Me han pedido una breve introducción para los lectores indonesios, «considerando especialmente que algunas partes del libro serán consideradas una herejía por algunos religiosos e indonesios supersticiosos». No se por qué los indonesios deberían ser considerados más religiosos o supersticiosos que otros pueblos. En cualquier caso, la publicación de Razón y Revolución en Indonesa −un […]
Me han pedido una breve introducción para los lectores indonesios, «considerando especialmente que algunas partes del libro serán consideradas una herejía por algunos religiosos e indonesios supersticiosos». No se por qué los indonesios deberían ser considerados más religiosos o supersticiosos que otros pueblos. En cualquier caso, la publicación de Razón y Revolución en Indonesa −un país clave en Asia− es algo que merece ser recibido con entusiasmo.
Cuando la gente en Occidente habla sobre el fundamentalismo religioso, la superstición y el extremismo, normalmente hacen referencia al Islam. En realidad, la intensa propaganda contra el Islam es sólo una ruda cobertura ideológica de las pretensiones y arrogancia del imperialismo, especialmente del imperialismo estadounidense, que busca dominar todo el mundo y someterlo a su despiadada explotación.
Hay muchas personas muy religiosas y supersticiosas en la nación capitalista más desarrollada del planeta, los Estados Unidos de América. A pesar de todos sus colosales avances científicos y tecnológicos, en el sentido filosófico, EEUU es el país más atrasado del mundo. Este atraso encuentra su expresión más extrema en las ideas de los círculos dirigentes.
Si fuera posible abrir la cabeza del presidente Bush y mirar en su cerebro, nos encontraríamos un montón de todos los prejuicios no asimilados y supersticiones de los últimos doscientos años. Lo mismo ocurre con la camarilla que le rodea en la Casa Blanca. Esta panda de reaccionarios rabiosos expresa fielmente las ideas de la tendencia conservadora conocida como la derecha religiosa.
Estos hipócritas llevan las bendiciones de la civilización occidental a la población de Iraq y Afganistán en forma de bombas y después tranquilamente se arrodillan para rezar al «Dios de la paz». Personas como estas fueron las que celebraba el poeta, revolucionario y demócrata escocés Robert Burns cuando escribía:
«¿Hipócritas! ¿Qué barbaridades son estas?
Asesináis a hombres y ¿dais gracias a Dios?
¿Parad sinvergüenzas! No sigáis más:
Dios no aceptará vuestras gracias por el asesinato»
No sería correcto decir que mi libro es «hereje». Un libro sólo puede ser acusado de herejía cuando expresa una interpretación particular de la religión. Para los sunnitas ortodoxos la interpretación chiíta del Islam es considerada una herejía, de la misma manera que los cristianos católicos consideran que la interpretación protestante de la Cristiandad es hereje.
Sin embargo, Razón y Revolución es un libro de ciencia y filosofía, no de religión. No tiene la intención de ser un análisis de la religión, esa sería una cuestión aparte. Puede ser muy beneficiosa su lectura tanto para un creyente como para un no creyente, para un cristiano o un musulmán, para un sunnita o un chiíta. Espero que todos encuentren algo que les guste así como algo que no.
Razón y Revolución trata de los asuntos de este mundo, no del próximo, ya que sobre este tema ni los autores están cualificados para hablar. Estamos contentos de dejarlo para los mulás y los sacerdotes que creen en ello. El tema real de este libro es una crítica de la sociedad capitalista actual y su ideología dominante. Creemos que el sistema capitalista está en una crisis terminal, que la decadencia del sistema amenaza la cultura y la civilización, posiblemente incluso el futuro de la propia humanidad.
Los síntomas de la decadencia están presentes en todas partes: la crisis económica que condena amillones al desempleo. Esto está muy claro en Indonesia, donde las tasas de desempleo recaen duramente en particular sobre los hombros de los jóvenes. Cada año un gran número de estudiantes son condenados a la inactividad en lugar de poner su talento y habilidad a disposición de la sociedad como médicos, enfermeras, profesores e ingenieros. ¿Es de extrañar que algunos de estos jóvenes tomen medidas desesperadas? La culpa de esto no debería recaer sobre la religión y la superstición, sino más bien sobre un sistema socio-económico en bancarrota que produce, como dijo Lenin, «el infierno sobre la Tierra».
