Hace varios meses, el sistema financiero privado en Ecuador ha emprendido un gran despliegue por posicionar su sistema de pagos electrónico, donde la publicidad ha abundado para que la gente comience a consumir a través de su sistema -privado- de dinero electrónico. Este sistema no tiene nada de diferente al del dinero electrónico que el […]
Hace varios meses, el sistema financiero privado en Ecuador ha emprendido un gran despliegue por posicionar su sistema de pagos electrónico, donde la publicidad ha abundado para que la gente comience a consumir a través de su sistema -privado- de dinero electrónico. Este sistema no tiene nada de diferente al del dinero electrónico que el Banco Central del Ecuador impulsó hace ya algún tiempo, la única diferencia es que el oferente es la banca privada.
A pesar de la abundante propaganda de la banca privada por promocionar su dinero electrónico, los formadores de opinión -analistas y medios de comunicación- han hecho caso omiso a esta nueva facilidad ofrecida por la banca. Todo lo contrario ha ocurrido con la reforma tributaria, que busca posicionar el dinero electrónico administrado por el Banco Central del Ecuador mediante el incentivo de una devolución de IVA de 2 puntos porcentuales cuando los consumos finales se realicen con dinero electrónico del BCE.
¿Cómo funciona? Si una persona consume 100 dólares y paga 12 de IVA, y el pago es realizado con dinero electrónico administrado por el Banco Central, el consumidor automáticamente recibirá una devolución de dos dólares en su cuenta de dinero electrónico en el Banco Central (equivalente a 2 puntos porcentuales del IVA pagado). El usuario podrá hacer uso de este dinero electrónico a su conveniencia: podrá realizar pagos, podrá acumularlos en su cuenta o en su defecto podrá canjearlos por dólares físicos, similar a cualquier depósito en un banco privado. La ventaja que tiene el dinero electrónico administrado por el Banco Central es que los costos financieros son sustancialmente menores a los ofrecidos por la banca privada, además permite realizar pagos con el teléfono celular abriendo la posibilidad de la bancarización a las grandes masas de la población que tienen estos dispositivos pero que no son admitidos en el sistema financiero privado.
Algunos vehementes, apresurados e irresponsables analistas se han atrevido a manifestar, en el peligroso mundo de las redes sociales y los medios de comunicación, que el dinero electrónico es «humo» o que, con la reforma, se abre la puerta para que el Banco Central pueda emitir dinero sin ningún respaldo. Nada más alejado de la realidad. ¿Por qué no es emisión? El momento que el consumidor paga 12 dólares por su IVA generado en consumo con dinero electrónico, el Banco Central entrega 10 dólares al Gobierno Central y 2 dólares se los queda para acreditar automáticamente en la cuenta del consumidor. Es decir, los 2 dólares que el BCE no transfirió al Gobierno Central son el respaldo (uno a uno) de los dólares electrónicos. Es falso, mal intencionado o producto de la mediocridad aseverar que por esta operación el Banco Central esté realizando emisión monetaria. Imaginemos que el Estado redujera el IVA y devolvería a cada persona los dos dólares en sobres cerrado en la ventanilla; en ese caso a nadie se le ocurriría decir que se ha creado dinero. En este caso es igual, la única diferencia es que el BCE entrega un dólar digital para pagos electrónicos que facilita la transacciones, el cual, en cualquier momento puede ser cambiado por billetes o monedas.
Entonces si no hay emisión, y tampoco tiene ninguna diferencias con el dinero electrónico que está impulsando la banca privada, ¿por qué tanto ataque?. Los grupos de poder ya lo han dicho abiertamente en varias ocasiones: quieren fagocitar el sistema y privatizarlo. En la comparecencia que el comité empresarial ha hecho en la asamblea ha sido muy claro: el sistema debe ser administrado por la banca privada. Es claro, no les conviene un actor público que reduzca los costos financieros y que promueva la bancarización de las grandes masas de la población, no les conviene un actor que dispute la hegemonía y el negocio del pago de tarjetas de crédito y debito privado porque atenta contra su rentabilidad y el poder que significa tener el monopolio del sistema financiero. No les conveniente por al menos 3 razones: (I) si se reduce el uso de tarjetas de crédito y débito -que por cierto también tienen un incentivo- perderán las jugosas comisiones; (II) el hecho de que la devolución sea realizada en una cuenta en el Banco Central significa que contablemente ese dólar está en el sistema pero ya no en sus balances, sino en el BCE, lo cual siempre le resta poder de monopolizar y emitir dinero a la banca privada (no nos engañemos la banca privada emite dinero sin respaldo desde que se decretó la dolarización hace 16 años); (III) resulta peligroso para los intereses de la banca que además las grandes empresas prefieran el sistema administrado por el Banco Central, porque les resta aún más su ganancia en la intermediación. Sólo imaginemos que una de las grandes empresas para pagar a otra no pase por el sistema financiero privado sino sea realizado por el Banco Central, ese momento el poder de intermediación sería disputado con mayor fuerza.
Debemos ser vigilantes, el dinero electrónico, el dólar electrónico, debe seguir siendo un instrumento público de la política pública, solo esto permitirá crear condiciones para que las grandes masas de la población puedan acceder a la bancarización en condiciones y costos razonables. Cuidado que van por él, la privatización está en el horizonte cercano, camuflado como una supuesta «ayuda en la administración» del sistema.