Mario Amorós (Alicante, 1973) es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado y doctor en Historia por la Universidad de Barcelona. Ha sido profesor invitado en la Universidad de Chile y entre sus obras destacan las biografías consagradas a Salvador Allende, Pablo Neruda y el dictador Augusto Pinochet, publicadas por Ediciones B. También Argentina contra Franco. El gran desafío a la impunidad de la dictadura (Akal, 2014), la única monografía sobre la llamada Querella Argentina. En su faceta de periodista escribe en medios de comunicación relevantes, tanto españoles como chilenos. Su último libro es ¡No pasarán! Biografía de Dolores Ibárruri, Pasionaria (Akal, 2021), en él centramos nuestra conversación.
Enhorabuena por tu nuevo libro. Mucha historia de España y del mundo, mucha historia del PCE y mucha historia republicana y del comunismo internacional en sus 607 páginas (¡que se lee como una buena novela!). ¿Por qué una nueva biografía de Dolores Ibárruri?
Es un proyecto en el que empecé a pensar hace cinco años. Para mí lo decisivo fue la posibilidad de consultar el archivo personal de Dolores Ibárruri. En 2016, contacté por primera vez con su nieta, Lola, que lo conserva en su casa de Madrid, y en 2019, después de concluir mi biografía de Pinochet, me centré en la revisión de sus más de 150 cajas y decenas de miles de páginas (discursos, artículos, correspondencia, folletos, documentación personal…). Soy el primer historiador que ha podido examinar en profundidad este acervo documental y citarlo de manera profusa. Junto con la consulta de los fondos del Archivo Histórico del PCE y de otros archivos, una amplísima bibliografía y la revisión de las colecciones de Mundo Obrero y Nuestra Bandera hasta 1978, entre otras fuentes, he logrado concluir la que espero que sea considerada como la biografía de referencia de una de las personalidades políticas más importantes de la España del siglo XX.
¿Pasionaria o la Pasionaria? ¿De dónde el nombre?
En el libro de conversaciones que Eusebio Cimorra y Andrés Carabantes publicaron en 1982, ella misma señaló que prefería Pasionaria porque la Pasionaria le parecía un nombre de folklórica. “Prefiero que me digan Pasionaria, a secas. Vamos, mejor Dolores, que me llamen Dolores…”, añadió. Como es sabido, en la Semana Santa de 1918 firmó con ese seudónimo el primero de sus artículos periodísticos (titulado “La hipocresía religiosa”), que apareció en El Minero Vizcaíno, periódico del Sindicato Minero de Vizcaya, del que no se conservan ejemplares. Con este seudónimo firmó la mayor parte de sus artículos hasta 1939; desde el fin de la guerra en España jamás volvió a utilizarlo para sus escritos. Como señaló Manuel Vázquez Montalbán cuando falleció en noviembre de 1989 su seudónimo ya es un término universal para describir a aquellas mujeres que destacan en la lucha por las causas más nobles.
Hablando de Vázquez Montalbán ¿qué opinión te merece el ensayo que le dedicó, su Pasionaria y los siete enanitos?
Es un trabajo biográfico e histórico denso y profundo que nos hace añorar la pluma lúcida y el compromiso insobornable de quien tanta falta nos hace…
Además de publicaciones periódicas y de una amplísima bibliografía, has consultado dieciséis archivos, nueve bibliotecas, tres centros de documentación y dos hemerotecas. ¿Cuánto tiempo de trabajo te ha llevado la investigación y la escritura de la biografía?
Siempre trabajo con varios proyectos al mismo tiempo, aunque llega un punto en que tengo que concentrarme en la escritura y preparación final de uno solo… En los dos últimos años me he ocupado básicamente de este libro, aunque he tenido que entregar otros trabajos, entre ellos un libro sobre historia de Chile: Entre la araña y la flecha. La trama civil contra la Unidad Popular (Ediciones B-Chile, 2020).
Abres con una dedicatoria y tres citas (Hemingway, Eisenstein y Vilar). La primera de ellas, de Por quién doblan las campanas, dice así: “Si hubieras podido oírla […] Las palabras surgían de su boca irradiando una luz que no es de este mundo. Su voz tenía el acento mismo de la verdad”. ¿Tan magnética y potente era Pasionaria en sus intervenciones orales?
