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Fander Falconí, ex canciller de la República.

«El país no merece una confrontación de epítetos»

Fuentes: Diario EXPRESO

Luce tranquilo. El que fuera un hombre clave en el proceso político que vivimos, ahora llega solo y en su vehículo particular a la entrevista en un café del centro norte de Quito. Él cree que su renuncia fue «una decisión digna y legítima, en la medida del cuestionamiento a la negociación que venía realizando […]

Luce tranquilo. El que fuera un hombre clave en el proceso político que vivimos, ahora llega solo y en su vehículo particular a la entrevista en un café del centro norte de Quito. Él cree que su renuncia fue «una decisión digna y legítima, en la medida del cuestionamiento a la negociación que venía realizando una comisión, que había sido creada por el Presidente de la República, no por el canciller.

¿Cuáles son las lecciones y lecturas que le dejan su salida de la cancillería?

Hemos señalado que si el mundo continúa extrayendo los recursos naturales al ritmo actual, inexorablemente camina a su destrucción. Y por lo tanto, tal como se debatió en la Cumbre Mundial de Medioambiente en Copenhague, hay que reducir al menos a la mitad las emisiones de carbono. ¿Dónde es necesario limitar esta extracción? En las zonas sensibles. La Iniciativa ITT Yasuní es vanguardista en este sentido, porque se adelantó a las discusiones actuales. Tiende a favorecer la vida y los derechos de los pueblos no contactados. Tiende a proteger ecosistemas frágiles, catalogados como una de las mayores riquezas biológicas del planeta y evitar la contaminación. Hubo una decisión digna y legítima de mi parte al haber renunciado, en la medida del cuestionamiento a la negociación que venía realizando una comisión, que había sido creada por el presidente de la República, no por el canciller.

¿No fue esa renuncia desproporcionada, apresurada?

El Presidente, en su enlace radial, dice que se había realizado una negociación vergonzosa. La negociación la venía haciendo un grupo que fue creado por decreto presidencial , integrado por Roque Sevilla, Yolanda Kakabadse, el embajador Francisco Carrión, con el apoyo técnico de especialistas como Carlos Larrea. Nuestra labor en la cancillería fue prestar todas las facilidades para que la Iniciativa tenga éxito, igualmente, generar un grupo de trabajo interdisciplinario donde estaban varios ministros de Estado que recibían información constante sobre la Iniciativa y de los términos de referencia que se estaban definiendo con Naciones Unidas.

Dado que esto había estado en el programa de Gobierno de Alianza País, y que es uno de los buques emblemas de la revolución ciudadana, como lineamiento de política internacional nosotros lo recogimos y lo pusimos al primer nivel. Siempre señalé que la iniciativa ITT es más que una política ambiental, es la política estrella en términos de relaciones internacionales.

¿Tuvo respaldo realmente a nivel internacional? ¿Cómo se puede medir?

Tuvo el respaldo de todos los organismos multilaterales, como resultado de un bue trabajo diplomático. La Iniciativa gozó de apoyo en el seno de Unasur, en el Grupo de Río, en el Movimiento de Países No Alineados, donde hubo frases elogiosas para el Ecuador y se calificó como la más importante del mundo en torno al cambio climático. Generamos las condiciones para que el equipo promotor de la iniciativa tenga recepciones exitosas en los países interesados, como Alemania, Bélgica, España. Evidentemente, las palabras del Presidente tocaban una de las fibras más íntimas de la política internacional, y de la gestión de la cancillería.

Hubo aplausos pero no dinero… ¿Era un asunto de tiempo?

Dejar el crudo en tierra significa un sacrificio muy grande para el país. En precio futuro y los costos se calcula en 7.000 millones de dólares. Ecuador dijo que esperaba una contribución exterior de al menos la mitad. Es una cifra alta, y no es fácil conseguir los aportes, que podían venir de gobiernos, empresas, ONGs, contribuciones ciudadanas. El equipo promotor había desplegado acciones en la medida en que había expectativas para consolidar recursos en este año en un rango entre los 1.500 y 1.900 millones de dólares. Especialmente por los aportes de gobiernos europeos. Para cubrir esta expectativa era fundamental tener un instrumento financiero internacional que resguarde la soberanía del país, porque es el principal aportante, y tener un instrumento financiero para tener la suficiente confianza internacional para que se pueda recibir los aportes, y se escogió al PNUD.

