Despunta el alba, una gota que cae del cielo choca contra la superficie de tela. Golpea, penetra y se adhiere a la fibra seca que la absorbe sedienta por ser la pionera. Sopla viento que trae lluvia y a lo lejos nubarrones truenan. Una gota tras otra gota. No se trata del rocío mañanero. Es […]
Despunta el alba, una gota que cae del cielo choca contra la superficie de tela. Golpea, penetra y se adhiere a la fibra seca que la absorbe sedienta por ser la pionera. Sopla viento que trae lluvia y a lo lejos nubarrones truenan. Una gota tras otra gota. No se trata del rocío mañanero. Es cosa incierta, continua e inclemente. No amaina, no. Entre fibras las gotas se juntan rodeadas de urdimbre y trama. La tensión superficial del líquido permite su cohesión, su adherencia y poco a poco, por capilaridad, se esparcen por todo el lienzo hasta el confín superior. Las trenzas se estiran con el peso. El tejido se empapa, el entrelazado de hilos ya no es igual, se tiñe y adquiere una nueva naturalidad de colores y hasta olores y sabores diferentes. No se necesitaron muchas gotas para alterar la red. La gotera prosigue y no para.
La espiral de violencia en el Oriente Próximo y África tiene como telón de fondo el conflicto por petróleo. Estados Unidos se quedó sin petróleo y el llamado petróleo de esquisto es la última bala energética en su revólver Smith and Wesson . Ellos lo saben, por eso designan a un Secretario de Estado que anteriormente fue presidente de la corporación petrolera más grande del mundo, la ExxonMobil. El petróleo es su prioridad en la política de estado. Estados Unidos en la próxima década tendrá la misión de asegurar los suministros de crudo en cantidad y confiabilidad suficiente antes que se superponga el crecimiento de la economía de la India a la pujanza de china. Esta situación hará que la demanda petrolera se dispare con una industria de los hidrocarburos que no ha realizado las inversiones requeridas para explotar los yacimientos costa afuera que son la única fuente capaz de reemplazar el agotamiento de los yacimientos de crudos convencionales en tierra. Los precios bajos del petróleo fueron manipulados artificialmente para reflotar las economías moribundas del mundo occidental a costa de las inversiones menguadas petroleras. La crisis petrolera que se avizora es enorme. Por tal razón el conflicto se intensificará y el gotear de refugiados hacia Europa se incrementará.
Hasta ahora, son 13 millones de refugiados provenientes de Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen en su mayoría musulmanes, empapando principalmente la malla europea. Europa ya cambió para siempre pero aún no se ha percatado de ello. Comienza la pugna entre la vieja Europa amarfilada y la nueva llena de contrastes. Esa vieja Europa que hasta apenas el año 2000 exhibía en sus museos un ser humano negro disecado. Tuvo inclusive que quejarse el propio secretario de las Naciones Unidas para que retornara a Botsuana aquel pobre infeliz. Esa vieja Europa cruel que le grita a otro ser humano azabache cánticos xenófobos mientras se ahoga justo al costado de un barco cargado de turistas. Esa vieja Europa que se ha quedado sola con sus problemas mientras Estados Unidos se lava las manos cual Pilatos en el tema de los refugiados.
Surge ahora una nueva Europa enriquecida con el contingente humano deseoso de superación. Esta nueva Europa requiere de líderes que aprendan del Legado de Hugo Chávez y como a través de las Misiones Sociales se logró atender en Venezuela a su propia población y otros 5 millones de desplazados colombianos (un 15% de los habitantes del país). Este país latinoamericano y caribeño ha demostrado resistir a ataques imperiales de todo tipo y gracias a su gente, que integró refugiados colombianos, europeos de la Segunda Guerra y árabes, sus riquezas e ideales solidarios podrá convertirse ante la adversidad en el más próspero del continente sur gracias en parte a un gotear de refugiados.
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