Es indudable que su voz y el magnetismo de su figura cautivaron a varias generaciones. Cito innumerables testimonios en esta dirección. Eric Hobsbawm, por ejemplo, destacó en sus memorias el impacto que le produjo su intervención en el Velódromo de Invierno de París el 3 de septiembre de 1936. Desde aquellas semanas Dolores Ibárruri se convirtió ante la España republicana y la humanidad antifascista en el icono popular de la resistencia frente a la marea parda. Junto a sus cualidades personales, a ello contribuyó decisivamente todo el aparato de agit-prop del PCE y de la Internacional Comunista.
El haber nacido en Gallarta, en el seno de una familia minera, ¿fue esencial para su compromiso político?
Dolores Ibárruri nació en el corazón de la que durante casi un siglo fue la cuenca minera vizcaína. Vino al mundo en el momento de máximo apogeo de la explotación de las minas de hierro de los montes de Triano y Galdames, una actividad que fue esencial para la configuración de la burguesía y el capitalismo en Vizcaya y también para la aparición de un poderoso y combativo movimiento obrero vinculado a la UGT y al PSOE. Creció en un ambiente social en el que convivían la religiosidad tradicional, el peso del carlismo en el caso de su familia (su padre y sus tíos lucharon en las filas tradicionalistas en la guerra que concluyó en 1876) y las sucesivas huelgas de los mineros, con sucesos tan significativos como el despliegue del Ejército en la zona en la de 1903.
Fue una joven que asistió a la escuela hasta los 15 años. Llegó incluso a preparar el ingreso en la Escuela Normal Superior de Maestras de Vizcaya, aunque finalmente aquella vocación tan temprana se vio frustrada y asistió durante dos años a un taller de costura. Entre 1913 y 1915 trabajó como sirvienta, hasta que en febrero de 1916 contrajo matrimonio con un minero socialista, Julián Ruiz…
Citas unas palabras de Teresa Pàmies: “Sin Julián Ruiz probablemente no habría existido Pasionaria”. Una afirmación, añades, que Ibárruri admitió como cierta en 1984. ¿Por qué fue tan importante su relación y matrimonio con ese minero socialista que, según cuentas, disgustó profundamente a su familia?
Se casaron en la iglesia de Gallarta el 19 de febrero de 1916 e incluso bautizaron a su primogénita, Esther, que nació en diciembre de aquel año. Sin embargo, de la mano de Julián Ruiz, abandonó la religiosidad que había abrazado con intensidad durante su infancia (perteneció al Apostolado de la Oración) y empezó a frecuentar la Casa del Pueblo e inició la lectura de los libros disponibles en su biblioteca, como el Manifiesto Comunista. La huelga revolucionaria de agosto de 1917 y el impacto de la Revolución rusa marcaron su futuro político. Por una parte, ingresó en el PSOE a fines de 1917 y desde 1920, con Julián Ruiz y sus compañeros de la Agrupación Socialista de Somorrostro, participó desde Vizcaya en la fundación del Partido Comunista de España, que se concretó el 14 de noviembre de 1921, hace justamente un siglo.
“Una maternidad trágica” es el título del segundo capítulo. ¿Nos explicas brevemente la tragedia? Haciendo un salto en el tiempo ¿qué significó para Ibárruri la muerte de Rubén el 3 de septiembre de 1942 en Stalingrado, a los 22 años?
Entre 1916 y 1928, perdió a cuatro de los seis hijos que alumbró: Esther, Amagoya, Azucena y Eva. Solo Amaya, quien falleció hace tres años y dejó unas memorias inéditas que he podido consultar y citar, y Rubén llegaron a la edad adulta. Esa “maternidad trágica” fue una de las claves de su discurso político, en el que siempre destacó, principalmente en los momentos más dramáticos (la guerra civil, la Segunda Guerra Mundial), su apelación a “las madres”.
Desde luego, para ella seguramente la muerte heroica de Rubén en los primeros combates de la defensa de Stalingrado fue la gran herida de su vida. Como he comprobado en su archivo personal, siempre mantuvo correspondencia, hasta el fin de sus días, en relación con la memoria de su hijo. Y en algunas ocasiones, como durante su visita a Cuba en diciembre de 1963, le recordó públicamente como un orgulloso oficial del Ejército Rojo.
¿Desde cuándo empezó Pasionaria a sonar con fuerza y a ser reconocida en el PCE? ¿No fue extraño que una mujer como ella destacara en una organización con amplia mayoría de hombres?
