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Reconsideración de la sociedad alternativa

El Marx sin ismos de Francisco Fernández Buey (VI)

Fuentes: Rebelión

El análisis económico-social, ecológicamente fundamentado, sostenía FFB en este artículo de 1983 [1], se veía obligado a corregir a Marx mediante la introducción de un concepto de producción que diera cuenta del coste supuesto por «la deteriorización del medio ambiente en el proceso mismo de la fabricación de mercancías.» No era la única corrección de […]

El análisis económico-social, ecológicamente fundamentado, sostenía FFB en este artículo de 1983 [1], se veía obligado a corregir a Marx mediante la introducción de un concepto de producción que diera cuenta del coste supuesto por «la deteriorización del medio ambiente en el proceso mismo de la fabricación de mercancías.»

No era la única corrección de importancia: más clásicas, aunque menos dignas de tener en cuenta, eran las objeciones de grupos feministas «en el sentido de que al dejar fuera del concepto de trabajo productivo el trabajo doméstico tradicionalmente realizado por las mujeres se restringe y empobrece la noción misma de producción bajo el capitalismo».

(FFB había escrito anteriormente en tono nada complaciente: «La principal virtud femenina para Marx era la debilidad y, como es obvio, en la debilidad no se puede fundar ningún movimiento de liberación de la mujer. En esto me parece de la mayor lucidez el sarcasmo del poeta austriaco. Erich Fried en su broma versificada que lleva por título «Carla Marx»).

De todo lo dicho hasta ese momento, se seguía una reconsideración de los rasgos generales caracterizadores de la sociedad alternativa a la barbarie antiecológica y al tecnofascismo nuclear o a la guerra, esto es, de la sociedad comunista (ya en enero de 1979, GGB había escrito unos «Apuntes para un debate sobre el ideario comunista», El Viejo Topo, nº 28, y poco después «Sobre la crisis y los intentos de reformular el ideario comunista (I)», mientras tanto, nº 3, marzo-abril de 1980, pp. 91-114, y «Sobre la crisis y los intentos de reformular el ideario comunista (y II)», mientras tanto, nº 4, mayo-junio 1980, pp. 43-77).

Algunas de sus consideraciones, fechadas, como se indicó, en el primer centenario del fallecimiento del gran clásico:

1. La sociedad comunista no será el reino de la abundancia en el que se desarrollen libremente (es decir, ecosuicidamente) todas las fuerzas productivas.

2. La sociedad comunista no será una sociedad en la que puedan satisfacerse todas las necesidades de los trabajadores y de la ciudadanía.

3. Es necesario una redefinición de las necesidades básicas, materiales y espirituales.

4. El marco debe ser el de la distribución y administración igualitaria de recursos finitos y escasos.

5. La producción de bienes ha de estar movida por energías no contaminantes y por tecnologías blandas.

6. La sociedad comunista será, deberá ser, una sociedad igualitaria, austera, favorecedora del desarrollo omnilateral de hombres y mujeres.

7. Una sociedad en la que para resolver problemas planetarios vinculados a la supervivencia de los hombres será más necesario que en épocas anteriores refirmar la idea de la humanidad como «especie frente a los particularismos, impulsar la vida comunitaria y desarrollar los ideales federalistas y solidarios de los pueblos».

8. También el viejo lema, añadía FFB, planteado en la Crítica al programa de Gotha, relativo a la igualdad social de hombres biológica y psicológicamente desiguales «está necesitando una reconsideración en función de los conocimientos genéticos, biológicos, psicológicos y neurológicos» que entonces se tenían.

De la libertad de pensamiento, de la documentación y del criticismo del marxismo sin anteojeras de Francisco Fernández Buey, un punto esencial para entender su posterior aproximación al gandhismo, vale la pena recoger este paso:

Dejando a un lado el hecho de que las «sombras sospechas» contra los agentes secretos que actúan en el movimiento pacifista, implícitos en una carta de Marx a Engels fechada el 4 de octubre de 1867: «Sabes que he hablado con el consejo general contra la adhesión a los charlatanes de la paz…Naturalmente son los rusos quienes han fabricado el congreso de la paz en Ginebra y quienes han enviado su well worn out agente Bakunin»), reproduciéndose entonces con idénticas palabras y entre personas que saben o deberían saber lo que ha cambiado la historia desde entonces [2]:

[…] me parece más que dudoso que el movimiento antimanipulación y emancipador de lo próximos años en Europa pueda seguir manteniendo con coherencia la necesidad de conservar los ejércitos, independientemente de contra quien. En esto veo el futuro del movimiento más cerca del pacifismo radical de Einstein que del pacifismo estratégico de Marx y no digamos que del pacifismo táctico del Lenin de la primera guerra mundial.

De éste, de los temas anteriores y de otros asuntos complementarios, Francisco Fernández Buey habló con más detalle en un libro que dedicó por entero a la vida y obra del compañero de la gran Jenyy Marx: Marx sin ismos. En él nos ubicamos a partir de ahora. 

Notas:

[1] Paco Fernández Buey, «Nuestro Marx». Mientras tanto, 16-17, agosto-noviembre de 1983, pp. 57-80.

[2] Tal vez FF hiciera aquí referencia a Fernando Claudín y Ludolfo Paramio que habían escrito en El País acerca de la conveniencia para España de permanecer en la OTAN desde una perspectiva supuestamente «de izquierdas».

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.