Lo que fue cuestionado por el Presidente…

Naciones Unidas es un órgano intergubernamental. Nosotros como parte de la política internacional hemos levantado críticas a la forma cómo está organizada Naciones Unidas. Incluso hemos planteado una reforma a los organismos de toma de decisiones. Pero, sin duda el Ecuador es ahora parte de Naciones Unidas. No es lo mismo que el Fondo Monetario o el Banco Mundial. Así que la Iniciativa dentro de la ONU tendría mayor fuerza internacional y permitiría levantar con mayor eficacia la necesaria campaña de mercadeo de la Iniciativa. Esto fue consultado en su debido momento a la Presidencia de la República. Tuvimos una reunión en mayo del año pasado, el Consejo de Administración con Roque Sevilla. Se le preguntó claramente si estaríamos dispuestos a hacer la figura de un instrumento y fue aceptado.

¿Al Presidente?

Claro, al Presidente de la República. En ese sentido avanzamos en pulir los términos de referencia con Naciones Unidas.

O sea, el Presidente estaba enterado, pero ¿qué pasó luego? ¿Qué precipitó la reacción del Presidente?

Hubo un punto con Naciones Unidas que considerábamos inaceptable, y es el porcentaje que quería cobrar el organismo por el manejo de recursos, planteamos que debía haber un costo fijo renovables anualmente, y luego hubo observaciones del asesor Jurídico de la Presidencia (Alexis Mera) a los que respondí que eran perfectamente asumibles, y que son subsanables.

¿Por ejemplo?

La conformación del Directorio del fideicomiso. Se planteaba una constitución de tres miembros del Gobierno, dos de la sociedad civil y uno de los aportantes. Era perfectamente remediable que exista mayoría del Ejecutivo. No había ningún problema. Habíamos ya entablado los primeros diálogos con Naciones Unidas para subsanar las observaciones de la Presidencia, y había la voluntad de acogerlas. Habíamos trazado un camino y estábamos esperando que Naciones Unidas cierre su periodo de vacaciones para reanudar las conversaciones y concretar la fiducia.

¿Se la puede concluir tal como está?

Se la puede concluir, ese no es el problema. Lo que se precipita el desenlace son las declaraciones del Presidente del sábado.

¿Por qué las hizo, a su criterio?

No quisiera interpretar las declaraciones del Presidente. Quisiera moverme solo en lo fáctico. El hecho es que las hizo, por cualquier motivo. Desde mi punto de vista hubo una mala información de la forma en que se desarrollaba el proceso. Primero, los aportantes no solicitaron cláusula alguna dentro del fideicomiso, estamos hablando de Estados soberanos que han manifestado una voluntad de aportar a una política que consideran pionera para combatir los efectos del cambio climático y de defensa de culturas. Por otro lado, es falso, de falsedad absoluta que el grupo promotor haya estado influenciado por algún tipo de presión por parte de organismos o personas que tengan intereses distintos a los del Ecuador. No era entendible el gesto del Presidente, no fue entendible, y es obvio que me puso, como canciller, en una posición sumamente frágil para uno de los proyectos más emblemáticos de las relaciones internacionales. No quedó otro camino que la renuncia.

Parece que hay con el Presidente un juego de malas lecturas, informaciones e interpretaciones. Cuando usted dice que había intereses petroleros tras del tema, el Presidente se ofendió…

En las declaraciones posteriores al día de mi renuncia se me hace una pregunta. ¿Usted cree que hay intereses petroleros alrededor del ITT? Yo respondo obviamente que sí; 850 millones de barriles son un montón de dinero y existen muchos intereses materiales en juego. Me ratifico en eso. De ahí a que yo haya dicho que el Presidente esté motivado por intereses de las transnacionales hay una gran distancia. No lo dije, pero el Presidente se monta en ese sentido y esgrime una serie de epítetos descalificadores a los cuales no me voy a referir. Yo creo que el país requiere argumentos sustantivos, requiere un debate de altura, el país no se merece entrar en una confrontación de adjetivos y epítetos; y lo que hice fue defender mis principios, mis ideales, apegarme a un programa de gobierno y al marco constitucional vigente para todos los ecuatorianos.

