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La Fábrica de Sueños. "Dogville" (2003), de Lars von Trier

El fracaso de las buenas intenciones

Fuentes: Rebelión

Lo que ha sido creído siempre por todos y en todas partes, tiene todas las posibilidades de ser falso. PAUL VALÉRY

El sufrimiento y el dolor van necesariamente unidos a un gran corazón y a una elevada inteligencia. FIÓDOR M. DOSTOIEVSKI

Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír. GEORGE ORWELL

Desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, vía Cine-Club Al Filo del Tiempo, dentro del ciclo de tributo a Lars von Trier, hoy el turno es para Dogville (2003), libremente el Villorrio del Perro, ya que se trata de un pueblo, y no de una ciudad, ubicado en las Montañas Rocosas, en Colorado, y cuya historia transcurre en la Época de la Depresión. No puede desconocerse que todo arte es político, y el cine lo confirma de modo irrefutable, así que no resulta excesivo situar dicho filme como una crítica abierta al imperio gringo y a la vez una reflexión sobre marxismo, Espinosa, Camus, Brecht, y una fábula sobre la moral y, más allá, la conducta ética de un pueblo con respecto a una hermosa y desvalida mujer llamada, no de balde, Grace, quien establece poco a poco una relación extraña con el escritor y filósofo de nombre entre experimentador y polímata: Tom Edison Jr., a la vez alter ego del propio Trier y cuyas buenas intenciones a la larga fracasan dentro de un ajedrez vital.

Dogville es un filme con un prólogo y nueve capítulos. Grace llega al remoto pueblo tras huir de una banda de gángsters. Persuadidos por el vocero de la comunidad, Tom, la ocultan y protegen. A manera de gratitud, trabaja para dicha comunidad. No obstante, cuando Dogville sea sometido… Grace cambiará su conducta. En el Prólogo, se presenta al pueblo y sus habitantes, básicamente 15, que votarán en contra o a favor de que se quede. ‘La triste historia del pueblo de Dogville’, dice la voz en off del narrador John Hurt. Un plano cenital muestra el mapa físico del lugar: al centro la Calle Elmore o ELM ST.; las distintas casas de sus 24 habitantes; y, arriba a la derecha, las dos únicas vías: STEEP HILL ST., entrada, y CANYON ROAD, salida. Dogville está en las Rocosas, junto a una vieja mina de plata abandonada. Sus habitantes eran gente buena que amaba a su pueblo. Un plano fijo muestra a la gente por todas partes. Pese a que la calle principal se llame ‘de los olmos’, nunca hubo olmos por allí.

Sus habitantes vivían en casas pobres o, peor, chozas. La mejor era la de Tom y en los buenos tiempos había sido presentable. Thomas Edison Sr., en su vejez, sentía gusto por la música ligera. Tom le dice a Martha que se puede ser espiritual sin leer ni cantar la Biblia; son casi las siete y le recuerda la campana. Con esto viene el Cap. Uno, en el que Tom oye disparos y conoce a Grace. Cuando le preguntan por la técnica en su oficio de escribir, Tom, autor de tres líneas, dice: El ejemplo. Así, aunque predicar no sea igual que actuar, el ejemplo con la palabra es acción (o farsa), parece decir. Entra Grace, Tom es despertado y sacado del sueño por Moisés, el perro. Su modo singular de ladrar lo hizo parar. A Grace la siguen unos gángsters en carro y Tom le dice que entre a la mina. Otro gran filme minimalista en la escena del XXI (Tokyo Story, Mouchette, Días perfectos). Es un pueblito, la gente haría preguntas, dice Grace, como quien de contera alude al viejo adagio: ‘Pueblo pequeño, infierno grande’.

