haga la persona tiende a empeorar sus neuras.

Lo ideal sería elaborar lo que uno ha heredado al mismo tiempo que no se olvida su historia y se trabaja para que haya justicia.

No sé si me he explicado bien!

Perdona el toque pesimista: en un país tan desmemoriado como éste, tan poco afable, tan poco dado a reconocer errores y barbarie en su nombre cometida, ¿queda alguna esperanza? ¿No estamos perdiendo el tiempo luchando contra un muro insensible? ¿No es cierto que todo quedó «atado y bien atado»?

CV: Yo creo que la gente es sensible debajo de esa coraza dura que tendemos a tener en estas tierras. Hemos tenido una historia dura, muy dura.

Pero la gente necesita espacios en los que poder compartir, sentir, hablar a gente que escucha con solidaridad.

En las presentaciones de mi libro, en las intervenciones, la gente empezaban hablando de una forma dura, buscando alguna pega con alguna idea política que mencionaba en el libro, en plan blanco/negro. Yo escuchaba con atención, asintiendo, y al cabo de unos minutos la persona cambiaba de tono de voz y de tema totalmente y empezaba a hablar con la frase: «pues en mi familia…» y desde un tono emocional y tierno, compartía una anécdota sobre el impacto de la historia en su familia y en ella misma. Conmovedor.

Por todas partes: talleres, cursos, conversaciones, la gente quieren compartir desde su corazón, con esos detalles y anécdotas que parecen no tener mucho sentido pero que lo tienen.

El escuchar a la gente con empatía nunca es una pérdida de tiempo. A mí me has escuchado estas semanas y no hemos perdido el tiempo. Yo he pensado y sentido cosas que no había pensado antes.

¿Quieres añadir algo más? Por mi parte, un millón de gracias.

CV: Animar a la gente a hurgar en sus historias, en sus mentes. Arrastramos miedos y comportamientos que nos frenan. Y merecemos ser libres.

Mil gracias a ti!

[*] Las ocho primeras partes de esta conversación pueden leerse en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=184575 , http://www.rebelion.org/noticia.php?id=184931 , http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185274 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185551

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185753 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185921 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=186074 y http://www.rebelion.org/noticia.php?id=186361

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.