No entremos en los epítetos, pero el Presidente y su ministra de Ambiente hablan de una agenda secreta, de una argolla, de donde se derivan las palabras mayores. ¿Hubo una agenda distinta, paralela?

Nosotros estamos saturados de adjetivos. Quiero entrar a lo medular. Los fines que podía tener la constitución del fideicomiso, es decir hacia dónde están destinados los recursos en términos sociales y ambientales fueron definidos conjuntamente, avalados por la ministra del Ambienta. Ella suscribe la presentación oficial de la Iniciativa Yasuní ITT, donde están marcados esos fines específicos. Yo no soy el rector de las políticas ambientales del Ecuador. Los proyectos fueron definidos por el propio ministerio del Ambiente. Por lo tanto, resulta absurdo indicar que existe una agenda oculta. Yo no pertenezco a una argolla, yo he tenido una fidelidad con los principios del proyecto político de la revolución ciudadana, he tenido fidelidad evidentemente con el puesto de responsabilidad de ser ministro de Estado, ha habido una fidelidad con el Presidente de la República, la esgrimí desde el primer al último segundo de mis funciones. Los comentarios en este sentido, los adjetivos resultan inaceptables en este contexto.

Un contexto que se fue conformando hace cinco años. Fue usted uno de quienes originaron la candidatura de Rafael Correa y fundaron Alianza País. ¿Cómo evalúa ese lustro ahora?

Lo evalúo con mucho orgullo. Con una identificación clara de los principios. Nosotros, un grupo de ciudadanos, detonamos este proceso, creíamos que el régimen que vivía el Ecuador era caduco, corrupto, que se estaba desmembrando, que era necesario un nuevo proyecto político y que las condiciones estaban dadas para que emerja. Hubo un compromiso de participar desde el inicio en la constitución de un movimiento diferente. Se me responsabilizó coordinar el programa de Gobierno de Alianza País. Lo hicimos de manera efectiva con Hugo Jácome, René Ramírez, Alberto Acosta, Janeth Sánchez. Es un lindo programa de Gobierno que se sostiene en cinco revoluciones, que son perfectamente asumibles en la coyuntura nacional e internacional, luego del Presidente tuvo la confianza de designarme secretario nacional de Planificación. Consideraba esta área como estratégica dentro de un proceso de cambio en la institucionalidad pública.

La Senplades era una oficina minúscula dedicada a poner sellos y hacer trámites de proyectos de inversión. Formulamos un plan nacional de desarrollo cuya metodología ha sido pedida por otros países, trabajamos en procesos de reforma democrática del Estado como la regionalización, planteamos un debate al país alrededor de temas centrales como el sistema de seguridad social, la educación superior. Y luego el Presidente me pidió que lo acompañe como ministro de Relaciones Exteriores. Aquí hubo una recuperación de la dignidad nacional, de la soberanía, hay hitos en las relaciones comerciales con países estratégicos, o la victoria histórica del país en el tema del banano. Hay logros evidentes y uno de los puntos centrales era la iniciativa Yasuní. Hubo fidelidad con un proyecto, con el responsables de la política pública del Ecuador, por eso me voy contento con esta experiencia y con una gratitud enorme con quienes me apoyaron y acompañaron.

¿Me voy a dónde? Dijo que no iba a salir de Alianza PAIS, ¿Cómo ve su futuro y el de una tendencia de izquierda dentro del movimiento, que está contra la pared? La izquierda en el país ha sido, en su mayoría, tolerante. Ha recogido los valores más nobles que tiene la humanidad y plantear diálogos sustantivos y acciones colectivas. La izquierda jamás ha sido prepotente. La prepotencia ha venido de quienes han usufructuado del poder, de los gamonales, de los hacendados. La izquierda ha resistido a esto, se ha caracterizado por tener amplitud en sus formas de pensamiento, en dirimir las diferencias, en plantear debates al país, en el arte, la literatura, las distintas expresiones han venido de esta forma de pensamiento. La democracia ha venido desde la izquierda y el autoritarismo ha venido de los grupos oligárquicos. Yo pertenezco a esta corriente histórica, no es una argolla, es una forma de ver el mundo, del pensamiento donde se han planteado debates en la modernidad como es el ecologismo.

