Ganó tres Altazores hace poco y apenas se supo. Mauricio Redolés, el poeta punk, aseguró que no lo entrevistó nadie y aprovechó de despotricar contra la cultura chilena, la Nueva Mayoría, sus aliados y los viejos emblemas revolucionarios.
Nos juntamos en el corazón de su barrio, en la Plaza Yungay, donde unos hinchas todavía pasaban la resaca tras el triunfo ante España. Mauricio Redolés llegó tarde, bien tarde, pero se quedó durante casi una hora, hablando de todo mientras pegaba el frío y los recuerdos se mezclaban. Así fue la entrevista para El Desconcierto con el poeta punk, que revivirá el próximo 28 de junio su disco ¿Quién mató a Gaete? junto a Los Descuentos en la SCD.
¿Cómo recibes la noticia de los tres premios Altazor por tu último disco?
Bueno, un gran regalo, una cosa que cayó del cielo, una cosa demasiado hermosa, como se dice hoy día, que a todo le ponen demasiado. Yo, la verdad es que, primero, no creo mucho en estos premios, yo creo que los premios son como hitos del momento y te los dan la gente que te quiere y te respeta. No creo que mi disco sea distinto porque ganó el premio. Claro, puede servir pal mercado, y va a tener ese estímulo, pero el disco sigue siendo el mismo, como el de Carlos Cabezas y el de Los Bunkers, pero que los pares lo hayan destacado es una cosa que cae del cielo, es muy bonito, es un bonus track.
Yo estaba muy contento con el disco, había tenido buena acogida, pero tú eres la segunda persona que me entrevista. No es por desmerecer tu medio, pero yo no lo conocía y a la radio por Internet que me entrevistó tampoco. En la noche me entrevistó Cooperativa que, no sé, si pudieran haberlo evitado quizás lo hubieran evitado. Ni La Tercera, ni El Mercurio, ni Lun, ni La Cuarta, nadie se preocupó de decir oye, este señor ganó esto, excepto Vanessa Vargas y los señores de la radio de San Miguel.
Cuéntanos cuáles fueron las ideas y las definiciones que sacaron a la luz este «One two tres cuatro».
Este disco nació con la esperanza de ser un poco un homenaje a la música mexicana en sus comienzos, pero de ahí toma un poco el tema de la música mexicana tejana, el blues, la balada. Yo soy muy admiradora de toda esa mezcla, es muy importante porque, como Latinoamericano, es como estar mirando hacia el norte y en el norte está México, pero también está Estados Unidos. De Canadá me gusta Leo Cohen, de Canadá me gusta su blues, de México me gusta toda su música, sobre todo el corrido. Fue un vuelo hacia allá, digamos. Me influía la música mexicana que escuchaba en la casa cuando era niño porque habían unas empleadas en la casa, de Los Andes, que nos cuidaban a mí y a mi hermano. Ellas llegaban y sonaba todo el día música mexicana, pero todo el día.Yo escucho música mexicana y me da hambre porque me acuerdo cuando ellas estaban preparando las lentejas.
¿Sigues haciendo talleres de poesía? Una vez escribiste Bello Barrio, por ejemplo, que es gran un poema que a la gente le gusta mucho. ¿Sigues escribiendo y piensas publicar pronto?
Yo, para que lo pongas ahí, todos los martes hago un taller de 20 a 22 horas, en un restaurant que se llama El Merkén, que está en Antonio Bellet. Vale 40 lucas al mes, hago 4 ó 5 sesiones. Ahí les muestro cosas, veo lo de ellos y hablamos de lo que sea política, cultura, sociedad, temas suicidas.
¿Cómo se hace un taller de poesía? ¿Se puede enseñar a escribir?
Es muy interesante tu pregunta porque voy a tocar un tema que nadie pregunta. Pero antes voy a terminar lo que me dijiste antes. Hay un libro que publiqué el 2011, que se llama Los versos del subteniente o teoría de la luz propia que está con un heterónimo, con otro nombre. Se llama Marcelo Reyes Khandia el autor, entre comillas. Y es un libro que, como salió con otra nombre, nadie sabe que es un libro mío, muy poca gente lo sabe y la crítica literaria en Chile casi no existe, así que me da lo mismo que lo conozca la gente o no, me refiero a los críticos.
Sigo escribiendo, tomando nota, más que escribiendo porque en realidad, lo que voy a decir es bien chanta, pero yo se lo he escuchado a otros escritores. Uno es escritor todo el día po, y al final aburre la hueá. Entonces uno empieza a escribir con la cabeza, yo a lo mejor estoy escribiendo un cuento ahora sobre tu persona y esta entrevista y el curao que pasó y uno ya después lo olvida.
Lo que sí estoy escribiendo es crónica, más que poesía. Y empecé un libro en abril, de pequeños fragmentos, de recuerdos, memorias, pero no memorias de quién tiene el pene más grande, como decía Bolaño, que decía que todos los libros de memoria se imaginaba a tipos con un enorme falo y un enorme ego, no, mis memorias las escribo con las memorias de toda la gente. Es un libro que apenas comencé a escribir pensé que todos deberían escribirlo, porque todo el mundo tiene recuerdos, de hecho el libro se iba a llamar «cosas que no le importan a nadie».
