M.H.: Me gustaría que nos brindaras un panorama de la situación política que está viviendo Brasil en este momento. R.A.: La crisis brasileña está viviendo su momento más grave. Se están dando una sucesión de cosas, la primera, que acaba de suceder hoy, es la delación hecha por el senador Delcidio Amaral, que fue titular […]
M.H.: Me gustaría que nos brindaras un panorama de la situación política que está viviendo Brasil en este momento.
R.A.: La crisis brasileña está viviendo su momento más grave. Se están dando una sucesión de cosas, la primera, que acaba de suceder hoy, es la delación hecha por el senador Delcidio Amaral, que fue titular del bloque del PT en la Cámara Alta. Este hecho involucra a muchos, a Dilma, a Lula, inclusive a la oposición, a Aécio Neves y a sectores del PMDB que hoy están en el gobierno pero que están cambiando para ganar posición.
El segundo elemento crítico es la propia Convención nacional del PMDB, partido que tiene el papel decisivo, porque a quien decida votar la mayoría del PMDB será garantía de que ocurra o no el impeachment. El PMDB está prácticamente decidido a salir del gobierno y dio treinta días para que ese proceso se lleve adelante definitivamente.
Por último, hubo una manifestación en Brasil el domingo de las capas medias conservadoras, muy masiva. San Pablo que es un estado y una ciudad muy conservador, con una clase media muy de centro derecha y derecha, tuvo más de un millón de personas en las calles. Fue una manifestación en contra de Dilma, de Lula y una cosa curiosa es que esta manifestación también fue en contra del gobernador de San Pablo y también contra Aécio Neves que son del PSDB, de la oposición.
Por primera vez las capas conservadoras que están en oposición a Lula y a Dilma dijeron también que no gustan de Aécio Neves ni de Geraldo Alckmin porque todos están involucrados con la corrupción.
La última tentativa del gobierno se está llevando a cabo ahora en Brasilia, donde hay una reunión entre Dilma y Lula para traer a Lula para su ministerio; porque como saben, Lula está siendo acusado de corrupción por utilización de recursos y esto puede llevar a su encarcelamiento inmediato, pero si se convierte en ministro su juzgamientos debe ser por la esfera federal, por el Tribunal Superior del país y no por la esfera estadual como viene ocurriendo con la llamada operación «lava jato». Dilma tiene la última carta, una vieja carta, que sería que Lula consiguiese un apoyo de los sectores del PMDB por lo menos para impedir el impeachment en su contra. Como ves la situación es de completa inestabilidad.
M.H.: En abril de 1984 tuve la oportunidad de participar de la movilización por las directas en Rio de Janeiro y aquí se ha comparado en cuanto al número, a esa movilización con las del día domingo. Inclusive se habla de que superaron lo que fueron aquellas movilizaciones de principios de la década del ´80 que presionaban por el fin del régimen militar en Brasil. ¿Es esto así?
R.A.: Es así en el sentido puramente cuantitativo. La población brasileña hoy es de más de 200 millones de personas, población muy amplia que supera en muchos millones a la de 1984. Por otro lado, todos los canales grandes y medios de televisión hicieron una gran campaña para incentivar la presencia de la oposición al PT. También, fue un movimiento incentivado por la Federación de la Industria de San Pablo que invirtió mucho dinero, así como los bancos, la Federación del comercio, etc. O sea, que se utilizaron muchos recursos para esto. Hay un período de mucha lluvia en Brasil, pero no hubo lluvia ni en Río ni en San Pablo el domingo y eso también favoreció la presencia masiva; pero es muy importante que quede claro que fue una manifestación de las clases medias conservadoras, la presencia de las capas populares fue muy pequeña.
Más del 50% de quienes participaron de la manifestación en San Pablo reciben entre 5 y 20 salarios mínimos, o sea es un salario de 20.000 reales propio de las clases medias altas. No hubo en ninguna parte del Brasil presencia popular, de masas o de las periferias; no porque estén contentos con el gobierno de Dilma, porque también están en situación de completo abandono, pero las periferias más organizadas perciben que este es un movimiento de derecha y no quieren mezclarse.
El PT perdió el apoyo completo de las capas medias de la sociedad brasileña y no tiene apoyo de sectores populares, excepto aquéllos que todavía tienen vínculos con el PT, como la CUT, el MST y el Movimiento sin Techo, inclusive estos dos últimos hacen oposición a la política económica de Dilma que es desastrosa, porque es para destruir los derechos de las clases populares.
Dilma perdió el apoyo de todos los sectores de las clases dominantes que garantizaron su gobierno y el de Lula. Perdieron el apoyo en las clases medias por completo y ya no tienen un apoyo fuerte en las clases populares.
Hay un punto importante, muchos sectores populares y para muchos intelectuales de las capas medias más críticas, saben que una cosa es la tragedia del gobierno de Dilma pero que el impeachment es un golpe. No hay prueba cabal de que Dilma esté incriminada. Por eso decimos que por ahora la deposición de Dilma sería un golpe parlamentario, no militar, pero sí parlamentario porque el Parlamento brasileño está en su peor momento, está totalmente degradado y tiene una condición golpista.
M.H.: Estás mencionando distintos sectores sociales pero también a los medios que alentaron la movilización contra Lula, Dilma y el PT. ¿Qué ha sucedido? Porque hasta no hace mucho tiempo atrás, para los grandes medios, el PT, al menos aquí en Argentina, era una suerte de espejo en el cual se tenía que mirar el gobierno de Cristina.
R.A.: Primero que la crisis económica brasileña es profunda, hay muchas grandes, pequeñas y medianas empresas que están cerrando las puertas y el desempleo se amplía muchísimo.
Segundo, la crisis política llevó al PT a una corrupción muy grande y las derechas siempre hicieron y hacen corrupción pero no quieren compartir la corrupción con el PT.
Tercero, las capas conservadoras de centro y derecha decidieron que no quieren más como sus siervos a Lula ni a Dilma, ahora quieren uno de ellos para controlar el gobierno y es más o menos lo que pasa con Macri en Argentina. La derecha brasileña quiere escoger un cuadro de las clases dominantes. Lula y Dilma ya les sirvieron, pero ante la crisis económica profunda, se presenta la incapacidad de tomar las medidas duras contra las clases populares. Dilma no lo puede hacer porque su gobierno está en crisis y tiene una interminable sucesión de denuncias, es un cuadro de crisis profunda por eso la clase dominante coloca por fuera a los dos gobiernos de Lula y al gobierno y medio de Dilma, ya no les interesan.
Para las izquierdas sociales y políticas hay que recomenzar, el fin del gobierno del PT marca el fin de la política de conciliación de clases, es la hora de un capitalismo salvaje, agresivo, antipopular, privatista completo, más de lo que fue el propio gobierno del PT.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.