Los mafiosos le quitaron a su padre, el de Grace. La de Dogville es gente honesta, buena, todos tuvieron problemas, como quien parece señalar: quienes no los hayan tenido, pero los buscaron para los demás, no son buenos ni honestos ni honrados. Tom cree que ‘serviríamos mejor al país si fuéramos más tolerantes’. Su padre pregunta si sugiere que son egoístas, además de arrogantes. Claro que sí, grita en silencio el pueblo; aunque ese mismo pueblo no admita que hay un problema y por eso no sale de él. Para Chuck, el que los mafiosos le hayan disparado a Grace no la hace confiable. En la parroquia Casa de Jeremías, el pueblo toma la decisión de darle a ella máximo dos semanas de plazo para que se quede o se vaya. Tom dice que Chuck y Vera tienen siete hijos y se odian y hace un recuento para describir el contexto social de Dogville: los Henson, v. gr., pulen vidrio malo y lo venden como bueno, o sea, son como los chatarreros criollos Tom y Jerry del lugar. La bondad y la ética están vetadas allí…

Jack McKay es ciego, pero cree poder ocultarlo porque vive encerrado. Grace le dice a Tom que, si ama a su pueblo, lo demuestra de forma extraña. Pero, olvida que es justo diciendo la verdad, lo que pasa y es, como se demuestra el amor a un pueblo, no ocultando sus males, errores o carencias. Recuérdese que, para traicionar, basta callar lo que hay que decir. Grace habla de Dogville como de un pueblo con esperanza, aun en las peores condiciones. Y en eso se parece a la Colombia de hoy: la que Petro recibió del trío siniestro/bestial Varito, Chucky, Porky. Tom le reitera a Grace el plazo para que la comunidad la acepte dentro del que, claramente, es un juego o un ajedrez vital. Un juego animado por la balanza de la desigualdad entre tolerancia e intolerancia, en la que esta acaba por vencer o, peor, por imponerse en un medio donde el rencor y los celos, el miedo y su reverso el odio, la adversidad y los choques no dichos u ocultados, son parte de la vida diaria, del tedio de un pueblo donde no pasa nada.

En el Cap. Dos, Grace sigue el plan de Tom y trabaja. En efecto, comienza a hacerlo en señal de gratitud por la comunidad: entonces, le dedica una hora al día a cada familia. Sin embargo, todos rechazan su ayuda. Y ella replica que, de todos modos, no sabe hacer nada: en su vida, nunca trabajó. Dicho de otro modo, nadie en el pueblo necesita ayuda. Jason piensa de Grace que quiere agradarle a la gente para poder quedarse en Dogville. Ella lo elogia por listo. Chuck halla a Grace con sus hijos y observa que son las tonterías de siempre, desde la Antigüedad: ‘¿Cómo va ese engaño?’, le pregunta, como quien de paso alude al que llega a colonizar. ‘Yo no engaño a nadie’, dice ella. ‘Hablo de Dogville, ¿aún te engaña?’, pregunta Chuck, quien cree que el pueblo está podrido, desde dentro, así que si desapareciera nadie lo extrañaría, en fin, no ve nada allí. Y echa a Grace porque le recuerda al citadino rapaz víctima de la codicia que ya quedó atrás, que ya no es, o que más bien esconde para otra oportunidad.

En el Cap. Tres, Grace se permite una provocación. Para Jack McKay, Dogville es un pueblo miserable. Grace le da la razón a la Sra. Henson: que nadie calle lo que tiene que decir. Como debe ser, en cualquier ámbito de adversidades, problemas o violencia: todo hay que decirlo, ojalá con la verdad sin tapujos, para desterrar a la mentira con vigor. Grace hace su trabajo a gusto y recibe pequeñas sumas de dinero a cambio. Jack finge no estar ciego y ella se gana su respeto al admitir que lo está. Al final, 15 votan por ella para que se quede. En el Cap. Cuatro vienen días felices para Dogville. La primavera y el verano fueron gratos para Grace; la campana guiaba su jornada. La Ley aparece y cuelga un aviso: Grace Margaret Mulligan – Desaparecida. Una de las mujeres dice que era un policía, es la ley, ¿no debemos respetarlo? Tom anota que Grace no hizo nada y el policía dijo que sólo desapareció. Vuelvan a votar, dice ella. Pero Tom no lo comparte ni cree posible hacer plebiscitos todo el tiempo.

