En medio de las desalentadoras expectativas de crecimiento mundial previstas para 2009, los países adoptan medidas de protección. Más intervencionismo del estado. Un informe del Banco Mundial (BM) dado a conocer el 9 de diciembre sostiene que las principales economías emergentes, Brasil, Rusia, India y China -grupo BRIC- se han sumado a la trayectoria recesiva […]
En medio de las desalentadoras expectativas de crecimiento mundial previstas para 2009, los países adoptan medidas de protección. Más intervencionismo del estado. Un informe del Banco Mundial (BM) dado a conocer el 9 de diciembre sostiene que las principales economías emergentes, Brasil, Rusia, India y China -grupo BRIC- se han sumado a la trayectoria recesiva de Estados Unidos, Europa y Japón. El pronóstico sugiere el fin de las esperanzas que postulaban al BRIC como el colchón amortiguador de la caída de las economías ricas. Además, vislumbra que en 2009 las economías emergentes crecerán el 4,5 por ciento, tres puntos por debajo de la media de los últimos cinco años.
Ese número convertiría a la crisis en la primera recesión verdaderamente mundial desde los años treinta, porque llevaría el crecimiento mundial al 0,9 por ciento, el menor valor desde 1970, año en que comenzaran las mediciones.
Al inicio de la crisis, existía la creencia de que las economías emergentes resistirían el colapso merced a su menor participación en los mercados internacionales de capitales. También, el blindaje suponía la existencia -en ellas- de fuertes reservas de divisas acumuladas durante la última década.
Sin embargo, la caída de la demanda de exportaciones; la retracción de los precios de las materias primas y la reducción de los flujos de remesas, han posibilitado el contagio.
Los datos ilustran que el Producto Bruto Interno (PBI) de Asia, África, Europa del Este y Latinoamérica en el tercer trimestre de 2008, ha caído desde un 10 por ciento al 2,4 por ciento en valores promedio.
En particular, el desplome de la producción en China ha motivado que el crecimiento del este asiático -para ese período- pase del 17 por ciento al 0,2 por ciento.
Aunque las cifras oficiales de la exportación de bienes no se han dado aún a conocer en China, el periódico «21st Century Business Herald» informó por anticipado que las ventas chinas al extranjero bajaron a un monto de aproximadamente 100 mil millones de dólares.
El escenario recesivo global se completa con la caída de las exportaciones al 2,1 por ciento -escala mundial- que se prevé para 2009, después de haber alcanzado el 6,2 por ciento en 2008.
Para Uri Dadush, director del Departamento de Comercio Internacional del Banco Mundial, los datos significan que «la situación se clasificará en el futuro como la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial y ningún país estará ajeno a ella».
Las contramedidas. Ante esta situación, los gobiernos han lanzado una batería de medidas con el fundamental objetivo de preservar los empleos y restablecer el crédito.
En Estados Unidos, la prolongada transición presidencial se ha tornado un verdadero dolor de cabeza en la adopción coherente de medidas para enfrentar la crisis.
En principio, comienzan a verse señales de que no está funcionando el urgente paquete de 700 mil millones de dólares para rescate de los bancos que promoviera la Casa Blanca.
En teoría, esos recursos eran para restaurar la salud del sistema bancario y hacer que el crédito volviera a fluir. Pero, en lugar de eso, los bancos están atesorando y utilizan el dinero para comprar competidores en desgracia. La confianza no se ha restablecido; el crédito no está fluyendo y la economía sigue en caída libre.
Otro fracaso ha sido el programa de rescate de las automotrices, obstruido por los senadores republicanos y promovido inicialmente para evitar despidos en el sector.
A todo esto, el presidente entrante, Barack Obama, ha presentado un plan para su gobierno que tendría momento de ejecución a partir de enero de 2009. Sin precisar cifras, Obama afirmó que su programa prevé la «mayor inversión en infraestructura nacional desde la creación del sistema de autopistas federales en la década de 1950», y señaló que con ello pretende crear alrededor de 2 millones y medio de empleos para 2011.
Además, el ex senador por Illinois enfatizó que «el Gobierno no se limitará a otorgar el dinero, sino que mantendrá evaluaciones y mecanismos de control sobre los recursos». El anuncio da cuenta de la proximidad ideológica de Obama con los postulados keynesianos y es una ruptura con los pilares ideológicos neoliberales.
