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El negocio de cambiar el mundo: un capitalismo inclusivo … ¡y tan excluyente!

Fuentes: CLAE

Entre muchas cosas que son respetables, tal vez la más respetable sea la realidad; nada se paga tan caro como la sustitución o deformación de la misma, por lo que nos parece o nos conviene.

Hay quienes piensan que los males del capitalismo pueden superarse mediante la promoción de la libre competencia, la apertura de sus mercados y la colección de tratados bilaterales.

Desafortunadamente, para sus sueños de gloria ocurre que en el capitalismo tiende a la concentración y centralización del capital. Vivimos una transición delicada e incierta del capitalismo, en crisis aguda , a una forma social aun más bestial y feroz.

Sin dudas la sociedad es un enmarañado sistema de relaciones sociales, donde lo principal en su funcionamiento y desarrollo es la actividad de los hombres. Sin embargo, esto no significa que ella sea la suma mecánica de individuos, sino un organismo social complejo. 

Tal vez ser conocedor del género humano sea una de las expresiones más indefinidas con la que vinculamos determinadas capacidades para orientarse entre la gente; ya que la unión de los mejores talentos, dotes y capacidades pueden desvalorizarse con el “minúsculo” agregado del sistema económico en el cual se desarrolla la caprichosa realidad. 

Sin embargo, la problemática se mantiene, no sólo con el advenimiento y desarrollo del capitalismo, sino que permuta las causas que la generaron en el pasado, preserva algunas y crea nuevas maneras de vivir y sufrir la injusticia.

Esta contradicción sigue intacta: el capitalismo tiende a la concentración y centralización del capital, está en crisis aguda y se teme un futuro social aun más bestial y feroz.

El capitalismo en tiempos de pandemia 

El paradigma en  tiempos de pandemia lleva a que algunos sectores del capitalismo, busquen escribir una narrativa nueva, bajo el signo de una economía más inclusiva. El término elegido es significativo, ¨capitalismo inclusivo¨, este enfoque estratégico, más amplio y a más largo plazo es una nueva concepción del capitalismo o el negocio de cambiar el mundo.

Creemos que aún es pronto para conocer el verdadero impacto económico y social de la pandemia. No obstante, hay múltiples señales y numerosos informes internacionales que apuntan a un aumento de la desigualdad y la pobreza, con una mayor incidencia sobre los jóvenes y las mujeres. 

Un reciente informe del Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo (OEPCI), señala que «existe un consenso relativamente generalizado de que la crisis social y económica provocada por la pandemia ha despertado también la urgencia por desarrollar algunas políticas, adaptar modelos de negocio con impacto social o diseñar productos y servicios de forma que ayuden a los diferentes grupos de interés: desde los clientes hasta los proveedores o consumidores finales».

Y todo ello, sin renunciar al beneficio económico, sino al contrario. «Cada vez más empresas demuestran que buscar un impacto social positivo conlleva nuevas oportunidades de negocio», subraya el estudio apuntando en la dirección del llamado ‘capitalismo inclusivo’.

Un nuevo concepto una vieja realidad 

La responsabilidad social de la empresa no es algo nuevo, en el discurso de las Cámaras Empresariales, pero si hubiera que buscar un momento fundacional para el concepto de capitalismo inclusivo, tal vez se podría situarse en mayo del 2014, en Londres, con ocasión de la Conferencia para un Capitalismo Inclusivo organizada por Lady Lynn de Rothschild, auténtica impulsora de esta idea. 

Esta exejecutiva de telecomunicaciones, casada con un descendiente del linaje bancario de los Rothschild, creó el foro ‘Capitalismo inclusivo’ para promover la visión de que las empresas deben dejar de tener su foco exclusivo en el beneficio para el accionista.

En aquella cita, la entonces directora del FMI, Christine Lagarde (hoy presidenta del Banco Central Europeo BCE), reflexionó sobre el alcance de la expresión ‘capitalismo inclusivo’ y se hizo una doble pregunta: «¿Es un concepto contradictorio? ¿O es la respuesta que, en contra de lo que pronosticaba el marxismo, permitirá que el capitalismo se reinvente y sobreviva?». Obviamente, Lagarde se abonó al segundo punto de vista. 

