A partir del levantamiento de 1990 el movimiento indígena se ha convertido, junto al de Bolivia, en uno de los más poderosos de América Latina y en uno de los movimientos sociales de mayor influencia entre los sectores populares del Ecuador. Aunque la prolongada lucha indígena ha conducido al reconocimiento constitucional del Ecuador como un […]
A partir del levantamiento de 1990 el movimiento indígena se ha convertido, junto al de Bolivia, en uno de los más poderosos de América Latina y en uno de los movimientos sociales de mayor influencia entre los sectores populares del Ecuador.
Aunque la prolongada lucha indígena ha conducido al reconocimiento constitucional del Ecuador como un estado plurinacional e intercultural, a una participación indígena importante en gobiernos provinciales, municipales y parroquiales, así como en el poder legislativo, y a varios programas sociales y culturales específicos, la brecha social establecida desde el período colonial, que ubica a la población indígena en la posición más baja en la escala social, apenas se ha reducido y se mantiene con fuerza.
Mientras la escolaridad de la población adulta en el Ecuador llegó a 8.7 años en 2010, el promedio para las mujeres indígenas fue de apenas 4 años. Pese a su enorme riqueza y diversidad cultural, con 12 lenguas distintas, los indígenas sufren una pobreza económica masiva, que afectaba en 2010 al 73% de este grupo étnico, frente a una media nacional del 37%. De la mima manera, la prevalencia de la desnutrición crónica infantil entre la población indígena duplica la media nacional. La exclusión social se agrava por barreras que excluyen a la población indígena serrana del acceso adecuado a la tierra, al agua, al crédito, asistencia técnica y capacitación, que han cambiado muy poco desde 1990.[1] En el caso de la Amazonía, pese al reconocimiento formal de territorios indígenas en muchos casos, los impactos adversos de la extracción petrolera sobre el ambiente, la salud y la identidad cultural, que pueden agravarse con la minería en gran escala, han sido persistentes y significativos. La Amazonía sigue siendo la región más pobre del país, a pesar de que el petróleo, eje vertebral de la economía, se extrae de su territorio.
Aunque los niveles medios de educación, acceso a la salud e infraestructura habitacional mejoraron significativamente para toda la población durante los primeros años del gobierno de Correa (2007-2012), la brecha social frente a los indígenas apenas disminuyó. Las políticas de desarrollo rural han sido muy escasas, así como el apoyo efectivo a los pequeños productores rurales. Tampoco se ha dado una redistribución de la tierra ni una mejora importante en el acceso de los indígenas y campesinos pobres al crédito y a la asistencia técnica. Además, la identidad cultural de los pueblos indígenas ha sido afectada por la casi eliminación de la educación bilingüe, el cierre de escuelas rurales comunitarias, el mínimo reconocimiento de la justicia indígena y una política que ha excluido el diálogo con las principales organizaciones indígenas, y que las ha hostilizado en varias ocasiones.[2]
Las protestas indígenas se han dado por medio de marchas pacíficas y bloqueos ocasionales de vías, siguiendo una estratega persistente de larga duración que ha sido emblemática del movimiento indígena, y su incidencia política y social se ha potenciado cuando este movimiento he encontrado un amplio apoyo en otros movimientos sociales como las centrales sindicales, algunos gremios profesionales, grupos feministas y ecologistas. Este es el caso de las movilizaciones recientes.
La crisis económica actual, originada en la caída pronunciada de los precios del petróleo y otras materias primas y en la revalorización de dólar, virtualmente elimina la disponibilidad de fondos, antes abundantes, que le permitieron al gobierno neutralizar el descontento social con programas clientelares y una estrategia de desarticulación del tejido social. El movimiento indígena seguirá siendo un actor social poderoso mientras la exclusión política y la falta de diálogo continúen reforzando una exclusión social que no ha cambiado en mucho tiempo.
Carlos Larrea es PhD, catedrático en la Universidad Andina Simón Bolivar y autor numerosos estudios sobre la pobreza en el Ecuador.
Notas:
[1] Larrea, Carlos et al, Pueblos indígenas, desarrollo humano y discriminación en el Ecuador. UASB – Abya-Yala, 2007; Larrea, Carlos et al. Atlas de las desigualdades socio-económicas del Ecuador. Quito: SENPLADES, 2013.
[2] Larrea, Fernando. «Estado y movimiento indígena en el Ecuador: del multiculturalismo neoliberal al Estado plurinacional degradado». Ponencia presentada al III Congreso Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales, FLACSO, Quito, Agosto 2015.
Fuente: http://lalineadefuego.info/2015/09/08/el-movimiento-indigena-en-el-ecuador-por-carlos-larrea/