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Lo más vivo del pensamiento de Marx

El Marx sin ismos de Francisco Fernández Buey (V)

Fuentes: Rebelión

Para FFB lo más vivo del pensamiento de Marx -está escribiendo en 1983, en el primer centenario del nacimiento del autor del 18 Brumario, es lo siguiente; 1. Metodológicamente hablando: la intención globalizadora y generalizadora de la dialéctica, su tendencia a la complementación de las investigaciones relativas a la naturaleza y a la sociedad. 1.1. […]

Para FFB lo más vivo del pensamiento de Marx -está escribiendo en 1983, en el primer centenario del nacimiento del autor del 18 Brumario, es lo siguiente;

1. Metodológicamente hablando: la intención globalizadora y generalizadora de la dialéctica, su tendencia a la complementación de las investigaciones relativas a la naturaleza y a la sociedad.

1.1. Las disciplinas ecológicas parecían (y parecen) corroborar la importancia de esa arista de la cosmovisión marxista entendida en la forma en que FFB la interpretada. La teoría general de sistema -u otras teorías afines- navegaban por el mismo río.

2. La decisión de Marx, más patente señalaba FFB en los escritos de los años cuarenta, de abordar la problemática del genero humano, decisión tanto más sugerente para aquellos años «cuanto que la reafirmación autoexcluyente de pseudoespecies puede ser fatal para el conjunto de los humanos».

2.1. No existía, pues, una ruptura, una línea de demarcación excluyente entre las motivaciones del joven Marx y las del Marx maduro.

3. La aproximación marxiana al fenómeno de la alienación y la cosificación. En particular, su reflexión acerca de una ciencia que acaba dando en ignorancia de los más, o sobre -FFB cita ahora a Marx- «todos nuestros inventos y de todo nuestro progreso que parecen desembocar en la dotación de las fuerzas materiales con vida espiritual y la conversión de la vida en estúpida fuerza material».

3.1. En 1969, su maestro y amigo Manuel Sacristán escribía sobre esta categoría marxiana para una enciclopedia, con mucha lógica y epistemología, que coordinó Dagobert D. Runes [2], en los siguientes términos (FFB había elogiado en más de una ocasión esta entrada):

En la lengua alemana común, señalba Sacristán, significan la enajenación en sentido jurídico-económico (Entäusserung) y el desarraigo o la ausencia de comunicación y organicidad con el ambiente o con otras personas (Entfremdung). La aportación de Marx al contenido del concepto la explicaba así:

(…) Karl Marx (1818-1883) ha heredado el tema de la alienación de Hegel y de Feuerbach. Hasta el año 1844 aproximadamente (Manuscritos económico-filosóficos) lo trata según las líneas indicadas. Pero ya antes y luego en los citados manuscritos traspone el tema a un contexto de análisis histórico-social. Ello tiene dos consecuencias. Primera: aparecen otros términos -como «Zersetzung» escisión o descomposición- que tienen una función parecida a la de «alienación» pero se refieren a fenómenos precisamente históricos y más o menos fechables. «Escisión», por ejemplo, se refiere a la que Marx ve en el individuo de la sociedad burguesa; es una escisión entre las «ilusiones heroicas» de 1789, los Derechos de los Ciudadanos, la figura del ciudadano libre y guerrero que defiende con sacrificio propio la libertad, que pugna por la igualdad y proclama la fraternidad y el particular burgués de los Derechos del hombre, el egoísmo privatista, la propiedad privada de los medios de producción, la concurrencia sin barreras morales, el homo homini lupus de la sociedad mercantil. Segunda: la raíz de la alienación se busca ahora no en el terreno de la ideología, sino en la situación material del hombre.

