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Un fichero informático prueba que las 'majors' multadas crearon un monopolio

El «gran hermano» cinematogŕafico existe

Fuentes: El Mundo

Las distribuidoras de cine Sony, Warner, Fox, UIP y Disney imponían contratos tipo, precios y hasta las salas para sus filmes, dice Defensa de la Competencia

Un fichero informático común, con clave de acceso, y en el que se introducían todos los datos de estrenos, precios y espectadores, facilitó el monopolio organizado por las cinco multinacionales distribuidoras de cine multadas el miércoles por el Tribunal de Defensa de la Competencia.

Dicha resolución, hecha pública ayer y adoptada por unanimidad, destaca que los datos allí incluidos por UIP, Warner, Sony, Disney y Fox impedían «una competencia real» entre ellas, y demuestra que actuaban como un cártel, repartiéndose «un 70%» del pastel del cine en España.

Las cinco grandes fijaban a través de esta base, auspiciada por Fedicine (la federación de distribuidores, también multada con 900.000 euros), precios, horarios e incluso las salas en que debían emitirse sus películas, y asfixiaban a los exhibidores ofreciendo una oferta unitaria camuflada de competencia. Una oferta que las salas, igual que en El padrino, no podían rechazar.La resolución constata que las majors se ponían de acuerdo para que sus estrenos estrella no coincidieran, y fijaban precios casi inamovibles.

Defensa de la Competencia ha constatado cómo en 2002 estas cinco compañías colocaron 20 de sus estrenos rompetaquillas entre las 25 películas más vistas, llevándose el 52,7% del mercado, y cómo sólo en dos ocasiones sus títulos se pisaron, a lo largo de todo el año, en el viernes de premiere (en el primer fin de semana se logra el 40% de las recaudación de cada película). Claro, las unas sabían cuándo iban a estrenar las otras, y el club dejaba las migajas para los distribuidores autóctonos.

Sin competencia

La base, clave en todo el embrollo, fue creada en 1999. Sus datos eran mucho más minuciosos y exhaustivos que los facilitados y unificados por el Ministerio de Cultura, hasta el punto de que, según el tribunal, su puesta en común impedía la competencia.En el fichero cada major anotaba la información referente a la película: número de copias, salas en que se exhibía, recaudación diaria e incluso los espectadores diarios que cosechaba.

Más: estos cinco distribuidores, que en realidad actuaban como sólo uno, crearon un contrato tipo por el que los cines les pagaban (aún les pagan) un 60% de lo recaudado, por sistema.

Es decir, las majors imponen las condiciones a los cines. La sentencia va más allá: estas firmas «determinaban las salas» en que debían proyectarse sus filmes; «impedían descuentos sin permiso expreso» fuera del día del espectador, protegido por ley, e incluso obligaban a los propietarios de las salas a pagar antes de llevarse las cintas, a ir a buscar los rollos a sus dependencias y a hacerse cargo de los costes de ese traslado.

Haciendo un inciso, la posición dominante de estas cinco compañías permitía una situación como la que se produjo hace escasas semanas.Se estrenó Instinto básico II con 200 copias, y en su primer fin de semana no llegó a cubrir el precio de cada una de ellas.»Se quedó en 495 euros», cuenta Pedro Pérez, presidente de los productores españoles. Y agrega: «Una cinta española no habría aguantado al siguiente fin de semana. ¿Cómo es que el filme siguió con igual número de copias siete días después?». Porque la competencia no es real, como asegura Defensa de la Competencia en primera instancia.

El tribunal hasta ha contrastado que «incluso uno de los cines de más recaudación de España [no refiere cuál] pagó una cuota del 60% [es decir, la marcada por el cártel] por el 90% de los estrenos» de estas cinco compañías. Lo que significa que ni incluso los cines más poderosos pueden resistirse a la acción coordinada de las majors para controlar el mercado.

Otro extremo importante de la sentencia es el que corrobora el valor de las superproducciones más taquilleras para las cuentas finales de las compañías. Por ejemplo, sólo seis de los 67 filmes distribuidos por Fox en 2002 lograron el 67% de lo ingresado por dicha firma ese año. ¿Y las demás? Lo exhibidores llevan años denunciando que se les obliga a comprar paquetes cerrados, con una película vendible y seis imposibles.

Los datos son irrefutables: de las 1.877 películas estrenadas en 2002, las 20 más potentes de las lanzadas por las cinco majors se merendaron la mitad del mercado. Ninguna de las cinco compañías quiso comentar nada ayer. En la Federación de Cines, demandante, la resolución, aún recurrible, causó «optimismo».

 


Trampas para «colonizar gustos»

«El problema es que así, con trampas, colonizan los gustos», acertaba ayer Gerardo Herrero. El director, productor y ex presidente de la Academia describía la escena: ‘estrangulando’ el mercado con sus estrenos, las ‘majors’ «casi obligan a la gente a ver sus películas, y más allá de lo económico el impacto es cultural, profundo, determinan qué es lo aceptado». Pedro Pérez, el líder de los productores, se felicitaba también porque «hemos repetido por activa y por pasiva que no estamos en competencia real, y al fin se está demostrando. Siempre se nos ha dicho que hagamos mejores películas para competir. Pues bien, ahora se ve que las reglas no son iguales para todos». Pérez siempre ha sido partidario «de que fuera la Justicia y no el Gobierno» quien atajara una situación «que es ‘vox populi'», pero aun así desde Cultura se enviaba ayer un mensaje de aprobación: «Vemos positivamente todo aquello que signifique un equilibrio entre los sectores de este mercado», señaló a este diario una fuente ministerial. La Academia de Cine también se mostró satisfecha ayer, por boca de su directora general, Ana Arrieta: «Es una excelente noticia, he hablado con casi todos los miembros de la junta directiva, y se felicitan».La Unión de Actores, por boca de su secretario general, Jorge Bosso, también saludó la resolución con fervor: «Era hora, han hecho mucho daño al cine español». Pedro Pérez era ayer «optimista» en cuanto a las consecuencias de la resolución, de llegar a ser firme: «La cadena de valor estaba descompensada, y además no hay que olvidar que los filmes que ellos distribuyen llegan a España ya amortizados, mientras que los nuestros parten de cero».Sólo hubo una voz discordante: la del productor Andrés Vicente Gómez, que decía: «No veo por qué los precios no pueden ser similares entre las ‘majors’, me parece lo normal».