Dolores Ibárruri tomó la palabra por primera vez en los mítines del PCE en Vizcaya en la campaña de las decisivas elecciones municipales de abril de 1931 y en el Primero de Mayo de aquel año. Fue candidata a las Cortes Constituyentes en junio y se trasladó a Madrid, para trabajar en la redacción de Mundo Obrero, el 30 de septiembre de aquel año. En 1932 era la encargada de la Secretaría Femenina del partido y miembro de su Buró Político. Su nombre ya aparecía con frecuencia en la prensa comunista y firmaba artículos con cierta regularidad. A principios de 1936, tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero, era una figura política de talla nacional. Como el resto de partidos y centrales sindicales, la dirección del PCE estaba formada por hombres de manera casi exclusiva, pero desde luego supieron aprovechar las cualidades de Pasionaria.
¿Tuvo Pasionaria preocupaciones feministas? De ella son estas palabras que citas de marzo de 1936: “Discrepo en absoluto de aquellos que sostienen el criterio de que la mujer no merece el reconocimiento de sus derechos políticos. Los que atribuyen a la mujer el resultado de las elecciones de noviembre del 33 están equivocados… Ello se ha confirmado en las elecciones últimas, en las cuales la contribución femenina ha sido decisiva y se ha acentuado la rebeldía en la conciencia femenina”…
Aunque desde una posición ortodoxa jamás se definió como feminista, puesto que para ella la definición de comunista era ya suficiente para cubrir todos los frentes de lucha, sí lo fue. Entre 1931 y julio de 1936 publicó varios artículos en los que defendió de manera ardiente la igualdad de derechos entre hombres y mujeres e incidió en sus discursos en la importancia de la incorporación de las mujeres a la lucha revolucionaria. Su papel como presidenta del Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, que convocó no solo a las comunistas, sino también a militantes de partidos republicanos y algunas socialistas, prefiguró el viraje unitario de la estrategia del PCE a partir de 1935. En la guerra de España, la Agrupación de Mujeres Antifascistas, que ella presidía, jugó un papel importante en la retaguardia. En 1945, participó en la fundación de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, de la que fue vicepresidenta.
¿Amenazó de muerte a José Calvo Sotelo en las Cortes? Se sigue afirmando que sí lo hizo…
La legislatura se abrió el 16 de marzo de 1936 y en los cuatro meses de actividad parlamentaria hasta la sublevación militar Dolores Ibárruri demostró una capacidad innata para la “esgrima parlamentaria”. Así lo demostró la tarde del 16 de junio de 1936, cuando le correspondió rebatir las palabras del líder de la CEDA, José María Gil Robles, en aquella sesión tan recordada (y manipulada) de las Cortes. Fue aplaudida por todo el arco del Frente Popular y al día siguiente El Socialista destacó la calidad de una intervención que denunció la conspiración de las derechas. Ni la prensa conservadora de entonces, ni el Diario de Sesiones recogieron sus supuestas amenazas de muerte a José Calvo Sotelo, amenazas que incluso el biógrafo del líder monárquico ha negado, amenazas que no existieron, pero que aún hoy la extrema derecha inventa.
Su intervención radiofónica con el “No pasarán”, ¿fue uno de esos discursos que transforman la historia?
A los diez minutos del 19 de julio de 1936, en aquella medianoche de verano en un Madrid que ardía en rumores acerca de lo que realmente estaba sucediendo tras el golpe de Estado que estalló la tarde del 17 de julio en el Protectorado de Marruecos, Dolores Ibárruri se situó, de pie, ante los micrófonos de Unión Radio, instalados en las dependencias del Ministerio de la Gobernación, en la Puerta del Sol. Había sido designada por la dirección del PCE para leer ante la emisora de radio más importante de la capital el llamamiento del partido en defensa de la República.
En aquellas horas cruciales para la suerte de la democracia en España, ni los principales dirigentes socialistas (como Francisco Largo Caballero o Indalecio Prieto), ni el presidente Manuel Azaña, quien en aquellas horas encargó la formación de gobierno a Diego Martínez Barrio, entendieron la trascendencia de dirigirse al país.
Aquel llamamiento del PCE leído por Pasionaria fue publicado al día siguiente por la prensa republicana y de izquierdas (al igual que otras declaraciones oficiales de los partidos del Frente Popular y las centrales sindicales) y popularizó una consigna, “No pasarán” (utilizada por la propaganda comunista desde 1934), que se extendió durante las semanas siguientes y galvanizó la voluntad de resistencia del pueblo republicano. Es uno de los grandes discursos políticos del siglo XX.
Te pregunto a continuación por el discurso de despedida de Pasionaria. Tomemos antes un descanso.
De acuerdo.
Fuente: El Viejo Topo, noviembre de 2021.