En el Libro de la Selva, Rudyard Kipling, se refiere a la chismografía de la selva con la frase que sirve de titular a este comentario: «El oso sabia que la serpiente sabía que el oso sabía». Eso significa que al final muchos sabían lo que el oso sabía y que se lo habían contado […]
En el Libro de la Selva, Rudyard Kipling, se refiere a la chismografía de la selva con la frase que sirve de titular a este comentario: «El oso sabia que la serpiente sabía que el oso sabía». Eso significa que al final muchos sabían lo que el oso sabía y que se lo habían contado a la serpiente y a su vez los mismos u otros le habían contado a la serpiente lo que el oso sabía. En definitiva todo el mundo estaba enterado, pero todo se decía en voz baja, se mantenía a nivel de rumor. Probablemente si se preguntaba al oso y a la serpiente, éstos se harían los inocentes y mostrarían sorpresa como si acabaran de enterarse y dirían «presenten pruebas».
En el bullado caso de los negocios de Fabricio Correa con el Estado, caso que se resiste a ser enterrado y que a pesar de las paladas de tierra que el Gobierno le echa encima, vuelve a sacar la mano para decir que le están queriendo enterrar vivo, pasa lo mismo que en la selva: el Gran Hermano afirma a todo el mundo que el Hermano Menor, sabía que él estaba haciendo negocios con el Estado.
En un primer momento el Hermano Menor niega rotundamente que el Gran Hermano esté haciendo negocios con el Estado; luego admite que sí ha estado haciendo negocios con el Estado, pero que dichos negocios están dentro de la ley; más tarde, con las pruebas al canto, el Hermano Menor se rasga las vestiduras para decir que el comportamiento del Hermano Mayor no es ético porque mientras él se saca la madre luchando por la revolución el Hermano Mayor se llena los bolsillos de plata. Entonces, el Hermano Menor ordena la terminación unilateral de los contratos del Estado con el Gran Hermano.
Sin embargo y a pesar de las broncas familiares, una cortina de humo oficial se levanta hasta ahora para dejar en la inopia los negocios del Gran Hermano con el Estado. Los órganos de Control se hacen los giles. La veeduría ordenada por el Hermano Menor hace el ridículo y es amenazada con el juicio y la cárcel. Por último el Hermano Menor demanda por 10 millones de dólares a los periodistas Juan Calderón y Christian Zurita por haber hecho la crónica de la historia y haber puesto por orden y documentadamente los sucesos y testimonios de ésta tragicomedia familiar, en la que el Hermano Mayor se revela como el más honesto de todos los pillos y al Hermano Menor no le queda más que escoger el papel del más pendejo de todos los honestos, papel que está dispuesto a defender incluso en los tribunales.
Hasta ahora, parece que nadie en el Gobierno sabía, lo que el Hermano Mayor dice que el Hermano Menor sabía. ¿Dónde está la lista de los ministros, subsecretarios, y demás responsables de las firmas de los contratos del Gran Hermano con el Estado? ¿Cuántos funcionarios han sido enjuiciados o castigados por firmar contratos con empresas de papel? ¿Quiénes han sido señalados como los contactos del Gran Hermano en todo el pastel de tráfico de influencias? ¿Podría jurar el Hermano Menor que nunca nadie le dijo nada sobre los negocios del Gran Hermano? ¿Cómo es posible que sólo el Hermano Menor no lo supiera, cuando todo el mundo sabía que el Gran Hermano se estaba forrando de dinero, al igual que hoy todo el mundo sabe que los hermanos Alvarado están haciendo negocios en el Gobierno?
Tenemos que preguntarnos en este momento, ¿hay la capacidad y la voluntad en el Estado ecuatoriano para aclarar y castigar a los beneficiarios, facilitadores y encubridores de un evidente caso de enriquecimiento ilícito con claros componentes de tráfico de influencias y engaño al Estado? ¿Es tan evidente el show de la pelea familiar, que el Gran Hermano se atreve a decirle al Hermano Menor en sus narices ingenuo y mentiroso y no pasa nada? Y lo que es peor, a proclamar ante la faz del mundo que es el más honesto de todos los pillos y no pasa nada. En cambio, el Hermano Menor arremete contra los periodistas que se atreven a repetir lo que el Hermano Mayor y muchos repiten: «que el oso sabía que la serpiente sabía». Lo increíble es que el Hermano Menor dice que la investigación de los periodistas es verdadera.
El Hermano Menor debe reconocer que el Hermano Mayor ha producido un terremoto de nueve grados en el núcleo de su Gobierno y que desde hace tiempo una nube radioactiva de corrupción está contaminando la atmósfera que respiramos los ecuatorianos. ¿Qué pasaría en Japón si el gobierno de ese país, dijera que no ha pasado nada y que todo funciona bien y que el humo negro de los reactores es fruto de la pura maldad y odio de la prensa corrupta que desinforma al país? Los ecuatorianos tenemos derecho a saber, antes que termine este gobierno, las implicaciones de esta especie de «watergate» a la ecuatoriana y el castigo de los culpables. Nos queda una duda ¿Será la justicia reorganizada a tenor de las preguntas cuatro y cinco del referéndum, la que lo haga? ¿Será que por eso el presidente Rafael Correa quiere meterle mano a la Justicia para que de una vez se destape la olla de grillos de la Saga del Gran Hermano?
El autor es ex-asambleísta constituyente de Alianza País
Frente «Montecristi Vive»