En este artículo el autor reflexiona sobre el papel que el PT debe asumir en la urgente y necesaria redemocratización de Brasil.
El PT ya tiene una historia, una historia relativamente corta en comparación con otros partidos de izquierda importantes en el mundo. Sin embargo, a pesar de ese relativamente corto período de existencia, es una historia de extraordinario protagonismo.
El PT, fundado en 1980, en los últimos años de la dictadura militar (1964-1985), ya en el año 1989 disputó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con Lula como candidato. A lo largo de su segunda década de existencia, el PT lideró la resistencia al neoliberalismo, por lo que sufrió un primer período difícil debido al consenso favorable al neoliberalismo que permitió a Cardoso derrotar a Lula, en primera vuelta, en dos ocasiones, en los años 1994 y 1998.
De todas formas, el partido había conseguido una amplia e importante bancada parlamentaria, presencia en gobiernos municipales y provinciales, y tenía un papel nacional muy significativo, ya que había conquistado el principal espacio político nacional en oposición a los gobiernos neoliberales. Además, lograra consolidar el liderazgo de Lula, considerado el líder popular más importante de nuestra historia por detrás de Vargas, a quien superaría en sus gobiernos.
El primer período de la historia del PT va desde su fundación hasta las elecciones de 1989, desde su formación hasta su proyección nacional. El segundo, el de la resistencia al neoliberalismo, se prolongó durante la década de 1990. El tercero, el de los gobiernos del PT, el período, hasta ahora, más importante en la historia del partido, de 2003 a 2016. El cuarto es el actual, nuevamente de resistencia, después de haber sido víctimas directas del nuevo golpe y de los gobiernos que le sucedieron.
El período actual gira en torno a la lucha por la redemocratización de Brasil, lo que abre nuevos horizontes para el país y para el PT, con la lucha por la elección de Lula para la presidencia de Brasil. El partido tiene que reciclarse, tiene que estar a la altura de los desafíos y de las circunstancias. Será un período que se prolongará hasta las próximas elecciones presidenciales, previsiblemente en octubre y noviembre de 2022, o en octubre, si gana Lula en primera vuelta, o incluso antes, si se impone el impeachment.
Lo que importa ahora es el tiempo político y las prioridades que tiene que determinar el partido, entre las que se encuentra la necesidad de definir el nuevo proceso de redemocratización. No obstante, es un período diferente al que discurrió tras el final de la dictadura militar, porque ahora es la izquierda quien puede llevar el protagonismo bajo el liderato del PT.
Hay que ser conscientes del déficit democrático que tiene el país, es decir, el mayor logro de los gobiernos del PT fueron las políticas sociales y la lucha contra las desigualdades, que penetraron en la conciencia popular, y que fueron la garantía de su elección y reelección. No obstante, a pesar de eso no logró desarrollar una conciencia democrática a nivel de masas. en este sentido es significativo -y dramático-, que no haya logrado desarrollar movilizaciones populares para defender al gobierno de Dilma Rousseff tras el golpe de 2016. Quizás en ese momento la izquierda todavía no valoraba la democracia como lo que es: el régimen en el que decide la mayoría.
Ahora bien, para abordar ese nuevo proceso de redemocratización es necesario reflexionar sobre el tipo de Estado y de democracia que queremos para Brasil. En este sentido, para lograr esa redemocratización es fundamental comprometer al conjunto de la sociedad en su conjunto y reorganizar las relaciones de poder entre la sociedad civil y el Estado. Es urgente redemocratizar el Estado brasileño para combatir las desigualdades, promover la democratización general del país, reafirmar la soberanía externa, promover la democratización de los medios de comunicación, la reforma agraria, la reforma urbana y, entre otras muchas reformas, la reforma tributaria, lo que da cuenta del nivel de democracia que tiene el país.
Es probable que estas profundas transformaciones democráticas solo sean posibles a través de una Asamblea Constituyente, por esa razón el camino de la redemocratización depende de un proyecto político estratégico, pero también de una táctica para llevarlo a la práctica, lo que depende de la correlación de fuerzas, de las fuerzas que se logre tener, del bloque de fuerzas que apuesta por la redemocratización y por la fuerza de su oponentes.
Ciertamente, el carácter de la nueva redemocratización definirá el futuro de Brasil durante las próximas décadas, probablemente durante la primera mitad del siglo XXI. He ahí la razón por la que ésa es la más importante batalla que tiene que asumir el país.