Gaitán denunció, desde el comienzo de su lucha hasta el momento de su asesinato, el peligro que representaba para Colombia el imperialismo norteamericano. Su primer debate en el parlamento fue para desnudar el papel explotador del Imperio y, ya triunfante y jefe único del Partido Liberal, al que se había tomado el Movimiento Gaitanista para […]
Gaitán denunció, desde el comienzo de su lucha hasta el momento de su asesinato, el peligro que representaba para Colombia el imperialismo norteamericano.
Su primer debate en el parlamento fue para desnudar el papel explotador del Imperio y, ya triunfante y jefe único del Partido Liberal, al que se había tomado el Movimiento Gaitanista para inocularle un programa de acción socialista – tal como fue su estrategia -, en la Plataforma Ideológica aprobada para esa nueva etapa revolucionaria del pueblo, que se elaboró en una gran convención popular, se dejará consignado en los capítulos X, XI, XII, XIII su voluntad de unión de la América Latina y de lucha contra el fascismo y el imperialismo norteamericano. Así dirá:
X. El liberalismo proclama su solidaridad con todas las fuerzas políticas de izquierda que en el Continente Americano luchan por hacer efectiva la democracia librándola del dominio de los grupos plutocráticos que en lo externo actúan como fuerzas imperialistas y en lo interno como oligarquías que concentran en su excluyente interés los poderes económicos como medio de influencia política y la influencia política como medio de ventajas económicas.
XI. El liberalismo luchará contra las fuerzas de regresión que traten de imponer una política fascista o falangista en nuestro país.
XII. El liberalismo proclama la urgencia de una unidad real de los pueblos latinoamericanos, tomando como base la armonía de las distintas economías nacionales. El partido se declara en favor de la reunión de una Conferencia Económica Latinoamericana que, previo el estudio técnico realizado por cada país, planifique un sistema de compensaciones de sus productos, sin recargos aduaneros.
XIII. El liberalismo es partidario de la solidaridad de Colombia con los Estados Unidos y en ningún caso confunde a las grandes fuerzas democráticas que en esa nación batallan por el mismo ideal de los demás pueblos con los grupos imperialistas cuya actividad es funesta, tanto para la democracia del Norte, como para la de otros países. El liberalismo entiende que la realidad de la amistad entre los Estados Unidos y los demás países de América tiene como bases principales la defensa conjunta de la estructura republicana y democrática, el intercambio comercial con ventajas equivalentes, a la no intervención en las determinaciones políticas internas. La política del buen vecino la acepta el liberalismo como una sincera colaboración de la nación del Norte en el proceso de desarrollo industrial de los países latinoamericanos.
Es que el avance imperialista, teniendo a la oligarquía colombiana como cómplice, comenzó antes del asesinato de mi padre, Jorge Eliécer Gaitán.
En efecto, cuando mi padre fue proclamado candidato del pueblo a la presidencia de Colombia, perdió esas elecciones en 1946, ganando el conservador Mariano Ospina Pérez.
Pero el mismo día de su derrota, mi padre salió a proclamar «hoy comienza la lucha». Eso hizo que el pueblo abriera los ojos y se uniera masivamente a su causa. El Movimiento Gaitanista creció como espuma y Gaitán se convirtió en el dirigente político con más poder en el país.
La oligarquía se propuso atajarlo, pero sabía que, de asesinarlo, se produciría un cataclismo nacional. Entonces, para despojarlo de su poder, la oligarquía liberal-conservador a optó por quitarle el fundamento de su fuerza, que radicaba en el pueblo y fue así como se dió inicio al GENOCIDIO AL MOVIMIENTO GAITANISTA.
Fue entonces cuando el Presidente Ospina pidió la asesoría técnica de Scotland Yard – muchas veces más tortuosos y habilidosa que la CIA – y ésta le aconsejó que creara un grupo de paramilitares para que fueran a los pueblos conservadores, disfrazados de liberales, a matar conservadores y esos mismos asesinos fueran a los pueblos liberales, disfrazados de conservadores, a matar liberales, Así, el pueblo se enfrentaría entre sí para vengarse y se iniciaría una guerra fratricida para liquidar las huestes gaitanistas. Así comenzó el genocidio al Movimiento Gaitanista, maniobra maquiavélica que mi padre denunció muchas veces en sus discursos.
Pero el gobierno norteamericano pensaba otra cosa. No le parecía que lo que había que hacer era despojar a mi padre de toda fuerza política sino utilizar su muerte para una gran sublevación popular.
El gobierno norteamericano había delegado en el General Marshall la responsabilidad de gestar acciones para frenar el avance del comunismo, que para ese momento había adquirido gran prestigio popular por el papel heroico que cumplió el ejército ruso durante la Segunda Guerra Mundial, que acababa de terminar victoriosamente para los aliados y con la derrota del fascismo.
Lo primero que ideó Marshall fue la creación de la CIA en 1947 como herramienta para luchar contra «el comunismo», o sea contra todo movimiento popular revolucionario. Para Europa gestó el Plan Marshall, con el propósito de frenar la muy posible victoria del comunismo en Grecia e Italia y, para la América Latina, ideó la creación de una organización que se enfrentara al posible avance del «comunismo» en este continente. Fue así como le propuso al gobierno de Ospina Pérez – temeroso del triunfo de Gaitán a quien veía como comunista, aun cuando no lo era, pues era socialista, pero igual, también le temían al socialismo, como le temen hoy – que se organizara en Bogotá una conferencia continental, a la que llamaron Conferencia Panamericana, para crear ese organismo anti-comunista (y anticomunismo era luchar contra todo el que no se sometiera a los dictámenes del Imperio). El único obstáculo que veían en el camino era que, para ese momento, había muchos gobiernos progresistas en la América Latina, que no se interesarían en crear ese organismo al que bautizaron OEA. Por lo tanto Marshall propuso que, a través de la CIA recién creada, se planeara el asesinato de Gaitán – no importaba si el país explotaba en una gran conmoción popular, al contrario, le echarían la culpa al comunismo y los delegados, atemorizados con lo que podía fraguar el comunismo, aceptarían la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Fue así como la CIA, con la colaboración del gobierno colombiano, que empleó al jefe de la policía, el coronel Virgilio Barco – tal como nos lo confesó la madre del padre Camilo Torres frente a varios testigos aún vivos ,- montaron un complot denominado «Operación Pantomima», que fue relatada en detalle por la confesión que hiciera el agente de la CIA de nombre John Merkless Espirito y que desembocó en el asesinato de mi padre.
Yo escuché en Cuba la declaración grabada de ese agente y me impresionó que relatara detalles que sólo conocíamos mi madre y yo, lo que me ratificó que ese hombre, Merckles Espirito, estaba en lo cierto.
Hay todavía gente de izquierda que quiere encubrirle a la CIA ese asesinato y que no culpa del magnicidio de mi padre sino a la oligarquía colombiana. Es porque necesitan encubrir acciones de las cuales hoy en día están arrepentidos. Pero la CIA asesinó a mi padre y las pruebas están ahí, incluso más contundentes e inequiívocas que las pruebas sobre la participación de la oligarquía colombiana. De modo que, ser anti-imperialista y simultáneamente encubrir ese asesinato que cometió el gobierno norteamericano contra mi padre y que le dió inicio a la violencia que estamos viviendo sin solución de continuidad, demuestra que existe un hueco negro que se pretende encubrir.
Fuente:http://www.cubadebate.cu/opinion/2009/11/11/imperio-asesinato-gaitan/