En el Cap. Cinco Cuatro de julio, por fin, el policía regresa y pone otro cartel: SE BUSCA a Grace, a ‘esa mujer’, por robar bancos en la Costa Oeste. Pero, como los robos han sido ‘los últimas 15 días’, dice el policía a Chuck, indica que ella no pudo ser y, por otro lado, sí puede ser que la autoridad gringa mienta siempre sobre la autoría de un hecho grave o atroz, con tal de darse la razón y/o de quitársela a los demás: aunque, en últimas, sean éstos los que la tengan. Tal como pasa en el filme Sacco y Vanzetti. (1) McKay lo confirma: Dos semanas. Entonces, no fue Grace. Estuvo aquí siempre. Hasta un ciego puede ver la mentira oficial. El pusilánime Tom es el único que disiente de que Grace no sea ladrona de bancos pues entraña un riesgo para Dogville, ahora que se protege a quien se busca por criminal. Los bandidos acusan a Grace para neutralizarla. Ahora, el pueblo la chantajea por su peligrosidad. Pero, ella se dispone no sólo a trabajar más tiempo sino a recibir menos pago: v. gr. de Mrs. Henson.

Pagarle menos, en gesto simbólico de menosprecio. Chuck llega a pensar como la autoridad oficial: chantajea a Grace para que lo respete, así piense antes en delatarla; luego, en abusar de ella. De ahí se infiere: lo que todos creen, sin reparo, es probable que sea falso. Arthur Miller: “La traición es la única verdad que perdura”. A Grace se le hace un escarmiento, así que lo que al inicio fue un acuerdo deviene coacción. El tonto Tom piensa que el deseo mejora todo, en especial con respecto a Grace y a estar juntos. Cap. Seis: ‘Dogville muestra los dientes’. Si intentas huir, te verían, sentencia Chuck a Grace con bronca porque lo rechazó y está celoso con Tom. En todo caso, ella no huiría ni gritaría. Chuck no la quería en Dogville por ser demasiado bella y frágil para ese lugar. Él creyó importarle, así que es su culpa que necesite su respeto: ‘Si puedo obligar a las flores a nacer antes, puedo obligarte Y Chuck, claro, viola a Grace. Ahora, Disgrace, otra desgracia dentro del largo listado de feminicidios.

Otra desgracia más y la demostración de que poco importa que el dolor y el sufrimiento vayan unidos a un gran corazón y a una inteligencia superior, mientras frente a mujeres como Grace haya sujetos machistas/violadores como Chuck, cobardes como Tom o genocidas como Varito, Trump o Netanyahu. Tom le pregunta a Chuck si ha visto a Grace y le responde que está en su casa. ‘¿Está ocupada?’ ‘Ya no. Puedes pasar’, ironiza. Narrador: ‘Una vez más, Grace logró salvarse de sus perseguidores, porque todos la protegieron, incluso Chuck’, a quien le pareció sospechoso fue el sombrero de Tom. Todo decae: Grace tiene sobrecarga laboral, comete ciertos errores, los lugareños se desquitan. Los machos le hacen propuestas indebidas y las mujeres la oprimen y violentan. Jason primero le pregunta si le pega y luego le exige que lo haga, lo que la desespera y sume en la impotencia por el chantaje, esta vez, de un niño. Así, ella cae en la espiral de la manipulación, siendo además abusada por adultos.

Cap. Siete: Grace se harta de Dogville, se va y vuelve a ver la luz del día. Ya no cuidará más a Jason pues es echada por su propia madre. El desencuentro con la mujer de Chuck, Vera, y con Martha y Liz, prueba su estoicismo y la regresa a su infancia. Entonces, llora por el tejido humano que ve quebrarse cada vez que Vera tira con furia al piso cada muñeco de porcelana. Busca a Tom y le dice que quiere irse del pueblo. Tom cree inconveniente imponerle sus deseos sexuales a Grace y, de hecho, es el único macho que no la posee. Vera reacciona y le dice a Grace que no crea que por pegarle a Jason se librará de trabajar. Ben resulta otro chantajista, al estilo de Chuck: y otro acosador sexual. Pretexta que sólo ve a Laura una vez por semana. Y le cobra a Grace un recargo por la carga peligrosa: ella misma. Grace duerme en el camión. Tenía una sana capacidad para olvidar lo desagradable y el extraño don de pensar sólo en el futuro. Ignora cuánto durmió, aunque es feliz de volver a ver la luz del día.

