El tipo caminaba haciendo eses por Fernández Crespo, cantaba o balbuceaba: «soy celeste», miraba a la gente con amor y odio al mismo tiempo. Subía y bajaba los cordones de la calle, los autos le rozaban la campera, le tocaban bocina. El tipo estaba muy bien vestido, un trabador seguramente emocionado con el triunfo de […]
El tipo caminaba haciendo eses por Fernández Crespo, cantaba o balbuceaba: «soy celeste», miraba a la gente con amor y odio al mismo tiempo. Subía y bajaba los cordones de la calle, los autos le rozaban la campera, le tocaban bocina. El tipo estaba muy bien vestido, un trabador seguramente emocionado con el triunfo de Uruguay… de su mano iba una niña de no mas de 4 años… los ojos muy abiertos… susto… me quedé pensando que final de noche tendría.
A lo largo y a lo ancho de la ciudad familias enteras dormían en las paradas de ómnibus. Niños que al otro día tendrían que ir a la escuela, estaban acostados en la calle en el lugar a los pordioseros clásicos.
Perdónenme, pero yo percibí un embrutecimiento que no me llena de orgullo y que más bien me preocupa.
La guarda del 148 nos llevó a la comisaría octava, en Millán y Rafo. La mujer se asustó de la gente. Casi terminamos todos presos.
Perdónenme pero no veo otra cosa que un exceso de festejos, una especie de histeria, locura, inestabilidad emocional de una sociedad pervertida, obnubilada, por depositar en un deporte tanta carga emocional.
Y ojo que no reniego de nada. Yo trabajo en una radio e incluso me toco relatar el partido y la pase bien, me alegró un montón, me pone contento ver contenta a la gente, pero hay un punto que me genera miedo. Si da miedo ver tanta emoción por algo que no nos determina como sociedad. Ver como nos movilizan ciertas cosas y no otras. A ver, no estoy en el viaje de cuanto «peor mejor», ni me parece que las derrotas deportivas pongan a la gente de cara a asuntos políticos. Nada que ver. Pero si veo que generan estos triunfos deportivos y veo que este exceso, casi maniaco, nos señala cosas a tener en cuenta.
Lo que viene siempre después de este derroche emocional es la depresión.
Y la droga del futbol mas tarde que temprano, se termina.
* Radio autogestionada corsaria fm 96.7
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