Antes de irse de vacaciones, la Reserva Federal de EEUU y el Banco Central Europeo subieron sus tipos de interés un cuarto de punto hasta dejarlos en el 5,25%-5,5% y el 4,25-4,5%, respectivamente. Justificaron el alza señalando que aunque la inflación ha dejado de crecer, continúa siendo demasiado alta. Y a juzgar por la decisión, no les parece suficiente mantener los ya altos tipos de interés; hay que subirlos más.
Lo más impactante es que tanto las declaraciones de la presidenta del BCE, Christine Lagarde, como las del presidente de la Fed, Jerome Powell, dejaron claro que están dispuestos a llegar hasta donde sea necesario para bajar la inflación al 2%. En este aspecto fue más claro Powell, que dijo que tiene la «esperanza» de que la economía pueda lograr un «aterrizaje suave», un escenario en el que la inflación caiga, el desempleo permanezca relativamente bajo y se evite la recesión. Tener esperanza no suena especialmente científico ni connota grandes cálculos; parece una predicción que se sustenta en la fe.
Están llevando conscientemente la economía hacia la recesión y el aumento del paro con el único fin de rebajar la inflación hasta una cota que es completamente arbitraria. Han apartado de sus preocupaciones el bienestar de la gente y no se plantean que se deba reducir el desempleo crónico o alcanzar una distribución más justa de la riqueza. Nada de lo que importa a la gente preocupa a los bancos centrales.
Debilidad en Europa
En cualquier caso, existe una diferencia sustancial entre las economías de EEUU y Europa. En la primera, la actividad económica ha sido superior a la esperada y el desempleo continúa en mínimos. Algunos analistas señalan que se debe a que las familias todavía conservan parte de los ahorros del confinamiento. Lo que no suelen apuntar es que la guerra en Ucrania es un fuerte estímulo para la enorme industria militar estadounidense. Tampoco hacen mención a los grandes programas de ayudas gubernamentales a la producción de manufacturas estratégicas que también incentivan la actividad económica.
En Europa, sin embargo, el BCE reconoce que las perspectivas económicas a corto plazo se han «deteriorado», debido en gran medida a una demanda interna débil, ahogada por la alta inflación y a las estrictas condiciones de financiación, que frena la producción manufacturera. Lo único que resiste son los servicios, especialmente el turismo, donde se están creando nuevos puestos de trabajo que compensan la debilidad de la industria. De lo que no habla la nota del BCE es de los elevados precios de la energía que está desindustrializando Europa.
Sangría internacional
Los elevados tipos de interés del dólar y el euro están aumentando exponencialmente los pagos por la deuda externa en los países del Sur global. Unos costes que se suman a los altos precios de los alimentos y que han dejado a un buen puñado de países al borde de la quiebra. Frente a las exigencias de recortes del FMI y del Banco Mundial, algunos países han encontrado financiación alternativa en China, como Argentina, y otros en el golfo Pérsico, como Egipto o Túnez.
En este contexto de endurecimiento del crédito internacional no es extraño que los países del Sur global hayan vuelto su mirada hacia los Brics y su proyecto de moneda internacional. A pesar de que las filtraciones parecen sugerir que se creará este mes de agosto en la cumbre de Sudáfrica, lo más probable es que lleve bastante más tiempo. En cualquier caso, la lista de países dispuestos a formar parte de los Brics continúa creciendo, ya que este repunte de los tipos de interés del dólar y el euro invita a los deudores a buscar alternativas que, de momento, se están dado en forma de acuerdos bilaterales.
Transferencia de rentas
La inflación desgasta el capital: cuanto más suben los precios menos se puede comprar con el capital acumulado. Los altos tipos de interés compensan esa depreciación al ofrecer a los acreedores mayores beneficios por prestar su capital. Intereses que pagan empresas y trabajadores endeudados. De este modo, los altos tipos generan una transferencia de renta de la economía productiva hacia la economía financiera, hacia los rentistas, agudizando todavía más las desigualdades sociales.
Société Générale ha demostrado que las ganancias de las empresas pequeñas superan los intereses pagados en 2,5 veces, pero en las compañías más grandes las ganancias son 13 veces mayores que los intereses que pagan. Los altos tipos de interés benefician obscenamente a las empresas de mayor tamaño.
Las políticas regresivas de los bancos centrales agudizan las desigualdades y la pobreza, sin que nadie se atreva a pedirles cuentas. Hemos creado monstruos que va a acabar devorándonos.
Fuente: https://vientosur.info/el-monstruo-nos-esta-devorando/