El primer robo en la historia de Dogville, es achacado a Grace, por su presunta necesidad de obtener dinero para fugarse. Con su habitual estoicismo, no responde a las acusaciones. Bill, en sus avances como ingeniero, crea un mecanismo para evitar evasiones: quizás no era bonito, pero sí muy eficaz, dice el narrador, con un chabacano sentido del humor: el que antes, obvio, es del guionista y director danés. Y, como siempre, el político de ocasión, Tom Edison Sr., le dice que no les gusta esto, pero que no tienen remedio, si quieren proteger al pueblo. Así da por sentado que Grace es la causa de todos los males, cuando no es sino la receptora de todas las calumnias e injurias y excesos: luego sí, pueblo pequeño, infierno grande. Cap. Ocho. En una reunión se dice la verdad y Tom se va (pero volverá). Es Tom quien roba al papá, al temer que no le diera el dinero para ‘ayudar’ a Grace a partir. Para Grace, todos creen que fue ella. El tema es de nuevo aquí, el de la inocencia asesinada, así sólo sea simbólica…

También, uno en el que se muestra la masa ignorante, fanática y potencialmente criminal. Tom, a la postre, se deja llevar por la corriente y, en vez de ir por la vía del amor, y salvarlo, cae en la vana tentación material, hasta que traiciona a Grace. Jamás entendió él que si algo significa la libertad es, antes que nada, el derecho a decirles a los demás lo que no quieren oír. O lo que Grace parece recordar por Nietzsche: “Se puede vivir y vivir felizmente sin recordar, pero es imposible vivir sin olvidar”. Ya se habló de la facultad suya para dejar atrás lo que ya no agrada. ‘¿Qué hiciste?’, le suelta ella, con terror. Y Tom: ‘Sospechaban de mí, pero los convencí de que habías sido tú’. Su cobardía se evidencia: lo hizo porque pensaba por ella para que pudiera irse de Dogville. No deben saber que están unidos, ni que trata de ayudarla. Para colmos, Grace, en medio de la impotencia frente a la turba criminal, le ruega que se quede, que lo necesita. Luego, Tom la acusa de provocarlos. Un cabronazi, en suma…

‘Rechacé a todos por ti. Podrías hacer una concesión para aliviar mi dolor. Todos te protegieron, menos yo. Se supone que nos amamos’, dice Tom; como si fuera el propio Lars von Trier, quien en la versión DVD señala que el verdadero malo del filme es él. De paso, dice que, aunque podría defender a ambos protagonistas, Grace y Tom, se ve ante todo en éste, al que interpreta como quien tiene buenas intenciones, pero al cabo fracasa. Y su fracaso se debe a que, de a poco, se hace más importante, esto es, adquiere mayor poder, para concluir que el poder corrompe: en cuanto al fracaso, señala que eso mismo les ocurre a muchos artistas que al inicio tienen muy buenas intenciones que por el camino se pervierten. Sí, de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Grace: ‘Querido Tom: tómame si quieres. Haz como los demás. Amenázame. Dime que me entregaras a la ley, a los bandidos y te aseguro que tendrás lo que quieres de mí. Confío en ti. Pero, quizás tú no confías en ti’…

Y le recuerda lo ya sabido: que quizás lo tentaron para que la forzara como ellos. Tal vez sea eso lo que le molesta. Tom le dice que sólo trató de ayudarla, lo cual es falso a todas luces: lo único cierto es su cobardía y pusilanimidad. Ella le pregunta si teme ser tan humano: ‘No, en absoluto’, le replica quien estaba furioso porque lo habían desenmascarado. Ya se dijo que ‘dudar de su pureza era pensar muy mal de él’. A lo mejor, era sólo una víctima de las circunstancias, en todo caso, algo imperdonable para uno de su clase, mejor dicho, para uno sin su condición de clase: en últimas, un impostor, alguien que finge ser mejor que el resto, otro arrogante (como Lars von Trier, já). Y si estaba enojado, no era por una acusación injusta sino cierta. ‘Dos personas sólo se hieren si dudan de su amor’, le dice Tom, en el hipotético caso de que lo hubiera. En el Cap. Nueve, Dogville recibe la esperada visita y el filme acaba. Surge la discusión de Grace con su padre sobre si ella es arrogante o más bien él, el mafioso.

