Marco Antonio Flores (Guatemala, 1937) realizó su Antología personal (2008) por invitación del Fondo de Cultura Económica, reanudando la lectura poética de lo escrito entre 1960 y 2002. En entrevista con Clarín.cl confiesa su desdén por la teoría literaria, su frustrada educación musical en el piano, las derrotas y exilios; cuenta que a pesar de […]
Marco Antonio Flores (Guatemala, 1937) realizó su Antología personal (2008) por invitación del Fondo de Cultura Económica, reanudando la lectura poética de lo escrito entre 1960 y 2002. En entrevista con Clarín.cl confiesa su desdén por la teoría literaria, su frustrada educación musical en el piano, las derrotas y exilios; cuenta que a pesar de escribir sobre Buenos Aires, nunca ha visitado la Argentina.
Poeta autobiográfico, nacido «bajo el signo del exilio, un signo del Zodiaco imperfecto» Marco Antonio Flores ya tiene listo su Obituario: «Fue anárquico y deslenguado/irreverente/y atrabiliario/Intentó ser guerrillero (a los 26 y 44)/no lo aceptaron. Se dedicó a la soledad/No adquirió títulos ni premios ni honores: le valían verga/Fue perseguido, encarcelado, censurado, calumniado, herido/exiliado, culeteado…/No supo cómo morir/No descansa».
Escribió ocho libros de poesía: La voz acumulada (1964, prólogo de Cintio Vitier), Muros de luz (1968, prólogo de Carlos Pellicer), La derrota (1972), Persistencia de la memoria (1992), Crónica de los años de fuego (1993), Un ciego fuego en el alma (1995, prólogo de Carlos Montemayor); La estación del crepúsculo (2003) y Viento norte (2005); a la fecha, es autor de 4 novelas: Los compañeros (1974); En el filo (1993); Los muchachos de antes (1996) y Las batallas perdidas (1999); siguiendo la cábala de publicar toda su prosa en México, prepara la quinta novela sobre la convulsionada guerrilla guatemalteca.
MC.- ¿Antología personal o poesía acumulada?
MAF.- Es una Antología personal, te contaré lo que ocurrió cuando se planteó la oportunidad de hacer este trabajo, yo pensaba en la idea de que otro escritor se dedicara a seleccionar mi poesía, pero el editor Martí Soler me dijo que era más interesante que yo hiciera la recopilación de los poemas que más me gustaran; entonces me pareció un poco extraño releer mis libros, yo nunca había regresado a mirar mi poesía, incluso no podría decirte un poema de memoria.
MC.- Los prólogos forman parte de la dinámica poética ¿por qué no incluir un apéndice en su Antología personal con lo escrito por Cintio Vitier, Carlos Pellicer y Carlos Montemayor?
MAF.- A mí no me quedan copias, ya no existen los textos, todos mis libros por suerte se han vendido completamente, el que publicó la Universidad Autónoma Metropolitana –Un ciego fuego en el alma– lo andaba buscando, hasta que encontré dos ejemplares en librerías de viejo. Ahora que lo mencionás, no se me ocurrió de ninguna manera incluir fragmentos de quienes habían escrito los prólogos de mis libros.
MC.- Leí varias reminiscencias por la muerte; en el poema Invocación escribe: «quiero morir pronto y mansamente» en Oda a mi muerte: «Voy a morir despacio en mediodía» y últimamente se contradice en Obituario: «No supo cómo morir/No descansa» ¿por qué la angustia y objeción frente a la muerte?
MAF.- La verdad que no lo tengo muy claro, yo no escribo en función de un razonamiento, son impulsos fundamentalmente inconscientes, así comencé a escribir y así lo dejé de hacer, ya no escribo poesía. El tema de la muerte no sé por qué surgió en mí, pero desde muy joven, cuando me inicié en la poesía -a los 19 años- ya había tomado una decisión sobre mi muerte, no sé si finalmente voy a terminar de la manera en que quiero terminar, pero no quiero ser un hombre apagado, incapaz de moverme a una edad avanzada, quisiera tener el valor de acabar pronto en el momento que yo decida, esta idea la tomé a los 19 años, desde entonces el tema de la muerte está latente en mí.
