El sistema también tiene su utopía que habla del hombre nuevo. El hombre nuevo del sistema es aquel que garantizará el reinado de una minoría y el vasallaje de las mayorías. El hombre nuevo del sistema será el habitante de renovado neofeudalismo del tercer milenio. Y aunque ya se ha demostrado la eficiencia de los […]
El sistema también tiene su utopía que habla del hombre nuevo.
El hombre nuevo del sistema es aquel que garantizará el reinado de una minoría y el vasallaje de las mayorías.
El hombre nuevo del sistema será el habitante de renovado neofeudalismo del tercer milenio.
Y aunque ya se ha demostrado la eficiencia de los bebés de probetas, es necesario profundizar la ingeniería genética social.
De tal forma, el hombre nuevo que necesita el capitalismo del tercer milenio habitará el paisaje de esta cápsula espacial llamada planeta Tierra por varios siglos.
La principal herramienta del proyecto de ingeniería genética que desarrollará los modelos de hombres nuevos del sistema sigue siendo la educación.
O mejor dicho, la falta de educación o, en todo caso, mantener y profundizar la brecha donde se multiplican los excluidos de las escuelas.
Hay que expulsar a las mayorías del sistema educativo.
Esa es la matriz que garantizará al sistema la nueva camada de hombres nuevos.
Individualistas, consumidores consumidos, habitantes del presente y vaciados de memoria y proyectos, capaces de convertirse en caníbales de los que están a su lado, que jamás osen mirar hacia arriba.
El hombre nuevo del sistema va moldeándose a fuerza de pobreza inventada y, en especial, de analfabetismo inoculado a medida que avanzan los años.
Hay que mantener las formas.
No puede haber estado que no hable de darle educación primaria a sus poblaciones pero llegada determinada edad, los resortes institucionales de los países que no discuten al capitalismo, comenzarán a desentenderse de sus supuestamente indelegables funciones sociales.
Y allí aparecerá, una vez más, la matriz del hombre nuevo ideal para el sistema.
Las noticias confirman este pensamiento.
«Uno de cada tres niños que vive en países en desarrollo, totalizando 193 millones de niños, ingresa en la escuela primaria con problemas de desarrollo cerebral causado por la subnutrición y con pocas perspectivas de adquirir una buena educación». Son datos extraídos del llamado Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2009, elaborado por la Unesco.
Para el organismo, en el mundo «hay 75 millones de niños con edad de cursar la enseñanza primaria que no asisten a la escuela. Esa estadística es sólo un indicador parcial de la magnitud del problema, pues hay millones de niños que ingresan en la escuela y la abandonan prematuramente sin terminar sus estudios primarios».
La consecuencia se verifica en la adultez: 776 millones de adultos en el mundo no sabe leer ni escribir, lo que significa el 16 por ciento de la población mundial. Dos tercios de esos analfabetos son mujeres. La estimación es que en 2015 el planeta continúe contando con 700 millones de adultos iletrados.
Semejante matriz confirma el experimento genético social que está en marcha.
Así se formará el hombre nuevo del sistema, aquel que repita, multiplique y afiance la perdurabilidad de un planeta manejado y expoliados por pocos, mientras los que son más se matan entre ellos.
Esa es la ferocidad que se esconde detrás de estos números.
La utopía al revés del sistema, el hombre nuevo analfabeto.
Ya es tiempo de romper esa matriz.