Grace metaforiza la condición del perro, Moses o Moisés, al que disculpa por la inocencia de su carácter bestial en tanto tenía motivo para morderla por robarle un hueso. De otro lado, ella no cree juzgar a los violadores y asesinos: su padre, sí. Y porque ella lo perdona, esa es la arrogancia mayor, cree él. Cada cual merece lo suyo. Porque todos somos responsables de nuestros actos, le dice a Grace. ¿No habría hecho ella lo mismo que Chuck, Ben, Vera, Jason, Tom y los demás? De pronto, Grace supo la respuesta, dice el narrador: “De haber actuado como ellos, no habría defendido ninguno de sus actos, y se habría condenado severamente’. Su dolor y su pena por fin ocupaban su lugar. No, lo que habría hecho no era suficiente. Y si alguien podía corregirlo, tenía el deber de hacerlo. Por el bien de otros pueblos, de la Humanidad, de ese ser humano que era y es ella misma. Grace regresa al carro y le pregunta si está dispuesto a darle el poder de que le habló. Para arreglar, v. gr., el problema de Dogville.

Pero, no por colgar en un clavo un perro a la pared, como piensa su padre, porque eso lo atemorizaría, pero nada mejoraría. ‘Todo podría repetirse si alguien volviera a pasar por aquí y se mostrara vulnerable. Por eso quiero el poder, si no te molesta’, dice ella, y el mundo sea un poco mejor. Tom: ‘Usar a la gente no es un encanto, pero debes admitir que este ejemplo superó toda expectativa. Dice mucho de los humanos. Fue doloroso, pero también edificante. ‘El mundo estará mejor sin este pueblo’, dice Grace. ‘¿Sí? Mátenlos y quemen el pueblo’, dice el padre. Aquélla anota que hay una familia con niños, que la madre vea cómo los matan y le digan que, si contiene sus lágrimas, pararán: su revancha por el caso de los muñecos de porcelana, cuyo número total, siete, se correspondería con los pecados capitales que ella pretende erradicar del Villorrio. Se lo debo, concluye… La religión que Grace practica es la de Espinosa, no la de un hombre a dios, sino a los débiles, a los empobrecidos, que no pobres.

Tom celebra: Tu ejemplo es mucho mejor que el mío. Aterra, pero es muy claro. ¿Puedo usarlo como inspiración para escribir? ‘Adiós, Tom’, dice Grace y le pega un tiro de gracia o, si se prefiere, uno de Grace. Que también se lo debía, como a Vera. ‘Hay cosas que debe hacer uno mismo’, dice dentro del Cadillac paterno y ya consumada la matanza de Dogville. Al final, se oye el grito de Moses, el perro. Grace va hacia él, intenta llevárselo, pero rápido recuerda que está enojado porque una vez le robó un hueso. Narrador: ‘Si Grace se fue de Dogville, o Dogville de ella y del mundo es una pregunta que a pocos convendrá hacer, a muchos menos responder y que no será respondida aquí’. Y la cámara va sobre el perro que ahora ladra en contrapicado a ella. No obstante, va una respuesta. Grace se fue de Dogville desde el instante que Chuck la violó. No lo hizo en forma física, hasta que consolidó su venganza cruel, sin piedad, con locura: la propia de aquélla a la que nadie le capta su lucidez.

Grace, al decir de Trier, es por su parte la peligrosa mezcla entre una persona con poder y nobles ideales, lo que trae consigo el preaviso del quizá no justificable pero justificado epílogo, en tanto es víctima de toda suerte de atropellos y, además, de un ser tan arrogante como su padre, según se deriva de su charla final. Así que la contradicción del cineasta con relación a ella, no es óbice para señalar que Grace traduce su tragedia personal en una actitud necesaria y lógica, a la hora de decidir que los mafiosos del padre maten a los pobladores e incendien el pueblo. Pueblo de tan alegórico nombre, Dogville o Caserío del Perro, se reitera, que la crítica remite a la escena final en la que el can se ve/encarna por vez primera y ladra en contrapicado al espectador. Podría decirse que el perro obedece a las leyes naturales y su actuar resulta ambiguo. Dado el sentido peyorativo al que se le asocia, estaría vinculado con el proceder repudiable/censurable del pueblo y con la lealtad a las citadas leyes o a un dios…