MC.- Ahora que no escribe sonetos, ni versos, ¿cómo interactuaba el lenguaje poético al momento de estructurar una novela como Los compañeros?
MAF.- Jamás he pensado en géneros literarios, la academia determina la existencia de esos géneros, yo escribo por necesidad, en determinado momento mi inconsciente está muy atorado y repleto de multitudes, sensaciones y sentimientos. Los libros de poesía los escribo en dos o tres meses, salen por sí solos, pero después de muchos años de no pensar en la poesía, ya no hay más tiempo para escribirla. Una vez, tardé años en escribir el libro Crónica de los años de fuego (1993), porque tenía un sentido distinto, al surgir la lucha armada de mi país, de mi participación en la guerrilla. En otras ocasiones pasan dos meses sin que pueda escribir, o todo lo contrario, escribí la novela En el filo (1993) en 21 días, un capítulo diario, no la corregí y así se publicó; la historia había sido muy dolorosa por la muerte de algunos compañeros, mis 4 novelas se refieren a toda la lucha armada en Guatemala y la que ahorita estoy escribiendo también, no he encontrado otro tema para hacer novelas, para mí fue un tiempo muy duro, me costó dos exilios, me costó atentados, heridas…
MC.- Encarcelamientos, como uste dice por «subirse a la sierra a corretear auroras»
MAF.- Me dejó marcado para siempre y la única forma de expresión que tengo es la literatura, en Crónica de los años de fuego (1993) sale toda la historia de la lucha armada.
MC.- En La masacre, El saqueo y La conquista, sobrepone los tiempos de la guerra sucia -la dictadura militar- con la invasión en contra de los pueblos prehispánicos…
MAF.- Lo que pasa ahí, supongo porque no sé interpretar lo que escribo, pero ya que lo preguntás, voy a tratar de responderte: la conquista fue la primera masacre que sufrió Guatemala, la destrucción violenta de las culturas prehispánicas, el pueblo maya estaba centrado en Guatemala -después emigró para la Península de Yucatán- supongo que yo debí estudiar toda esa historia, en el momento de escribir esos poemas uní las dos matanzas. El Ejército asesinó a más de 250 mil personas, la mayoría era gente inocente que vivía cerca de la zona de la guerrilla. Queriendo quitarle el agua al pez -como decía Mao- los militares asesinaban a los campesinos e indígenas, la violencia en Guatemala fue profunda y no se conoció en el mundo; los crímenes contra la guerrilla salvadoreña fueron muy conocidos en México y Europa, las desapariciones forzadas de las dictaduras en Chile y Argentina estremecieron al mundo. La guerrilla comenzó en Guatemala en 1962.
MC.- Usted nació «bajo el signo del Zodiaco imperfecto», ¿la poesía fue su compañera de exilio?
MAF.- Sí, más bien la poesía ha sido mi compañera en la vida, ella me descubrió, es mi memoria; el primer poeta que leí -a los 12 años- fue al colombiano Porfirio Barba Jacob, era un libro que tenía mi madre escondido, un día buscando entre sus cosas encontré esas hojas con la portada de una mujer desnuda, me robé el libro porque me gustaba la mujer desnuda, de pronto comencé a leer lo que decía sin saber su significado. Luego me convertí en un lector obsesivo, sigo leyendo al mejor poeta de todos: César Vallejo. Asistí a escuelas católicas, pero a los 14 años me di cuenta que Dios no existía, así que me hice existencialista, estudiando a Jean Paul Sartre. Ahora leo poca poesía, en el Fondo de Cultura Económica me regalaron la poesía completa de Porfirio Barba Jacob, tenía de no leerlo… quizás 50 años.
