El 2 de enero de 1.988 Canadá y Estados Unidos firmaron un Tratado de Libre Comercio. Se trataba en este caso de naciones desarrolladas cuyos gobiernos prometían, a la luz de las recientes teorías, que el libre comercio generaría más y mejores trabajos, mejoraría los servicios públicos y daría un mayor nivel […]
El 2 de enero de 1.988 Canadá y Estados Unidos firmaron un Tratado de Libre Comercio. Se trataba en este caso de naciones desarrolladas cuyos gobiernos prometían, a la luz de las recientes teorías, que el libre comercio generaría más y mejores trabajos, mejoraría los servicios públicos y daría un mayor nivel de vida para todos. Colombia suscribió años después, en 2.006, un TLC con Estados Unidos y espera firmar -en el más absoluto secreto- un TLC con Canadá, al que se oponen un importante sector del partido demócrata de ese país, por los vínculos del gobierno de Uribe con los grupos paramilitares y el narcotráfico, y por la perdida de empleos en Canadá.
En aquel entonces el gobierno canadiense prometió a su pueblo que el libre comercio impulsaría a su nación a una » nueva era de prosperidad «. 20 años después, el Centro Canadiense para Políticas Alternativas, una prestigiosa entidad de investigación y estudios económicos y sociales, publicó un estudio llamado ¿ El libre comercio ha cumplido con su promesa? , en el que analiza a quiénes ha beneficiado este acuerdo.
El estudio revela que el más poderoso grupo de empresarios canadienses, asociados en el Concejo Canadiense de Ejecutivos (CCE), ejercieron una enorme presión sobre el gobierno de Brian Mulroney, para que aceptara sentarse a negociar con Ronald Reagan. Pero ¿el TLC ha contribuido a mejorar la calidad de vida de sus habitantes? ¿Ha cumplido su promesa de prosperidad para todos? Los resultados de la investigación son bastante reveladores:
Un primer dato significativo muestra que las 150 empresas que conforman la CCE triplicaron su nivel de acumulación de riqueza desde 1.987 hasta 2.006 . Y ¿este aumento de riqueza se ha traducido en generación de más y mejores empleos? Pues bien, de 41 de estas compañías analizadas en el estudio, 28 redujeron sus salarios para un total de 205.062 empleados, al tiempo que aumentaron sus ingresos en 93.000 millones de dólares en este mismo periodo. Las tres empresas más grandes de Canadá redujeron su fuerza laboral de 87.626 trabajadores a 43.000, mientras aumentaron sus ingresos de 38.900 millones de dólares a 67.300 en 20 años.
Sorprendentemente, después del ‘boom’ petrolero de Alberta, las tres empresas petroleras más grandes de Canadá despidieron a 7.072 trabajadores, aún cuando sus ingresos se incrementaron 290%. En el sector manufacturero, donde se realiza la mayor parte del comercio, hay 100.000 empleos menos que en 1.987. Sus trabajadores han tenido que buscar empleos en otros sectores, principalmente servicios, con salarios más bajos. Finalmente, los ingresos combinados de las 41 compañías aumentaron 127% al pasar de 137.000 a 310.000 millones de dólares. Durante los 20 últimos años, redujeron su fuerza laboral en 118.482 trabajadores.
Según el estudio, tras la implementación del TLC, es la primera vez desde 1.914 que los salarios reales de los canadienses no han aumentado.
En conclusión, el estudio indica que los beneficios del crecimiento en los últimos 20 años en Canadá fueron cosechados por las grandes empresas y sus altos ejecutivos, quienes además vieron un enorme descenso en sus tasas de impuestos. Mientras tanto, la gran mayoría de los canadienses no prosperó con el libre comercio y, a pesar de tener que trabajar más duro y en condiciones más precarias, sus ingresos reales se han visto disminuidos. La promesa de una vida mejor para todos los canadienses se incumplió.
Esto ocurrió en Canadá, considerada una de las economías más industrializadas del mundo. No hay que hacer muchos esfuerzos para predecir lo que sucederá en Colombia si entra en vigencia el TLC con Estados Unidos.
Recientes estudios del Centro de Investigaciones para el Desarrollo de la Universidad Nacional revelan la precariedad de las condiciones laborales de los trabajadores colombianos. Los empresarios, ayudados por el establecimiento mediante dos reformas laborales (Ley 50 de 1990 y 789 de 2002), recibieron las herramientas necesarias para contratar y despedir a su antojo. El resultado: La Ley 50 eliminó 33.000 puestos de trabajo y sustituyó 225.000 empleos permanentes por temporales. Hoy el 56% del empleo en las 13 ciudades principales es informal. El número de trabajadores independientes pasó de 4 millones en 1994 a 6.7 millones en 2007. La industria no ha creado un solo empleo permanente en los últimos 14 años, en cambio se han eliminado 215.000 puestos.
Muchos trabajadores son contratados en las peores condiciones a través de las Cooperativas de Trabajo Asociado, lo que le permite a los empresarios ahorrarse un 37% en carga fiscal, y hasta el propio Departamento Nacional de Planeación acepta que la flexibilización laboral ha reducido los ingresos reales de los colombianos (Portafolio, 5 sep 06). El salario mínimo, devengado por cerca de 2 millones de personas no alcanza para suplir las necesidades básicas para vivir dignamente. Y en cuanto a la seguridad social las cifras no son menos dramáticas: cuatro millones de trabajadores no tienen cesantías, solamente a la mitad de los asalariados le alcanza para pensionarse y hay 3 millones de trabajadores sin Eps.
Todo esto ocurre al mismo tiempo que el gobierno muestra con gran orgullo como la tan ansiada inversión extranjera en Colombia batió todos los record esperados en 2007, gracias a la venta de la riqueza nacional al capital extranjero, con todas las garantías oficiales: estabilidad jurídica, reducción del impuesto de renta, zonas francas especiales, incentivos y subsidios; todo para el capital, nada para el trabajador.
Con la firma de los TLC el gobierno colombiano entregó y sigue entregando a su suerte el bienestar de sus trabajadores. El ‘libre comercio’, como demostró el caso canadiense, solo beneficia a las poderosas trasnacionales, que encuentran en nuestras naciones una forma eficiente de disminuir sus costos laborales . Ni siquiera el protocolo modificatorio nos beneficiará, pues este expresa el más estricto sentido proteccionista a los trabajadores estadounidenses. Si en el caso de Canadá que tiene un sindicalismo mas fuerte y un nivel de desarrollo mayor, los efectos sobre el empleo y el trabajo fueron devastadores, que podrá esperarse de un TLC suscrito con Colombia que sufre tantas debilidades como las señaladas atrás.