El primario proceder del pueblo con Grace se relaciona con el chantaje. Al proponer Tom que Grace regale y el pueblo reciba, hay ya un sucedáneo de chantaje, que ella reconoce al instante: al final es Dogville el que, en apariencia, da, al brindarle protección a cambio de trabajitos que derivarán en total explotación. Dice Gustavo Bueno en El sentido de la vida: ‘El chantaje plantea situaciones muy similares a las que analiza la teoría de juegos, en [tanto conductas] de animales [u] hombres condicionados [a la] de otros animales u hombres mediante estímulos condicionados (amagos, engaños: [la propia voz] chantage, que tiene que ver con cantar, procede de un método francés de pesca con engaño). Sin embargo, el chantaje es un juego que, sin dejar de ser cogenéricamente etológico, es también específicamente humano pues implica una cooperación de la víctima […] con el cazador o chantajista (que tiene que calcular la reacción desconocida que generará su propuesta en el otro’) como juego.

En efecto, añade Bueno: “El planteamiento del chantaje como un juego etológico suscita cuestiones del mayor interés desde el punto ético o moral: ¿en qué medida podrá hablarse de chantaje en transacciones ordinarias en la vida civil, como puedan serlo las que tienen que ver con el don o regalo, o con los contratos sinalagmáticos? […] Pero, ¿acaso el regalo y, desde luego, ciertos regalos, no tienen siempre un tanto de soborno, de aceptación de la obligación secreta contraída por la víctima del regalo?’ (2) El pueblo perdido en las montañas (todas rocosas, símbolo en la obra) se compararía al ideal de Rousseau que el escritor, filósofo y experimentador Tom forja en su mente: así crea un monstruo desde su quimérica razón: El sueño de la razón produce monstruos, por el aguafuerte de Goya (3). Al buscar evadir la moral mafiosa en la que se formó, Grace cree llegar al paraíso, donde su hombre/arquetipo le brindará el anunciado experimento: el mismo que pronto dará origen a una vil aberración.

A propósito de la extraña/intrusa que se funde con lugareños, he aquí lo que Camus abona a Mersault, en la edición gringa de El extranjero: “El héroe del libro es condenado porque no juega el juego…, porque rechaza mentir. Mentir no es sólo decir lo que no es. También y sobre todo significa decir más de lo que es, y, en lo que respecta al corazón humano, decir más de lo que se siente. Esto es algo que hacemos todos, a diario, para simplificar la vida. Mersault, contrariamente a las apariencias, no quiere simplificar la vida. Él dice lo que es, rehúsa enmascarar sus sentimientos y al instante la sociedad se siente amenazada… No es del todo erróneo, pues, ver en El extranjero la historia de un hombre que, sin actitudes heroicas, acepta morir por la verdad” (Vargas Ll. sobre El extranjero) (4). Grace, luego de dar, de prodigar generosidad, de sacrificarse, termina sacrificada, entre la desidia de seres absortos como Tom que no se hacen cargo de nadie y arrastran sus vidas cual si fueran fardos.

No es el caso de Grace, quien lucha/resiste por la verdad para no verse obligada a aceptar la insensatez de fuerzas arbitrarias como las que muchas veces penden sobre la conciencia de una sociedad: fuerzas arbitrarias que contienen/encierran la letanía de los poderosos, que compran leyes, alcaldes, curas y gobernadores, con su dinero, en ese pueblo sin pantalones (Gabino Palomares) (5) en el que la prensa también es de ellos pues la manejan, controlan y patrocinan. Cuando a alguien se le persigue y acorrala, acaba por sucumbir o explotar, sin que ya se le pueda exigir que respete orden, límites, pacto social: en su favor acude la filosofía del polaco/alemán Günther Anders según lo que él llama estado de necesidad y de legítima defensa: expresión legal que borra el castigo a quien actúa movido por esta o busca preservar la vida de los demás o la suya, hasta el sacrificio de los verdaderos criminales, los del pueblo, por los gángsters: ver el ensayo relativo a Europa (1991), del mismísimo Lars von Trier (6).

