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El negocio del litio, el oro blanco de la nueva era energética

Fuentes: Público

El metal blanquecino es imprescindible para la elaboración de baterías y sistemas de almacenamiento de energía en el sector de las renovables. Bolivia presenta una de las mayores reservas del planeta, lo que ha llevado a algunos analistas a señalar a este elemento como uno de los detonantes del golpe de Estado contra Evo Morales. Pero, ¿hasta qué punto una materia vinculada al crecimiento verde puede desestabilizar economías?

Bolivia tiene más del 40% de las reservas mundiales de litio. AFP / Aizar Raldes 

En los tiempos modernos, el petróleo se ha erigido como uno de los principales motores de la economía mundial, llegando, incluso, a generar crisis contundentes en el seno de los países desarrollados durante algunos momentos del siglo XX. Sin embargo, ese líquido negro que, entre otras cosas, llena los tanques de los vehículos parece acercarse a su ocaso. Quizá, porque las reservas mundiales van encaminadas a su agotamiento. Quizá, también, porque la crisis climática ha abierto un espacio de transición energética que transforma los escenarios de inversión tradicionales . En ese sentido, el litio se ha presentado como uno de los elementos más emergentes de los últimos tiempos, ya que su uso es imprescindible para el desarrollo de baterías eléctricas y para la creación de infraestructuras de almacenamiento energético en el sector de las renovables.

No se puede afirmar que el litio sea o vaya a ser un elemento que concentre las mismas disputas geopolíticas que durante décadas han rodeado al petróleo y otros combustibles fósiles como el gas. No obstante, este oro blanquecino sí que es un elemento de interés para multitud de industrias que buscan mantener su estabilidad económica en un escenario de descarbonización y crecimiento verde. El impacto social, medioambiental y económico, en cualquiera de los casos, «depende del lugar donde se extraiga» , expone Gonzalo Escribano, investigador principal y director del programa de Cambio Climático y Energía del Real Instituto Elcano , que enfatiza las diferencias que puede haber entre explotaciones situadas, «por ejemplo, en Mongolia o Australia». «No es lo mismo la extracción que la construcción de la batería o el reciclaje de la misma. La cadena de valor del litio es muy amplia y compleja», apostilla el experto.  

El impacto ambiental, asimismo, depende del modo en el que se consigue el recurso. Hasta el momento existen dos formas: la excavación en roca , algo más tradicional, y, por otro lado, el proceso de evaporación del agua de las salmueras , que consiste en bombear el agua mineral subterránea hasta la superficie, donde se evapora al sol dejando al descubierto, tras un proceso químico, el carbonato de litio. Esta última modalidad es la más extendida y apenas guarda impactos directos con el entorno, más allá del uso del agua. «La mayoría del litio se encuentra en capas superficiales de la corteza. Se piensa que puede provenir del impacto de meteoritos en la Tierra, por lo que se encuentra en los primeros estratos, aunque de una forma muy dispersa y diseminada», detalla Antonio Turiel, científico titular del CSIC y autor del blog sobre recursos y energía The Crash Oil .

«En el desierto de Atacama no se han detectado prácticas de explotación infantil, ni vulneración de derechos, pero sí problemas relacionados con el acceso al agua»

Elena Solís, responsable de la campaña de minas de Ecologistas en Acción , denuncia el problema que este último tipo de explotaciones guarda en relación a los usos del agua, ya que la producción se lleva buena parte de los recursos, en contra de los intereses de las economías agropecuarias. Esto es algo que se puede ver en el proyecto extractivista que se está planteando en Cáceres , que, según la activista medioambientalista, desatará disputas relacionadas con el acceso al agua entre los productores de vino y quesos de la zona. Esto es algo que ya se puede observar en ciertas partes del mundo como Chile, explica Escribano: «En el desierto de Atacama no se han detectado prácticas de explotación infantil, ni vulneración de derechos, pero sí problemas relacionados con el acceso al agua de las poblaciones de la zona y comunidades de pastoreo», manifiesta Escribano.

Por lo que se refiere a los ritmos industriales, Turiel argumenta que «hay limitaciones en la cantidad de producción de litio al año» debido a la lentitud de su extracción, que requiere de al menos seis meses al sol para su evaporación. Además, el investigador detalla que el tamaño de las reservas no da para fabricar las baterías de todos los coches eléctricos que se desean desde el sector de la automoción . «Si acaso, se podrían crear unos cientos de miles de baterías nuevas, una cifra muy pequeña si se tiene en cuenta que en la actualidad hay cerca de 1.200 millones de coches en el mundo», advierte.