Mediante una nota de prensa publicada en el diario El Mercurio, el día 29 de marzo de 2016, se dio a conocer que cuatro universidades locales, donde se destacan la Universidad de Cuenca y la Universidad del Azuay (UDA), harán estudios ambientales en dos proyectos mineros «estratégicos» que se ejecutan en el cantón Cuenca: «Loma […]
Mediante una nota de prensa publicada en el diario El Mercurio, el día 29 de marzo de 2016, se dio a conocer que cuatro universidades locales, donde se destacan la Universidad de Cuenca y la Universidad del Azuay (UDA), harán estudios ambientales en dos proyectos mineros «estratégicos» que se ejecutan en el cantón Cuenca: «Loma Larga» (Kimsakocha) y «Río Blanco», ubicados dentro del Macizo de El Cajas.
Frente a esta situación, como colectivo que basamos nuestros ideales en la realidad del cambio climático, de la crisis del agua, de la irreversible extinción de la biodiversidad y del etnocidio de los pueblos indígenas y, motivados por la defensa de los derechos humanos, los derechos de la naturaleza y demás derechos colectivos; ponemos varios puntos a consideración de la comunidad universitaria que incluye a las autoridades, profesores, estudiantes y trabajadores.
Primero.- La declaración de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (UCCSNAL) nos propone debatir el desarrollo «de una ciencia cada vez más dependiente de los poderes hegemónicos, violando el derecho a una ciencia autónoma para beneficio directo de la sociedad que la produce»; evidenciado así que, el conocimiento científico puede servir a las necesidades del mercado o a las de las personas, dependiendo de la voluntad y decisión de quien lo produce. La ciencia es neutra únicamente en lo que se refiere a la rigurosidad en la aplicación de los métodos científicos, mas no en los ideales que motivan la tarea científica de cada investigador/a. En este sentido, las universidades deben posicionarse por el respeto y el primordial cuidado de las fuentes de agua de los cuencanos/as y la región. Pues, sus investigaciones deben estar «comprometidos con el mejoramiento de la calidad de vida, en el contexto de la interculturalidad y en armonía con la naturaleza» tal como reza la misión institucional, en el caso de la Universidad de Cuenca.
Segundo.- Nos preguntamos, ¿cuánto conocen las universidades ecuatorianas sobre los impactos de la minería en los páramos? Consideramos que un primer paso es conocer las experiencias de otros países, al margen de la propaganda de las compañías mineras y de los sectores interesados en dar paso a la megaminería. Así, el II Congreso Mundial de Páramos (Loja, 2009), entre otras cosas, señala que «con base en la revisión de casos y la información científica sobre la vulnerabilidad y resiliencia de los páramos, se considera que la minería es incompatible con el manejo sostenible de los páramos, jalcas y ecosistemas asociados en nuestros países, en particular la minería a tajo abierto». Por lo tanto, recomiendan, «por razones de interés superior y bien común, excluir la minería de los páramos en todas sus modalidades…». Convendría analizar además la reciente decisión de la Corte Constitucional de Colombia que prohíbe la minería en los páramos.
Tercero. La investigación científica que proponen las universidades cuencanas debe contar con participación comunitaria, de acuerdo a la Ley de Gestión Ambiental, empezando por aquellas comunidades que han estado liderando la resistencia a la minería en Victoria del Portete, Tarqui, Girón y Molleturo, incluyendo a movimientos sociales y sectores ciudadanos del cantón Cuenca. Una investigación sobre la hidrología, la hidrogeología, la biodiversidad no puede realizarse sin participación de los actores involucrados, porque se juega nuestro derecho fundamental al agua y la integridad del patrimonio cultural y ambiental del Macizo de El Cajas, Reserva Mundial de la Biósfera.
Cuarto.- Se conoce que importantes sectores de la Universidad de Cuenca han manifestado su oposición a la minería en los páramos del Cajas. Sin embargo, en años anteriores, el Programa para el Manejo del Agua y del Suelo (PROMAS) de la Universidad de Cuenca ha aceptado financiamiento de IAMGOLD, la compañía que antes poseía la concesión en el Humedal Altoandino de Kimsakocha, al igual que lo hizo la Universidad del Azuay mediante diversos convenios a través de su Escuela de Biología. Lamentablemente, esto se inscribe en una pérdida paulatina de la presencia ética y científica de la Universidad en la sociedad regional en los últimos lustros. Es oportuno que el rector y la vicerrectora de la Universidad de Cuenca, Pablo Vanegas Peralta y Catalina León Pesántez, así como el Consejo Universitario y las Facultades, manifiesten su posición con respecto a este trascendental asunto, sin caer en el discurso de la neutralidad, que en realidad sirve para esconder intereses particulares. Esto relevaría el valor social de la Universidad.
Quinto.- La minería debe ser estudiada desde una visión integral e interdisciplinaria, por lo tanto, el objetivo de la investigación no puede reducirse al monitoreo hidrológico de aguas superficiales y de las actividades mineras. Hoy, que estamos atravesando una nueva crisis por la caída de los precios del petróleo, por ejemplo, es urgente retomar el reto de superar nuestra economía sometida al extractivismo. Sería terrible que las universidades cuencanas no analicen el impacto de hundir a la región en una economía minera, que desplaza otras economías realmente sustentables como la propia agricultura y el turismo. Adicionalmente, no debería faltar el enfoque de salud colectiva; el análisis de los impactos ambientales en el agua superficial, la degradación de humedales y acuíferos, la pérdida de biodiversidad, creación de residuos volátiles, relaves mineros, drenaje ácido de minas, contaminación del suelo y el aire; así como, los impactos en el ámbito social y cultural de la minería a gran escala.
Finalmente, hagamos un llamado a la ciudadanía a ser veedores y partícipes de este proceso para que estos estudios que proponen las universidades tengan como horizonte el respeto a la vida y a la salud de nuestras comunidades urbanas y rurales. Hacemos votos porque la Universidad de Cuenca, la Universidad de Azuay y otras universidades tomen una posición favorable a los páramos del Cajas, al agua, al bien común de los cuencanos/as, en el marco del respeto a la norma Constitucional.
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