MC.- ¿Le produce conflicto regresar a lugares que describe en su poesía como Buenos Aires y La Habana?
MAF.- Los poemas a Buenos Aires están dedicados a una ciudad que no conozco, es que mi padre -el que me abandonó a los 3 años- era un obsesivo por el tango y mi madre también lo era, entonces todo el día en mi casa se escuchaban tangos; mi madre quería que estudiara para concertista de piano, tomé algunas lecciones, dicen que por eso tengo ritmo al escribir poesía. Sé todos los tangos de Gardel de memoria; desde niño el tango fue determinante en mi vida, me enamoré de Buenos Aires, pero nunca iré a conocer la Argentina, es como un sueño.
MC.- Dice en su poema Vino, mujeres y canto: «y crecí de voz con Gelman/ y recorrí Rayuela de este lado»
MAF.- Juan Gelman fue un poeta importante para mí, pero para entonces yo ya escribía poesía, además era director de teatro.
MC.- Al escribir La plaza de los sacrificios sobre Tlatelolco ¿no temía ser expulsado de México?
MAF.- Sí, me fui a Europa.
MC.- ¿A Praga?
MAF.- No a Francia, en 1963 fui a Cuba a estudiar y a entrenarme para la guerrilla, de ahí partí a Praga y regresé a Guatemala en 1964, escribí un poema dedicado a una muchacha cubana de la clandestinidad (Hoy tuve carta tuya).
MC.- ¿Tania?
MAF.- Sí
MC.- ¿La protagonista de Los compañeros?
MAF.- ¿Cómo lo sabés?
MC.- Hice mi tarea…
MAF.- Los compañeros tienen 8 ediciones y ahorita va a salir una traducción en Inglaterra
MC.- ¿Con un prólogo nuevo?
MAF.- No, los prólogos en mis libros de poesía han sido decisión de quienes los escriben.
MC.- Entonces usted no le pidió a Carlos Montemayor el prólogo de Un ciego fuego en el alma (1995), siendo Montemayor un estudioso de la guerrilla mexicana…
MAF.- Carlos Montemayor era un muy buen amigo mío.
MC.- ¿Era o es?
MAF.- Era, yo me aislé de todo el mundo, decidí que mis amigos se quedaran ahí, Montemayor se ofendió mucho, el único amigo que tengo en México es Martí Soler, que fue mi primer maestro cuando comencé a trabajar en una editorial. Hay veces que me causa dolor haberme quedado sin amigos; en Guatemala sólo tengo dos buenos amigos. Así que me dedico a leer y escribir.
MC.- En su Antología personal hay demasiadas referencias a su familia: le dedica el libro a sus nietos, están los poemas: Genealogía; De la esposa; De la madre; Mis hijas; Carta a mi madre; Árbol genealógico…
MAF.- Mi familia es a lo único que estoy ligado, a mis hijas y ahora a mis nietos. Una de mis hijas vive en México, por ella regreso. Aquí me siento libre y seguro.
MC.- Finalmente, dice: «Stalin es mi enemigo» ¿por qué eligió el anarquismo después de la guerrilla?
MAF.- Los tiempos que me tocaron vivir, eran por la búsqueda de un mundo mejor, había una utopía a discutir, bien planteada desde el punto de vista teórico, de la propuesta política, económica e histórica; de tal manera que esta utopía bañó al mundo entero, comenzando por China. El capitalismo actual es el veneno del mundo, nos orilla al egoísmo, un grupo pequeño se enriquece de manera excesiva y la mayoría tenemos una gran pobreza. El marxismo es una posible recuperación de las utopías, para un mundo diferente y mejor. Lo que se bifurcó por la tierra no fue el marxismo, sino el estalinismo, la represión y las colonias soviéticas hicieron pedazos el marxismo; lo que Lenin hizo, se destruyó rápidamente en la URSS, pero la teoría está planteada ahí, para superar el obsoleto aparato de Estado.