Lagarde habló de la desigualdad social y de la bien merecida pérdida de reputación que se había ganado el sector financiero por sus excesos. También se refirió a «la exclusión de la mujer, el desprecio por el medio ambiente y la responsabilidad social de las empresas».  Y advirtió de la necesidad de un cambio en las reglas del juego, favoreciendo a la mayoría y no solo a unos pocos, «premiando una participación amplia (en los beneficios del capitalismo), frente al clientelismo limitado».

El pacto social del capital 

En definitiva, Lagarde estaba llamando a una reinvención del capitalismo a vida o muerte, de dimensiones similares a la que ya se produjo tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se fraguó el gran pacto social por el estado de bienestar. Una nueva reinvención capaz de alejar a las democracias occidentales del populismo y de la fractura del descontento social, como también propugna, el Foro Económico Mundial en la cumbre capitalista de Davos.

En este sentido algunas cámaras empresariales manifestaron su interés por un nuevo pacto social. Esta propuesta de pacto social además incluye el fortalecimiento de los ingresos del Estado (vía impuestos) para favorecer políticas públicas a favor de la incorporación laboral de la mujer, contra la pobreza y en apoyo del colectivo con mayor riesgo de quedarse en el camino: los jóvenes. 

Y la pandemia no ha hecho sino acelerar la exigencia de este nuevo pacto social, reinventor del capitalismo. Ante los retos del capitalismo y la democracia que, entre otras propuestas, incluía aumentar el salario mínimo, evitar los abusos en la externalización laboral e introducir una renta básica (en la línea del nuevo ingreso mínimo vital que luego ha precipitado la pandemia).

«La desigualdad excesiva, la precariedad de muchos puestos de trabajo y los salarios bajos son un factor de inestabilidad y pueden poner en riesgo el crecimiento económico», decía el informe. 

«Muchos pequeños empresarios no sienten como propio un sistema que premia al accionariado y altos directivos de grandes corporaciones, frente a la figura del empresario que dedica su vida y compromete su patrimonio en un proyecto a largo plazo», añadía.

La decadencia del sistema 

En agosto de 2019, la American Business Roundtable (BR), donde participan directivos de empresas como Amazon, Apple, Coca-Cola, Goldman Sachs, Boeing o Exxon entre otros, redefinió el propósito de la empresa, centrado, hasta ahora, en maximizar los beneficios para sus accionistas. En un comunicado afirmó que a partir de ahora tendrían en cuenta también los intereses de sus trabajadores, de sus consumidores y las comunidades donde operan.

Llama poderosamente la atención que el capitalismo inclusivo está siendo promocionado y defendido por los mismos líderes que nos han llevado al capitalismo excluyente. Frente a este torrente de palabras huecas, debemos estar alertas. 

Acaso podemos pensar que en los campos de esclavos del este de la República Democrática del Congo, que continúan extrayendo el coltán para que la compañías digitales en pleno desarrollo puedan tener para sus consolas, Xbox, IPhone portátiles y computadoras,…. no se repetirán en el futuro por arte y magia del capitalismo inclusivo. 

Es cierto que la igualdad de género y la mejora de los salarios, suena bien. Pero mientras tanto predomina la precarización extrema de los trabajadores, sin olvidar las prácticas de elusión fiscal de estas compañías (a través de paraísos fiscales y territorios de baja tributación), la persistente brecha salarial de género y la enorme distancia entre los sueldos del primer ejecutivo y la media de la plantilla. 

Inmersos en un capitalismo que genera caos y desintegra las sociedades para reordenarlas bajo su mando despótico: destruye y construye al mismo tiempo. Separa vínculos para volver a reunir, bajo su dominación y control. Por lo tanto el capitalismo no es solo caos y desorden, también es orden, un orden cada día más opresivo y depredador.

En realidad el capitalismo busca su redención, escribir para el mundo una nueva narrativa, en la cual el capitalismo inclusivo pretende sustraer a los actores de la actividad económica la soberanía material sobre sus vidas: lo que nos convierte en juguetes zarandeados por estrategias orientadas al máximo beneficio para el capital … inclusivo o excluyente. 

Eduardo Camín: Periodista uruguayo en la ONU-Ginebra, asociado al Centro de Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) 

http://estrategia.la/2020/12/12/el-negocio-de-cambiar-al-mundo-un-capitalismo-inclusivo-y-tan-excluyente/