¿Un ecologismo infantil?

Ese no es el debate, ni político ni académico, ni infantil ni maduro. El medioambiente es una necesidad y una lucha de los pobres, no un lujo de los ricos. Los movimientos sociales de los pobres están vinculados a su lucha por la supervivencia de su ambiente y en su ambiente. Se trata de sacar los recursos naturales de la esfera del mercado, en este sentido se convierte en una economía moral, en una economía ecológica. Ese es el debate que hay que dar, y es en el cual la izquierda ha abierto las puertas para una forma de acción colectiva. Y me pertenezco a esta tendencia y seguiré en ella…

Pero ya no en Alianza PAIS.

Tengo claras algunas cosas. Luego de los adjetivos usados por el Presidente yo no puedo volver al Buró Político de PAIS. Esto es una realidad. Luego, no tengo por qué dejar de ser un militante del Movimiento. He sido uno de los fundadores, he ejercido puestos de dirección y me pertenezco a este proyecto y seguiré hasta que haya las condiciones de expresión política para una tendencia como la nuestra.

¿Esas condiciones se están cerrando para la izquierda?

Creo que se abre una oportunidad para procesar de forma democrática las diferencias programáticas y coyunturales, para definir el rumbo estratégico del proceso de cambio. Creo que más bien debe aprovecharse esto como una ventana que oxigene la estructura partidaria.

¿Este debate es posible? Se dice que existe, pero finalmente el Presidente se impone aunque sea a la mala.

Ese es el reto. Crear una estructura lo suficientemente democrática que permita trabajar en las diferencias de forma colectiva. Creo que uno de los grandes errores de los movimientos de izquierda -que quedaron truncos en la historia- ha sido por el caudillismo. El momento que no hay una ligazón con la capilaridad social, y no se crea una estructura social, el cambio se queda trunco. Los movimientos exitosos son los que tienen una dirección política colectiva, que tienen un rumbo estratégico claro, una política de alianzas clara y coherente.

¿Cómo evaluaría en este sentido el liderazgo de Correa?

Este proceso no se inicia ni termina con Rafael Correa. Este proceso es un acumulado histórico de muchas personas y movimientos que se han jugado por este país. Los grupos eclesiales de base, pensadores e intelectuales, las luchas campesinas, obreras y de los indígenas. Es un acumulado que lo capitaliza la irrupción de una figura como Rafael Correa, donde él tiene su propio específico y su liderazgo histórico. Eso es incontrastable y creo que hay cambios sustanciales en áreas de la política pública. Ahora, creo que también hay un conjunto de vacíos en entender que una política de izquierda se sostiene en aristas muy importantes. No solo se trata de tener solo posturas antineoliberales. Sino también adaptar distintas corrientes que propone la izquierda moderna, la consecución de las libertades en todo sentido, el respeto a los otros, tener un movimiento libertario, creo que ese es el gran reto.

El Presidente esgrime una serie de epítetos descalificadores a los cuales no me voy a referir. Creo que el país requiere un debate sustantivo. El país no merece entrar en una confrontación de adjetivos, de epítetos. Lo que hice (con la renuncia) fue apegarme a mis principios, a mis ideales.

Habíamos entablado diálogos con Naciones Unidas para subsanar las observaciones de la Presidencia de la República, y había la voluntad de acogerlas. Habíamos trazado un camino y esperábamos que el organismo vuelva de vacaciones para firmar el fideicomiso.

Quién es

Fander Falconí renunció a su cargo de canciller tras discrepar con declaraciones del presidente Rafael Correa por el manejo de la iniciativa Yasuní ITT. Esta consiste en no explotar 850 millones de barriles del campo ITT, asentado en una zona natural protegida, considerada la de mayor biodiversidad del planeta. Es fundador de Alianza PAIS.