¿Y podrá publicarse pronto?
Bueno, para eso lo estoy haciendo. No estoy muy interesado en escribir cosas para no publicar, a veces lo he hecho, pero también estoy pensando escribir cosas para mi familia, no para publicarlo, porque ya corresponde a otra capa de la cebolla. Los recuerdos son como la cebolla. Hay cosas que incluso a uno le cuesta contarse a sí mismo.
Y entonces, ¿cómo se hacen los talleres de poesía?
Caminando en estos talleres, me he dado cuenta qué es hacer un taller y qué no es, para mí. Primero, yo aborrezco la crítica literaria, la semiótica y esas hueás, me parecen una práctica intelectual demasiado excelsa, yo prefiero leer a los poetas, me refiero a la crónica poética, más que la crítica literaria. Igual he tenido de alumnos a pelmazos que dicen oye, tu adjetivizas demasiado la hueá. Mucha gente se va sola, pero los que se han ido reclamando han sido dos. Y se fueron porque llegué borracho.
Hay mucha gente agradecida de los talleres, más que nada por el espacio que se crea. Yo creo que en escritura, nadie puede enseñar a escribir, solamente tú lo sabes. Pizarnik decía que los poemas no se terminan, se abandonan, y a mí eso me marcó, creo que es la mejor manera de describir la actividad de la poesía. Como una puta sabe abandonar a tiempo su oficio, igual que un boxeador, tú tenís que saber.
Hace un tiempo enviaste un mensaje a las federaciones estudiantiles. Dijiste que pa las fiestas mechonas llaman a la cumbia y a ti no te pescan mucho. ¿Por qué nace esa queja?
Porque estoy cansado de ir a la Usach a cantar gratis, cuando tienen un conflicto, y cuando tienen una fiesta, invitan a la pachanga. Ahora, la queja es más bien por un problema cultural, no es un problema político.
Primero, hay oportunismo de parte de ellos, en el sentido de que cuando quieren contenido llaman a Redolés, pero la mía también es una música bailable. Hay cumbia, hay rock, hay rockabilly, hay blues, hay boleros, pero no está entre comillas, los clásicos, como grupos de covers. En el fondo todos los grupos hacen covers y hay pocas letras con contenidos entretenidos. A nadie le interesa hacer eso porque les interesa quedar bien con la derecha a los pachangueros chilenos, pa qué estamos con hueás. Le venden los temas existosos a Cencosud, a Banco Estado… entonces no sé si creerles o no.
Pero acá el problema es otro, Vanessa Vargas, es un problema que va más allá y es el siguiente: en Chile se desprecia la cultura, ya esa consigna de la cultura entretenida habla de un desprecio por la cultura. Esta es cultura, pero es entretenida. La cultura es algo fome, por antonomasia. Quiero decir que en un país más vivo en el sentido cultural, la gente se enteraría de que los artistas chilenos, los músicos en particular, ganan un premio. La gente no tiene idea, les interesa el Rey Guachaca, no tienen idea del cine francés, del cine latinoamericano. No tienen la más puta idea y les da lo mismo, les interesa tener comida, entregada en sus bocas y masticada con cerveza. Para más remate, hasta el 90 había una situación política que tenía que ver con una dictadura por lo tanto eso generaba conciencia en la gente de decir por qué estamos en una dictadura. Y hoy día no queda nada de eso, mi papá dice que Pinochet era güeno.
En Valpo despidieron a un profe por enseñarle uno de tus textos a sus alumnos. Es paradójico porque justo ese poema dice que hay viejos culiaos que no se creen que en un poema se pueda decir viejo culiao.
Sí, sí, pero el Consejo de la Cultura le dio todo el apoyo a él y a mí a propósito de eso, por lo menos alzaron la voz. Yo creo que hay un nivel en el que ya no se entiende nada, somos un país recatado, cartuchón al peo, en que las apariencias son muy importantes entonces es como es, no más, la cosa.
Oye y a propósito de tus canciones. ¿Cuándo llegará el socialismo?
La otra vez leí un comentario que hablaba de cómo las grandes economías, como Estados Unidos, toman medidas leyendo a Marx para solucionar problemas económicos. Marx no hizo su propuesta pensando en la clase obrera, él hizo un análisis general donde la solución que él veía era que los trabajadores se tomaran el poder y cesara la plusvalía, etc. Él escribió el Manifiesto en 1848. Estamos en el año 14, quedan unos años para que se cumplan 200 años. Y como él hizo el análisis de la sociedad a un nivel de desarrollo y aún seguimos con la misma estructura, estamos viviendo el capitalismo.
