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El pacto social, otro paso al vacio de una izquierda que no es tal

Fuentes: Rebelión

La «casta» tiene mil caras. En España, esta vez, ha usado la mascara de los dos máximos dirigentes de CC.OO y UGT. Sin arrugarse, a pesar de su intenso color amarillo, ofertan un pacto social a los verdugos de sus representados. Como era de esperar hubo respuesta inmediata. Ni corto ni perezoso, un Rey, desprestigiado […]

La «casta» tiene mil caras. En España, esta vez, ha usado la mascara de los dos máximos dirigentes de CC.OO y UGT. Sin arrugarse, a pesar de su intenso color amarillo, ofertan un pacto social a los verdugos de sus representados.

Como era de esperar hubo respuesta inmediata. Ni corto ni perezoso, un Rey, desprestigiado por la corrupción, se agarró rápidamente al salvavidas del «consenso» que obsequió Toxo y Méndez.

Detrás la maniobra de pura distracción política está un Fouché venido a menos. Es el incombustible Rubalcaba. Todavía agazapado, sabe que tiene un estrecho margen de maniobra y logra dar un manotazos mediático.

Su personaje es casi paradigmático. Representa aquella vieja izquierda europea acomodada en las instituciones del «ancien régime». Son los políticos del «fair play».

En su afán por conservar el poder las «castas» generalmente olvidan la lecciones de la historia. Por eso es bueno estudiar lo ocurrido durante la República de Weimar en Alemania.

En esa época el nazismo creció en la clase obrera y en las capas medias alimentado por el descontento popular que provocaban las políticas de austeridad.

¿Quienes implementaban esas políticas a favor de la banca? Mirad que casualidad. Fueron los dos grandes partidos que se turnaban en el poder; la socialdemocracia y los conservadores. Vamos … que los mismos de ahora en España, el PSOE y el PP de esos años .

En la Europa del siglo XXI parece que se repite el fenómeno. En Francia la ultraderecha avanza a pasos agigantados, mientras se hunde en las encuestas el gobierno socialista.

La «gauche divine» , aquella elegante dirigencia de «izquierda» que surgió finalizada la guerra a mutado sin falsos arrepentimientos. Hoy es parte integrante de una «casta» que ha vivido cómodamente en las instituciones del sistema.

Sin embargo la historia de la «casta» de seudo-izquierda no es solo la historia de la socialdemocracia. Es también la historia del eurocomunismo ( Ver Italia) . Sus máximos dirigentes, tanto políticos como sindicales, hace mucho tiempo que se confundieron con sus congéneres de parlamento. Pretextos no le faltaron.

Para la izquierda de la socialdemocracia -la izquierda institucional- hacer política es básicamente participar en las elecciones del sistema bipartidista. Un sistema trampa, diseñado precisamente para que nunca pueda ni siquiera arañar el poder.

La mentalidad electoralista, ese verdadero «cretinismo parlamentario·» ha condenado a la «izquierda institucional» a la subordinación a las políticas neo-liberales. Un ejemplo es Andalucía y Extremadura.

Por su parte los dirigentes de los grandes sindicatos (de inspiración izquierdista) se han especializado en el «pacto social». Mientras abusan del rojo y de otros símbolos, en los hechos han sido co-responsables de la burbuja inmobiliaria.

El desprestigio de los sindicatos mayoritarios lo confirman todas las encuestas. No es extraño que la gente los vean como parte del poder dominante . Y no se equivocan . Por años, estos dirigentes han compartido visiones (sueldos millonarios mediante) con los directorios de las Cajas y los miembros de la casta política y financiera.

En esta opereta de malos actores, Rajoy ya dio su respuesta. Ha venido a decir más o menos ; la guerra de clases existe y la estamos ganando nosotros.

La política de los pactos con los poderes dominantes es solo otra maniobra distractiva con las «patas» muy cortas.

Peor aún. Los acontecimientos históricos demuestran que cuando gobierna el bipartidismo de «la casta» y los sindicatos son dóciles al poder se ahoga una alternativa de izquierda y se alimenta a la ultraderecha.

En España, sí no hubiese surgido el 15M y los nuevos movimientos sociales el viejo fascismo nos estaría soplando la nuca.

La «izquierda institucional» y los grandes sindicatos deben comprender, antes que sea demasiado tarde, que las tornas de la historia han dado vuelta. Se acabo los tiempos de la edulcorada transición y su supuesto estado de bienestar. Ahora la marea esta muy alta para pactos que aseguren «la paz social».

No hay vuelta atrás para «las izquierdas europeas». El trance histórico demanda definiciones y una nueva estrategia política. O levantan una alternativa radical o lo harán los fascistas.

Es la hora de la movilización tal como lo afirman los dirigentes de la plataforma de sindicalistas que han tenido el coraje de salir al paso al «pacto» propuesto por Toxo y Méndez.

No hay que pacto que valga con los poderes dominantes. La lucha, con todas las formas posibles, es el camino que debe andarse para construir bases solidas de una alternativa al fascismo que debe ser democrática y plebeya.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.