Por otro lado, en China la crisis financiera y económica mundial golpeó más rápido y mucho más duro de lo esperado.
Los expertos creen que para poder estimular la economía será necesario tomar medidas adicionales que vayan más allá del paquete de rescate económico anunciado por el Gobierno, de aproximadamente 584 mil millones de dólares. Se especula que las futuras ayudas estarán dedicadas a la obra pública en el sector ferroviario.
Dado que dos tercios de su producción está destinada a la exportación, la disminución del consumo en Estados Unidos y Europa implicaría que China podría quedarse sin vender sus productos. Esa coyuntura hace que o bien se reduce la producción de manera drástica o bien se vuelca la producción en el mercado interno o bien se sale a la caza de nuevos compradores que tengan capacidad de complementar su economía.
Por su parte, los dirigentes europeos han resucitado la teoría keynesiana (o mejor dicho ¿neokeynesiana?), basada en el aumento del gasto público para empujar la economía. Las rebajas fiscales quedan en segundo plano y las inversiones estatales son las protagonistas.
A los planes aprobados por el premier británico Gordon Brown, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, se ha sumado el presidente francés Nicolás Sarkozy, para lanzar un «plan de rescate con dinero de los contribuyentes».
El anuncio de Sarkozy costará a los contribuyentes galos 26 mil millones de euros en los próximos dos años, y concede atención especial al sector del automóvil y al de la construcción.
Además, el mandatario francés anunció la creación de un fondo para la renovación de viviendas y la construcción o compra de 100 mil alojamientos sociales en los dos próximos años, así como duplicar el número de préstamos a interés cero para la compra de viviendas nuevas. También contempla un incentivo de mil euros para quienes compren un coche nuevo menos contaminante y lleven el viejo al desguace.
Estas acciones se suman a las adoptadas en apoyo de las pequeñas y medianas empresas (22 mil millones de euros) y a las garantías del Estado para créditos interbancarios (320 mil millones de euros).
El paquete de medidas aprobado por el Gobierno laborista británico del premier Gordon Brown es de 23 mil millones de euros. La idea es que el Estado compre los activos de los bancos con problemas y representa una tendencia cercana a la nacionalización de las entidades. Además, Gran Bretaña ha dictado medidas para suspender los embargos hipotecarios por un período de dos años.
En Alemania la apuesta intervencionista también ha sido la gran ganadora de la crisis financiera y la inversión estatal prevista es de 32 mil millones de euros. Para Angela Merkel «Alemania es la locomotora económica, pero sólo podrá seguir siéndolo si se mantienen los puestos de trabajo».
Por su parte Brasil -la novena economía del mundo- ha optado por una rebaja en el impuesto a las ganancias y financiamiento -desde sus reservas federales- para las empresas endeudadas con el extranjero. Se estima que con esas medidas el fisco brasileño dejará de percibir unos 3.500 millones de dólares en 2009.
Ante esta situación, ¿qué se puede esperar? La crisis actual es cualitativamente importante porque no es la periferia del sistema capitalista sino su centro el que se ve alcanzado. Esto implica un problema estructural, económico y entrelazado con otras crisis como la alimentaria; el agotamiento de las materias primas y la debacle ecológica.
La lógica de búsqueda del beneficio a toda costa, unida al modo de gestión capitalista y a la destrucción de los servicios públicos, no puede sino provocar nuevas catástrofes como la de Nueva Orleáns o servir al incremento de la población subalimentada.
En ese marco, la adopción de medidas de corte productivista y/o financiero representan soluciones «a medias» pues apuntan a recuperar un estado precrisis en el que la ecología, el hambre y necesidades sociales de amplio espectro no estaban considerados. Sabido es que las soluciones a medias nunca son soluciones.
Quizás sea el presidente de Bolivia, Evo Morales, quién resuma con mayor claridad estos conceptos al sostener que «el daño que hoy acarrea el mundo es una consecuencia de las brutales políticas impuestas por el capitalismo que imagina al hombre como simple consumidor». Y frente a la crisis combinada, el mandatario boliviano pregona que «no queda otro camino que emprender la complementariedad del conjunto, en una lucha de todos por la vida y la humanidad, a fin de lograr una profunda revolución total».