Los autores del presente libro creen firmemente que el socialismo ofrece la única salida para Indonesia y el resto del mundo. El capitalismo es un peso muerto gigantesco que debe ser superado si se quiere un avance real. Creemos que para derrocar un sistema enfermo, corrupto e injusto primero es necesario una comprensión científica del mundo en que vivimos. Y esto sólo lo puede proporcionar el marxismo.
El marxismo es en primer lugar una filosofía científica, conocida como materialismo dialéctico. Es un método que nos proporciona las herramientas necesarias para analizar y comprender el mundo en que vivimos. Sólo si nos basamos en esta comprensión podemos cambiar el mundo. Simplemente reaccionar a las injusticias del capitalismo con actos ciegos de violencia no nos lleva a ninguna parte.
La clase obrera indonesia tiene una gran tradición de lucha revolucionaria. Jugó un papel principal en la lucha contra el imperialismo holandés y construyó organizaciones impresionantes. El PKI, con tres millones de militantes, fue el mayor Partido Comunista del mundo fuera del bloque del Este. Podría haber tomado el poder, pero perdió la oportunidad por la política de su dirección estalinista.
La destrucción del PKI fue uno de los actos más monstruosos perpetrados en la historia del imperialismo. Recuerdo muy estos terribles acontecimientos de 1965. En realidad, escribí de ellos en aquella época. Nadie sabe cuántas personas fueron asesinadas en una orgía de reacción orquestada por la CIA y las fuerzas de la reacción militarista, pero la cifra no es inferior a un millón. ¡Esta fue la obra de las «fuerzas de la democracia y la civilización» en Indonesia!
El objetivo real de este baño de sangre fue salvar el capitalismo en Indonesia. La corrupta dictadura que surgió sobre los huesos de millones de trabajadores, estudiantes y campesinos indonesios duró décadas, pero no resolvió ninguno de los problemas de la sociedad indonesia. Creó unas contradicciones nuevas e insalvables que llegaron a una nueva insurrección revolucionaria y la caída de la brutal dictadura de Suharto. Los estudiantes y los jóvenes jugaron un papel muy valiente y fueron un brillante ejemplo para todo el mundo.
Se abrieron nuevas posibilidades para la población de Indonesia. Pero estas posibilidades fueron malgastadas. En ausencia de una genuina dirección revolucionaria, el capitalismo siguió en su lugar y la vieja clase dominante corrupta pudo mantener su poder, riqueza y privilegios. Como resultado, las masas no están mejor ahora que antes. ¿Hay que asombrarse de que sectores de la juventud, víctimas de la desesperación, giren hacia el recurso desesperado del fundamentalismo y el terrorismo individual?
Pero estos métodos no pueden conseguir derrocar al capitalismo y a su aliado el imperialismo. Eso sólo lo puede hacer un movimiento organizado de masas de los trabajadores y sus aliados naturales, las masas pobres de la ciudad y el campo, la juventud revolucionaria, la intelectualidad y las nacionalidades oprimidas. Y este movimiento, si triunfa, necesitará estar armado con la ideología revolucionaria del marxismo.
Hay síntomas de que sectores de los trabajadores y los jóvenes están comenzando a ser conscientes de esto. Hace algún tiempo estuve en contacto con un grupo que se autodenominaba: «Marxistas Islámicos», jóvenes que, sin abandonar su apego al Islam, querían estudiar las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Sobra decir que les di mucho ánimo.
Hace algunos años presenté Razón y Revolución en Pakistán, un país devotamente islámico. Hablé en grandes reuniones con cientos de personas. Muchos eran musulmanes practicantes, pero también eran trabajadores, campesinos y sindicalistas pobres. A menudo en los actos estaban presentes mulás, escuchando atentamente lo que tenía que decir y más de uno más tarde expresó su admiración ante lo que yo decía. El mensaje del consistente anticapitalismo y el antiimperialismo era lo que más les impresionaba. Probablemente no esperaban que un europeo se expresara en tales términos.