En conclusión, Dogville tiene un tema similar al de La mancha humana (2001), de Roth, (7) a la vez el de Desgracia (2003), de Coetzee, basado en el choque moral/ética, juego/política, utilitarismo/cooperación, fanatismo/estoicismo, bondad/avaricia, democracia/liberalismo, costumbre/culpa: en fin, crítica al capitalismo voraz gringo vs defensa del marxismo. Una puesta en escena minimalista: teatro en cine, cine dentro del…, teatro de cuatro dimensiones. La gente lleva a Grace del prurito de usarla a la urgencia de poseerla. El causante principal de ello es el puritano filántropo (ladrón al fin, cual Gates rural) Tom, quien de a poco pasa del amor al rencor, la codicia, la venganza. A medida que él se degrada, de rebote contribuye a degradar a Grace, a su Disgrace: la de ambos. Así, ella abandona sus principios y asume una conducta tan irracional como la de 15 de los 24 habitantes: sus antiguos vengadores. El ajedrez vital que se juega, muestra cómo depende Tom de su pueblo, más que Grace misma…

Grace acepta cualquier cosa en la idea (falsa) de que es correcta. Pues lo que un grupo social haga no implica que esté bien para el resto. Recuérdese: donde todos piensan igual, nadie piensa mucho. Punto nodal en Dogville es la moral y, más allá, la ética, pero no la colectiva sino la personal: la de Grace. Una víctima de humillación, explotación, ofensa, chantaje y violación. No obstante, jamás piensa que sus victimarios lo hagan con sevicia (aunque, sí) sino que es parte de su naturaleza. Algo que pueda hacer a Grace vulnerable, por un lado, y, por otro, estoica, la lleva luego, por su ascendencia gansteril, a una extrema conducta fascista y a liquidar a la gente y quemar a Dogville, donde están acostumbrados a la inacción, sin hacer algo por cambiar. Grace, por contraste, de pasar eso con ella, imagina la flagelación o la culpa y el arrepentimiento. Desde la práctica, es casi incompatible pasar de la impotencia e indefensión de Grace, a su actitud radical y definitiva de aplicar la solución final a Dogville.

Solución final a lo nazi como en la Shoah, o a lo sionazista como en Gaza, Yemen, Irán, y Ucrania (8), por EE.UU e Israel (9): luego, vendrá China… En todos los casos, el tratar de borrar violencia con violencia, cuando podría tratarse el asunto por vía de la Ilustración, la razón, el DIH (a su modo defendidos por el iluso Tom, jugador de damas con el ingeniero Bill, al que vence con jactancia por creer que él no es el tonto), sólo demuestra que tal ruta ha fracasado de manera rotunda a lo largo de la Historia: la misma que lleva al horror, y luego a la crueldad, a Grace. De ahí la homologación/metáfora que se hace entre Dogville y la sociedad gringa, con razones, y su concomitante Caserío de Perros, donde el impuesto que se paga por todo hospedaje e integración, a voluntad o en contravía, para todo turista, extraño o foráneo, por más bella y delicada figura que tenga, es el de la humillación y la ofensa, la explotación y la venganza, en fin, el abandono de la ética, hasta llegar, claro, al abuso sexual.

¿Los habitantes de Dogville deberían mostrar a la postre algún tipo de arrepentimiento? Cuando alguien cree haber obrado mal, es posible, pero no cuando actuar torcido es la costumbre. De ahí el peligro de acostumbrarse a todo: en especial, a la corrupción, al abuso, a la violencia y a la violación de los DD.HH. Debido, en esencia, a la falta de sentido común, al pensar sin humanismo, al actuar sin ética. Los casos patéticos de Chuck, Vera y Ben ilustran lo anterior. Chuck pasa del chantaje a la violencia y de ahí a la violación, sistemática incluso, amparado en excusas nobles o ambientales: como la de hacer brotar las flores. Vera va del oportunismo a la explotación, para luego caer en la miseria humana. Ben transita de la ayuda sin interés al más descarado chantaje, al abuso sexual y a la traición, bajo el disfraz de la bondad, al regresar a Grace, cuyo sentido de cooperación es proverbial, a la jauría. Por el pretexto de cobrar un raro IVA por su peligrosidad, no advierte que el peligro es él mismo…

