Nueve años antes de que Truman Capote se hiciese famoso con A sangre fría, en Argentina, un joven autor de 30 años había publicado la serie de investigaciones que realizó sobre unas detenciones y posteriores fusilamientos ilegales, conocidos como los fusilamientos de José León Suárez -tuvieron lugar en un descampado de esta población de la […]
Nueve años antes de que Truman Capote se hiciese famoso con A sangre fría, en Argentina, un joven autor de 30 años había publicado la serie de investigaciones que realizó sobre unas detenciones y posteriores fusilamientos ilegales, conocidos como los fusilamientos de José León Suárez -tuvieron lugar en un descampado de esta población de la provincia bonaerense-, enmarcados en la noche del 9 de junio de 1956, dentro de las acciones policiales destinadas a sofocar la revuelta del general Valle contra el gobierno del general Aramburu.
De una manera casual, el joven reportero que era entonces Walsh supo en un bar de La Plata de la existencia de un superviviente de aquel ajusticiamiento ilegal. Inicia entonces una investigación que pondrá en tela de juicio los mecanismos de las fuerzas del orden para proteger a la población y el modo en que la Policía y el Ejército son instrumentalizadas por los gobiernos, sean del color que sean.
La investigación apareció primero como artículos en el diario Revolución Nacional y en la revista Mayoría, y posteriormente como libro bajo el título de Operación Masacre, que Walsh revisó y corrigió continuamente, ya que no dejó de averiguar nuevos datos sobre lo ocurrido. Ahora la novela se publica por primera vez en España por 451 Editores.
Carta abierta
Walsh siempre se definió como revolucionario antes que escritor. Así que la tensión entre literatura y compromiso social la vivió de un modo controvertido. Por un lado, confió en la capacidad de denuncia del periodismo al fundar, junto a Gabriel García Márquez, entre otros, la agencia Prensa Latina y, más tarde, frente a la censura de la Junta Militar argentina, la ANCLA (Agencia de Noticias Clandestina), además de publicar otras dos investigaciones: ¿Quién mató a Rosendo? y El caso Satanowsky.
Por otro lado, se involucró en la lucha revolucionaria a través de la organización que se conoció como Montoneros, donde también militó su hija Vicky -muerta en «combate»-. Uno de los miembros de dicha organización declaró que fue el propio Walsh quién planificó el asesinato de Augusto Timoteo Vandor, un peronista de ultraderecha, en 1969.
Esa tensión entre la denuncia y la violencia se resolvió en los dos últimos días de su vida. El 24 de marzo de 1977, primer aniversario del golpe, escribió una Carta abierta a la Junta Militar (puede encontrarse sin problemas en Internet), en la que pedía explicaciones sobre los desaparecidos y las acciones ilegales cometidas. Al día siguiente, en el cruce de la avenida San Juan y la calle Sarandí, tras haber metido en un buzón de plaza Constitución dicha carta para diversos periódicos -aunque finalmente sólo se publicó en un periódico en inglés, el Buenos Aires Herald, que dirigía Andrew Graham Yoll-, un grupo de tareas de la Escuela Mecánica de la Armada (la tristemente conocida ESMA) le dio el alto. Walsh, que iba armado, se resistió y fue acribillado. El oficial al mando declaró: «El hijo de puta se parapetó detrás de un árbol y se defendía con una 22. Lo cagamos a tiros y no se caía el hijo de puta».
Detenido tras el tiroteo y llevado a la cárcel de la ESMA, pasó formar parte de los desaparecidos de la dictadura, que se autodenominó Proceso de Reorganización Nacional.