Lo primero y fundamentalmente alienado (en un sentido jurídico y material) en la sociedad capitalista era el trabajo asalariado. Sobre esta base quedaban alienados, ya más en el sentido de Feuerbach, «los productos de toda clase de trabajo, de la práctica humana en general, y señaladamente, las relaciones económicas-sociales, que acaban por erguirse frente al hombre como hechos de la naturaleza y se imponen así a la obnubilada conciencia de su propio productor». Como Marx pensaba que por «naturaleza humana» no debía entenderse sino ese sistema, o esa red, de relaciones económico-sociales «resulta que la misma idea de naturaleza humana queda alienada o fetichizada». Para Marx, sobre la fetichización de la naturaleza humana «alienada en esencia metafísica inmutable», se levantaba la alienación de toda la cultura que culminaba en la religión. «Este es un análisis concreto, no de toda alienación sino de la específicamente capitalista y de las formas concretas que toman en esa sociedad alienaciones de origen arcaico.»

En la noción marxiana de alienación se mantenía también el aspecto positivo que había dado al concepto el Hegel clásico: la superación de la alienación no era para Marx la vuelta a un comunismo primitivo, premercantil, «sino la búsqueda de uno nuevo que recoja el gran desarrollo de la capacidad productiva de la humanidad posibilitado por milenios de escisión, de división espontánea y violenta del trabajo, la fetichización de los productos de éste, de alienación». Autores existencialistas y católicos, además de los marxistas, concluía Sacristán, se interesan en los años sesenta y setenta por el tema de la alienación.

Vuelvo a FFB.

4. La prognonis de Marx de que el pensamiento burgués iba a moverse en lo sucesivo entre el pseudorrealismo de la justificación de lo existente y la añoranza romántica del pasado. La cita de Marx que usa FFB para ilustrar el punto: «Tan ridículo como ansiar nostálgicamente aquella plenitud originaria es creer que hay que quedarse en este total vaciamiento. La visión burguesa no ha ido nunca más allá de la oposición a aquella visión romántica y por eso ésta la acompañará, justificado contrario, haya que descanse en paz».

Reconocido el interés de aquellas sugerencias y resaltado el hecho de que lo que permitió a Marx llegar a ellas «fue precisamente el conocimiento particularizado de las novedades científico-naturales y económico-sociales de su tiempo (sus lecturas de química, su interés por el desarrollo de la más moderna tecnología, su seguimiento de los análisis empíricos de la comuna rural por comparación con otras comunidades aldeanas, etc), el marxismo libre, heterodoxo y sin ismos del autor de Por una tercera cultura le hacía concluir que ni la obra de Marx ni los marxismos posteriores daban más de sí en este campo». Y añadía:

En lo que respecta a la crítica de la civilización industrial burguesa -y no sólo al modo capitalista de producir- el análisis de los problemas contemporáneos puede hallar otras sugerencias igualmente interesantes en socialistas y comunistas habitualmente denominados utópicos antecesores de Marx y, señaladamente- como ya advirtiera en su momento Walter Benjamin- en Fourier.

Véase, añadía FFB entre paréntesis, por ejemplo, El extravío de la razón, libro que él mismo había traducido y presentado para Hipótesis, la inolvidable colección de Grijalbo que él mismo coridirigió junto a Manuel Sacristán.

No era tampoco la primera vez que FFB hacía referencia a Benjamin. Tampoco la última desde luego.

Para FFB, aun reconociendo el interés filológico y hasta polémico (frente a ecologismos reduccionistas y apresurados o algunas tendencias feministas) que pudiera tener el buscar y subrayar sugerencias marxianas que enlazaran con nuestras preocupaciones medioambientalistas (políticamente orientadas) o con el feminismo, debía admitirse «que eso aporta muy poco a la comprensión y potencial transformación del mundo de hoy».

No siempre fue FFB tan crítico en este nudo. Todos los autores, incluso los clásicos, Francisco Fernández Buey, viven su tiempo y sus circunstancias.

Notas:

[1] Paco Fernández Buey, «Nuestro Marx». Mientras tanto, 16-17, agosto-noviembre de 1983, pp. 57-80.

[2] Puede verse ahora en M. Sacristán, Papeles de filosofía, Icaria, Barcelona, 1984.

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.