Grace es una víctima constante de traición, chantaje, explotación, humillación e indignidad. Por eso, sólo en parte, podrá justificarse su decisión final de venganza. La que, por otro lado, parece provenir de la propia psiquis de Trier. No obstante, el ideólogo diegético de toda esta conducta atroz (y alter ego de Trier) y de lo que le pasa a Grace, es Tom pues su figura como escritor y filósofo le desbrozan el camino a la desmesura, al provecho indebido, por falta de solidez ontológica. Si bien Dogville captura de inicio a fin, con varios clímax, no es menos cierta la repulsión que siembra en la conciencia. Hay que tener cabeza fría para no caer en el oprobio o la misantropía y, por contraste, poder alzarse hasta un sitial de decencia, ética y humanidad, hasta poder hallar la libertad: aunque sea, de momento, la libertad de conciencia. O hacer como Brecht: emocionar, pero a la vez tomar distancia frente a lo que sólo es una representación, nada más: la del fracaso a dúo de las buenas intenciones en un ajedrez mortal.

A Santiago, mi paradigma ético/vital/ontológico.

Notas, enlaces y bibliografía:

(1) https://co.video.search.yahoo.com/yhs/search?fr=yhs-sz-002&ei=UTF-8&hsimp=yhs-002&hspart=sz&param1=2578383634&p=Sacco+y+Vanzetti+pel%C3%ADcula&type=type80260-2133086105#id=46&vid=34bac39d2fb77cf28d14249cddb7ab6b&action=view

(2) BUENO, Gustavo: El sentido de la vida, Pentalfa Ediciones, Col. El Basilisco, Oviedo, 1996, 435 pp.

(3) https://es.wikipedia.org/wiki/El_sue%C3%B1o_de_la_raz%C3%B3n_produce_monstruos

(4) Feliz coincidencia con este ensayo: https://www.nodulo.org/ec/2005/n043p14.htm

(5) https://www.youtube.com/watch?v=mVla2RPnXOw 

(6) https://rebelion.org/el-eterno-retorno-del-horror/

(7) Novelas y filmes plantean el choque profesor/mujer: en la primera, Faunia Farley, aseadora, en la segunda, Melanie Isaacs, alumna. Enlaces de los filmes, en su orden, de Robert Benton y Steve Jacobs.

https://co.video.search.yahoo.com/yhs/search;_ylt=AwrJ.CcISfFnFq0vO4X8S4pQ;_ylu=c2VjA3NlYXJjaAR2dGlkAw–;_ylc=X1MDMTM1MTI0MDcwMARfcgMyBGZyA3locy1zei0wMDIEZnIyA3A6cyx2OnYsbTpzYixyZ246dG9wBGdwcmlkA1FwTGlwdEl6UmNhTzVIWmNqckZJZUEEbl9yc2x0AzAEbl9zdWdnAzAEb3JpZ2luA2NvLnZpZGVvLnNlYXJjaC55YWhvby5jb20EcG9zAzAEcHFzdHIDBHBxc3RybAMwBHFzdHJsAzI1BHF1ZXJ5A2xhJTIwbWFuY2hhJTIwaHVtYW5hJTIwcGVsJUMzJUFEY3VsYQR0X3N0bXADMTc0Mzg2NjE4Ng–?p=la+mancha+humana+pel%C3%ADcula&ei=UTF-8&fr2=p%3As%2Cv%3Av%2Cm%3Asb%2Crgn%3Atop&fr=yhs-sz-002&hsimp=yhs-002&hspart=sz&type=type80260-2133086105&param1=3970843652#id=2&vid=4eaf7c80be9c3ac8cb0cdb3d40e6688c&action=view
https://www.fulltv.com.ar/peliculas/desgracia.html

(8) https://rebelion.org/la-rara-unanimidad-frente-a-la-invasion-de-ucrania/

(9) https://mpr21.info/estados-unidos-ha-dirigido-la-guerra-contra-rusia-tanto-en-territorio-ucraniano-como-ruso/

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