¿Por que en la escuela siguen impartiéndose programas academicistas (y cuanto más de derechas es el gobierno, más academicistas son) y se deja a los alumnos/as indefensos frente a la «verdad» que impone «falsimedia»? ¿Se puede desarrollar el espíritu crítico de nuestros alumnos/as sin abordar directamente los problemas más agudos del momento? ¿Qué nos impide […]
¿Por que en la escuela siguen impartiéndose programas academicistas (y cuanto más de derechas es el gobierno, más academicistas son) y se deja a los alumnos/as indefensos frente a la «verdad» que impone «falsimedia»? ¿Se puede desarrollar el espíritu crítico de nuestros alumnos/as sin abordar directamente los problemas más agudos del momento? ¿Qué nos impide hacerlo?¿Como evitar que la escuela convenza de que son «burros» a los más desfavorecidos (y que ellos terminen creyéndoselo)? ¿Cómo evitar que además de instruir en matemáticas, ciencias, historia… sobre todo se eduque para la competitividad, la ausencia de espíritu crítico y la sumisión al estado de cosas actual? ¿Cómo contrarrestar desde nuestro trabajo estas situaciones? Y sobre todo ¿Cuál es la forma de hacerlo?
Son todas ellas preguntas muy relevantes, porque día a día millones de alumnos/as se encuentran con sus profesores, y esa interacción es un elemento esencial para la reproducción de nuestra sociedad.
Y lo bueno es que muchos de ellos participan en eventos por la enseñanza pública, e incluso algunos son anti-sistema (lease anticapitalistas). Sin embargo, paradójicamente, sus clases son como las demás…
El manifiesto NO ES VERDAD pretende ser una alternativa a este estado de cosas, y hacer frente a la idea de que la «buena» enseñanza es la tradicional, idea muy extendida en estos tiempos de pensamiento único controlado por «falsimedia», que pretende arrinconar y ningunear los planteamientos subversivos con el orden académico normal. Y lo sorprendente es que se atribuyen todos los males de la escuela actual a un supuesto proceso de renovación pedagógica que arrancó con la LOGSE, y que ha llevado a que disminuyan los contenidos, la autoridad… Como se dice en el manifiesto:
«La creencia de que en los últimos tiempos se practica una enseñanza descafeinada y permisiva, donde ya no se valora «el conocimiento de toda la vida», es un mito sin fundamento. Ocurre más bien lo contrario. A pesar de que hay importantes argumentos en contra de la forma tradicional de enseñar, la cultura escolar dominante en España sigue basándose en la transmisión directa de contenidos inconexos y, no pocas veces, desfasados e irrelevantes, en el aprendizaje mecánico y repetitivo, en la evaluación selectiva y sancionadora y en la prolongación de la jornada escolar de los menores con abundantes deberes y tareas. La mayoría de los alumnos y alumnas siguen teniendo grandes dificultades para comprender lo que se les enseña y, como siempre ha ocurrido, acaban identificando el saber con la capacidad de retener información hasta el día del examen».
El manifiesto comenzó su andadura el 1 de octubre de este año, y ya lleva recaudados más de 6.000 euros (con la intención de pagar su publicación) y ha sido firmado por casi 4.000 personas y entidades. También se ha elaborado una versión para estudiantes.
Esta promovido por la Red IRES, constituida por un grupo de profesores y profesoras de educación especial, infantil, primaria, secundaria y universidad, con una amplia y dilatada experiencia profesional alternativa (los fundadores de la Red ya dábamos clases antes de que empezásemos a disfrutar la actual monarquía), y lo que venimos a decir es que se pueden hacer cosas y se puede ir a contracorriente. No somos tan ingenuos como para pensar que así se puede cambiar todo, pero si podemos afirmar que cada uno puede cambiar su forma de trabajar en su aula, y ese cambio es importante y necesario para experimentar y consolidar alternativas que serán útiles, porque si se produce el cambio social profundo que se empieza a vislumbrar como posible salida a la actual crisis… ¿Los modos de la escuela seguirán siendo los mismos? Y si no deben serlo ¿De dónde saldrán las alternativas?