Aquí estamos viviendo la misma hueá que describió Marx, lo que mueve la sociedad es el emprendedor. Eso es un capitalista, es un hueón que tiene que explotar a otro, es la apología que se hace al mini capitalista, no a la cooperativa de trabajadores, que me parece superior o a otro tipo de sociedad. Lo más cercano que conocemos son experiencias fracasadas, pero que han sobrevivido, como Cuba, y lo han hecho con una serie de problemas reales que yo creo entender muy bien. No es que yo sea partidario de Cuba a brazo amarrado, yo no podría estar de acuerdo, por ejemplo, con que Celia Cruz no haya podido volver a Cuba, pero yo a Cuba la amo, la respeto. Han cometido errores, están a 90 millas de Estados Unidos, que tienen una prisión de este país culiao que es Estados Unidos, horrible po.
¿Qué te parece el contexto político actual y la llegada de la Nueva Mayoría? Tu viste lo que pasó en las elecciones, incluso apoyaste a Marcel. ¿Cómo ves ese escenario?
Si hiciésemos un viaje hacia el futuro y miráramos hacia atrás, vamos a ver que los gobiernos que hubo después de Pinochet fueron todos de derecha. Un proyecto de derecha con más o menos libertades, pero de derecha al fin, con más o menos justicia social. El actual también es de derecha más liberal, más cercano al centro, pero al fondo, eso es lo que yo creo que es el gran error del Partido Comunista: haber apoyado un proyecto de derecha.
Esto es muy distinto al proyecto de Allende, ese era un proyecto de izquierda, ambos proyectos reformistas, pero el de Allende tenía un componente revolucionario, él quería cambiar todo y este no, no se va a meter con la propiedad privada de los grandes medios de producción, ni va tocar la prensa. Por eso tenemos la prensa que tenemos, que hace lo que quiere, que se considera dueña del país, que les pedís 20 por ciento de música chilena y te mandan a la chucha. Para la mayoría de esos diarios Redolés no existe, estamos acostumbrados, además, también nos acostumbramos a esta mierda, a este frío, a esta cagá.
Yo entiendo pero no justifico lo que ocurre con los grupos más desordenados, los que salen a botar postes. La gente dice que son delincuentes y no son delincuentes, son gente que está hastiada, cansada, que no quiere saber nada de nada. Yo no lo justifico, no creo que estén en lo correcto, pero el MIR tampoco estaba en lo correcto y ahora Miguel Enríquez es un ángel para todos.
¿Por qué no estaba en lo correcto el MIR?
Básicamente porque no estaba por apoyar el gobierno de Allende, que era lo único que había para apoyar en ese momento. No, ellos querían la revolución ya, ahora, porque eran todos cuicos de la Católica, de la U de Conce, de la Chile. Los componentes obreros fueron los más consecuentes.
En el MIR hay gente a la que le tengo un gran respeto, como Dagoberto Pérez, que murió atajando la embestida de los fachos en Malloco y muchos compañeros del MIR que conocí en diferentes partes. Ellos murieron igual que los comunistas y los socialistas, pero fue gente que salió sí a enfrentar, era gente consecuente, pero estaban muy equivocados, nadie se mete en ese problema, porque también es un tema incómodo en el sentido de decir: a ver, qué quería el MIR.
El MIR quería que se repartieran las armas, pa qué si la gente no sabía ni disparar. La gente tampoco estaba dispuesta ni convencida a cruzar la vereda y dispararle a su hermano que estaba en la otra barricada. No vivíamos una situación revolucionaria imposible en la cual la única solución eran las armas y el MIR decía eso. Se equivocó con sus consignas, se equivocó con el gobierno de Allende al no apoyarlo, se equivocó en toda la línea.
Pero ellos dijeron públicamente que ofrecerían un apoyo crítico al gobierno de Allende.
Mira, yo tenía 20 el 73, o sea, no era un niño y recuerdo a ciencia cierta que no era así. Para nada, no. Además que era lo que necesitaba la derecha, como necesitan hoy día a los anarquistas para denostar a las protestas estudiantiles. ¿Qué muestra el derechista de Matías del Río? Muestra a un hueón rompiendo un semáforo.
Oye, y en la misma línea de esta conversación, tengo que preguntar esto: ¿Sigues prefiriendo el caos a esta realidad tan charcha?
Yo te digo que las realidades continúan siendo charchas. Es menos charcha que la dictadura, también debo reconocerlo. La gran diferencia entre una dictadura y una democracia, decía Churchill, es que si sonaba tu timbre a las 8 de la mañana, te levantabas y abrías, porque seguramente era el lechero que andaba repartiendo la leche, pero en dictadura te cagai de miedo.
Entonces, claro, existe esa diferencia que es hasta por ahí no más, se denosta a los mapuche y se les acusa de terrorista cuando los hueones están luchando por una hueá que se los han cagado más de 200 años. Y más, 200 años fue el Estado chileno, con los españoles se llevaban mejor. Entonces, chucha… sigue la hueá igual como estaba, sigue, sigue. ¿En qué ha cambiado? ¿Ha cambiado en algo? Hay puros proyectos de ley y después el otro rechazó el proyecto de ley y por ahí se van. ¿Qué se necesita? Una revolución, necesitamos una revolución. Eso es lo que necesita Chile para terminar con la realidad charcha y la revolución supone caos.