El sistema capitalista ha cometido terribles crímenes contra el mundo entero, más aún contra Oriente Medio, Asia y Asia Central. Existe un espíritu creciente de rebeldía contra los crímenes del imperialismo y el capitalismo. Porque estos crímenes son perpetrados principalmente por el Occidente «cristiano», se ha extendido la idea de que es una «guerra de dos civilizaciones», una guerra entre Oriente y Occidente, entre la Cristiandad y el Islam. Esto es totalmente falso.
La guerra mundial actual es una guerra entre ricos y pobres, entre explotadores y explotados, entre ladrones y aquellos a los que roban. Incluso antes de que se iniciara la criminal guerra contra Iraq, millones de personas se manifestaron en las calles de Londres, Roma, Madrid y Nueva York contra la guerra. La población de España más tarde se rebeló contra su gobierno y obligó a la retirada de las tropas españolas de Iraq. En este momento existe un creciente sentimiento contra la guerra en los propios EEUU.
Estas fuerzas son los aliados de los pueblos oprimidos de Asia, no sus enemigos. Presentar a todo el mundo occidental como un único bloque reaccionario es una idea falsa e imprudente que, si fuera cierto, condenaría en todas partes al movimiento revolucionario a la impotencia. Por suerte, esto no es cierto. Según pasa el tiempo, el humo del campo de batalla desaparece y la gente se puede mirar a la cara, entonces comenzarán a reconocer quién es un amigo y quién un enemigo.
Razón y Revolución fue escrito en un momento en que el movimiento revolucionario mundial estaba en retirada. El colapso de la Unión Soviético creó un ambiente de pesimismo y desesperación. Los defensores del capitalismo iniciaron una campaña feroz de contraofensiva ideológica contra las ideas del socialismo y el marxismo. Nos prometieron un futuro de paz, prosperidad y democracia gracias a las maravillas de la economía de libre mercado.
Ha pasado una década desde entonces y una década no es un tiempo demasiado largo en las escalas de la historia. No queda nada de estas ilusiones confortables. En todas partes hay guerras, desempleo, pobreza y hambre. En todas partes está surgiendo un nuevo espíritu de rebeldía, no sólo en Asia y América Latina, sino también en Europa y los propios EEUU. La marea está cambiando y sabemos qué hacer. Las personas que están buscando ideas que puedan explicar qué está ocurriendo en el mundo. Las ideas del marxismo disfrutan de un nuevo renacimiento. El apoyo a estas ideas es más fuerte cada día.
El gran revolucionario ruso León Trotsky, dijo en cierta ocasión que la revolución es la locomotora de la historia. Eso es más cierto en la época actual que en ningún otro período de la historia humana. Las masas aprenden de su experiencia. Las masas en Indonesia han tenido en los últimos años muchas experiencias amargas. El movimiento ha pasado por alzas y bajas. Pero a través de todos estos giros y cambios de la historia, las masas están aprendiendo. Comenzando con los elementos más avanzados de los trabajadores y los jóvenes, llegarán a comprender la necesidad de una verdadera ideología, programa y método revolucionarios.
El fermento actual que está afectando a la vida intelectual de todos los países, tarde o temprano producirá resultados positivos. El colapso de la autoridad moral del marxismo en el período pasado ha hecho que una capa de jóvenes en Oriente Medio y Asia, que en el pasado habrían sido atraídos al marxismo, en su lugar hayan sido atraídos por cosas como el fundamentalismo religioso y el terrorismo. Pero en la medida que comiencen a entender las limitaciones de estas falsas alternativas, irán más allá y buscarán alternativas más viables.
Al final, demandarán una teoría científica y racional. Eso es lo que ofrece Razón y Revolución. Si ayuda a que un pequeño número de trabajadores y jóvenes comprendan las bases filosóficas del marxismo, habrá merecido la pena. La experiencia de la historia demuestra que incluso un pequeño puñado puede marcar una gran diferencia, cuando la situación objetiva cambie debe hacerlo. Lo importante es tener un comienzo.