Se nos viene inculcando desde antiguo que el cristianismo como religión se asienta y basa en los hechos históricos de Dios de los que se habla en el Nuevo y Viejo Testamento. Pero el estudio científico, libre y desapasionado de esos textos, iniciado hace unos 200 años, ha puesto claridad en las leyendas y transmisiones […]
Se nos viene inculcando desde antiguo que el cristianismo como religión se asienta y basa en los hechos históricos de Dios de los que se habla en el Nuevo y Viejo Testamento. Pero el estudio científico, libre y desapasionado de esos textos, iniciado hace unos 200 años, ha puesto claridad en las leyendas y transmisiones cristianas y ha descubierto falsedades y fraudes.
Todo lo que se nos habla en la Biblia del Israel pre-estatal -anterior al 1000 antes de Cristo- fue confeccionado, narrado e inventado a partir del VI antes de Cristo, es decir 400 y 500 años después -en la época post-estatal- y resulta ser pura ficción teológica. Elucubraciones y fantasías de teólogos e iluminados o, en frase de Ernesto Renan, cuando «la bestialidad humana adquiere la forma de pacto con la divinidad. Se hace la solemne promesa de matar todo prohibiéndose uno a sí mismo utilizar la razón y la compasión. En la Biblia veterotestamentaria se nos cuentan costumbres bárbaras chorreantes de sangre. Se consagra y entrega una ciudad o un país a la aniquilación y se cree ofender a Dios si no se cumple tan macabro juramento». La creación, la salida de Egipto, la tierra prometida, Jericó y sus trompetas, Israel como pueblo elegido de Dios… son cuentos primitivos, tergiversaciones, trolas, fraude sin realidad histórica alguna. La misma verdad que la que puede encerrar hoy como palabra de Dios la prédica del obispo Rouco Varela, la del obispo Iceta, el obispo del ejército y la guerra Francisco Pérez o una novela de Salgari.
Y el viejo fraude inicial prosigue con la llegada del hijo de Dios al mundo, con el nacimiento de Jesús, su autopromulgada resurrección de los muertos y el regreso final y juicio al fin de los tiempos.
Hoy adviento es repetición anual de cuento y leyenda, en él no hay poso, ni lección, enseñanza o huella de la investigación, análisis o progreso de la ciencia. Hoy, como hace cientos de años, la Navidad cristiana sigue siendo teoría impermeable, que ya hace muchos años se reveló como fraude y engaño: un Dios que se hace hombre mediante una virgen no fecundada por varón alguno, que da a luz en una cuadra mientras revolotean ángeles, una estrella en el cielo señala su pesebre y tres magos le ofrecen dones y le rinden honores.
Nada nuevo, repetición de viejas leyendas; también Buda existía como ser inmaterial en el cielo antes de su bajada a la tierra, también los gnósticos enseñaban ya antes la bajada del salvador, del primogénito de Dios, también el dios del sol egipcio fecundó a la esposa virgen del rey, también en Persia Zaratustra era hijo de virgen. Hera parió a Hefesto siendo virgen. A Mitra le adoraron pastores llevándole las primicias de sus rebaños. Mucho antes de que la Iglesia estableciera el 25 de diciembre como el día del nacimiento de Cristo (ocurre por primera vez el año 353) ya se festejaba en ese día el nacimiento de Mitra: «La virgen ha parido, recibid la luz. El gran rey, el bienhechor Osiris, ha nacido. Os ha nacido hoy el salvador» [1] .
Los nacimientos de virgen son conocidos en la antigüedad. Hoy ya nadie osa vender como hecho histórico semejante cuento, salvo la Iglesia y sus comerciales.
El análisis crítico-histórico de los textos, el análisis serio de los textos del Nuevo Testamento que hablan del nacimiento de Jesús, remiten a lo siguiente [2] :
Primero : Los documentos más antiguos del Nuevo Testamento, las cartas del apóstol Pablo y el Evangelio más antiguo, el de Marcos, nada saben de un nacimiento de virgen.
Segundo : Las historias navideñas contienen mayormente elementos ficticios, que nada tienen que ver con lo realmente ocurrido. De modo que no hubo un empadronamiento imperial bajo César Augusto ni una matanza de niños en Belén. Herodes ya había muerto antes de que Jesús naciera. Los ángeles provienen de la mitología primitiva y los pastores en el campo, al igual que los magos de Oriente, son personajes ideales. La narración sobre la estrella de Belén es una ficción. Además Jesús no nació en Belén sino en Nazaret.
Tercero : Jesús tuvo un padre terrenal, humano. El nacimiento de virgen es una interpretación, quiere recalcar la divinidad de la persona de Jesús, colocándole a la misma altura que a otros hijos de dioses de la antigüedad, que también supuestamente nacieron de madres vírgenes. El evangelista Mateo para decir que Jesús habría nacido de una virgen se apoya en la traducción griega del libro de Isaías, donde en el cap. 7 v. 14 se dice: «Ved la virgen quedará preñada y parirá un hijo». Isaías estaba pensando en un suceso ocurrente en su tiempo, en el siglo VIII antes de Cristo. Además en el original hebreo se dice «mujer joven» y no «virgen».
La narración de Mateo es una pura ficción; la repetición anual en iglesias, catedrales y ermitas por curas, párrocos y obispos es un raca-raca aburrido de un viejo mito, un engaño consciente que hoy, para no provocar carcajadas en el oyente, lo subliman, lo espiritualizan convirtiéndolo en un algo no se sabe qué. Como la resurrección de Jesús, que sabiendo que no fue un hecho real ni histórico terminan diciendo que es una resurrección en la fe, en la palabra…, pero resurrección. Vaya, un chorizo sin mondongo, sin nada dentro, mera piel, un fraude denunciable.
[1] Karlheinz Deschner, El credo falsificado, ed. Txalaparta, pag. 41-53
[2] Gerd Lüdemann, Wer war Jesus, zu Klampen, pag. 78-81
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