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El pensamiento binario y la protesta social ecuatoriana

Fuentes: Rebelión

El presente documento no pretende ser un trabajo académico y debe ser considerado básicamente un texto propuesto para la discusión y el intercambio de ideas.

Desde Aristóteles hasta Bertrand Russell, y desde Pierce hasta la programación cibernética, ha sido una idea poco discutida que los sistemas lógicos humanos son binarios. Las cosas son ¨si¨ o ¨no¨ y esa ha sido la base de los métodos lógicos durante los últimos tres mil años. Esto por lo menos desde aquellas disciplinas que pretenden explicar los fenómenos derivados de los entes (objetos). Sin embargo, esto es insuficiente en lo que concierne a aquellos fenómenos derivados del ¨ser¨ (es decir de las personas). En efecto los sistemas humanos de comunicación, y las interacciones sociales derivadas de los mismos, son inmensamente complejas, y escapan a las posibilidades del ordenamiento binario.

Con todo, parece haber una tendencia en la mente de los sujetos para organizar las cosas a través de pares antagónicos. Los aportes semiológicos de Greimas, y principalmente los estudios de antropología estructural de Claude Levi Strauss nos hacen pensar que las sociedades tienden a explicar el mundo a través de sistemas de pares opuestos. De modo que las diferentes culturas parecen tener en común sistemas de valores que derivan de ideas antagónicas: -Esto es ¨bueno¨, aquello ¨malo¨, esto es ¨sacro¨ y aquello ¨profano¨, este principio ha sido bien teorizado por la antropología estructuralista.

La tendencia, casi predecible, que tienen nuestras sociedades de simplificar y entender fenómenos complejos a través de sistemas de pares opuestos parece una idea simple y trivial, y en cierto modo lo es, pero para algunos de los más importantes teóricos sociales, este fenómeno es en si mismo la base de la política. En efecto Carl Schmitt definiría la política como una confrontación, no militar, entre ¨amigos¨ y ¨enemigos¨. Sí, otra vez el ordenamiento binario, y este explicando los elementos básicos de la conceptualización misma de la política. Las realidad de las interacciones sociales es, sin embargo, altamente compleja, y requiere una aproximación igualmente compleja para el entendimiento de sus fenómenos, la tendencia a la simplificación binaria es, una realidad recurrente pero no siempre feliz.

Cuando los actores sociales se mueven como entes colectivos suelen ser especialmente vulnerables a la hora de leer los procesos políticos desde divisiones dicotómicas binarias. El caso ecuatoriano, por ejemplo, ha incurrido en esta tendencia constantemente. Tomemos la muestra de las movilizaciones sociales que tuvieron distintos tipos de relaciones con la caída de varios presidentes ecuatorianos, y revisemos como ese notable capital de movilización ha sido aprovechado para legitimar futuros líderes políticos. La experiencia habla por si sola:

– En 1997, las fuerzas políticas antagónicas a Bucarán lograron sacarlo del poder. Sin embargo estos hechos fueron legitimados por fuertes movilizaciones colectivas. Uno de los líderes visibles de estas protestas fue el entonces alcalde de Quito, Jamil Mahuad, quien hábilmente capitalizó esa coyuntura de desborde social a su favor. De este modo:

Abdalá Bucarán ¨malo¨ – Jamil Mahuad ¨ bueno¨.

Así se entendieron las cosas en su momento, y de hecho en la siguientes elecciones presidenciales Jamil Mahuad Ganaría los comicios. Ahora bien, es perfectamente conocido que Mahuad acepó dinero de varios banqueros en su campaña, y luego se vio obligado a proteger sus intereses durante la crisis financiera de 1999 – 2000. Tampoco necesita explicarse nuevamente que varios de los movimientos sociales más fuertes de su tiempo iniciaron un agresivo proceso de movilizaciones sociales que terminaría con su derrocamiento en enero del 2000. En ese entonces los rostros visibles de los desbordes sociales fueron las dirigencias indígenas representadas por Antonio Vargas, y un grupo de coroneles insurrectos representados por Lucio Gutiérrez. De modo que, una vez más, el proceso fue asimilado de la siguiente manera:

Jamil Mahuad ¨malo¨ – Coronel insurrecto Lucio Gutiérrez ¨ bueno¨.

Habiendo capitalizado el importante impulso generado desde las protestas contra Mahuad, y adjudicándose a si mismo los discursos de los principales movimientos sociales, Lucio Gutiérrez llegaría al poder en enero del 2003. Los votantes ecuatorianos no fueron los únicos que sucumbieron ante esta perspectiva binaria de identificación de un sujeto dicotómico negativo (Es decir Mahuad y su crisis bancaria), sino que incluso algunos intelectuales de algún renombre fueron abiertamente seducidos por este nuevo líder. Así pues el economista alemán Heinz Dietrich publicaría ¨La Cuarta Vía al Poder¨ (2000), un documento que explicaban las razones por las cuales el autor pensaba que Mahuad, y sus predecesores eran malos, y los insurrectos del 21 de abril del 2000 debían ser necesariamente buenos.

Es bien conocido, sin embargo, que Gutiérrez estaba poco interesado en continuar los discursos vinculados a las demandas de los movimientos sociales como había prometido en su campaña. Su gobierno se caracterizó por el nepotismo, y las denuncias de corrupción. Sin embargo uno de los actos más polémicos de este gobernante fue la destitución de la corte suprema de justicia, a través de su mayoría en el congreso, y el establecimiento de una peculiar nueva corte conformada enteramente por militantes de su propio partido político.

Un nuevo desborde esta vez de corte ¨ ciudadano¨ (pues los movimientos sociales habían sufrido un importante desgaste por causa de haber apoyado a Gutiérrez al principio de su gobierno) lideró una serie de intensas movilizaciones que terminaron con el derrocamiento del gobernante en abril del 2005. Los grupos que se congregaron para protestar contra ese gobierno (principalmente moradores del norte de Quito) se autodefinieron como ¨forajidos¨ y eran, esencialmente, actores urbanos de clase media. Este micro ciclo de protestas fue auto asumido como un movimiento ciudadano. Y aquí vamos de nuevo:

Lucio Gutiérrez ¨malo¨ – Forajidos ¨buenos¨

Varios de los líderes de las ONGs que habían azuzado las protestas contra Gutiérrez solicitaron que el profesor universitario Rafael Correa, sea investido como ministro de economía en el gobierno de quien fuera vicepresidente de Gutiérrez, es decir Gustavo Palacio. Rafael Correa se autodefinió como ¨forajido¨ y capitalizó el origen ¨ciudadano¨ protestas en contra del presidente derrocado sentando las bases para su propio movimiento político, el cual debía basarse en una ¨revolución ciudadana¨.

Lucio Gutiérrez ¨malo¨ – Forajidos ¨buenos¨, Rafael Correa es ¨forajido¨, por lo tanto es bueno.

Pero Correa fue más allá y explotó de manera muy efectiva este tipo de entendimiento binario de la realidad social, proponiendo su propio esquema:

Partidocracia (representación democrática a partir de partidos instituidos) ¨mala¨ – Revolución Ciudadana ¨buena¨.

Desde luego el Gobierno de Rafaél Correa Delgado, como cualquier otro, ha demostrado ser susceptible de crítica. Este ha generado instituciones que disciplinan todos los elementos de la esfera pública (medios de comunicación, sociedad civil, y actores generadores de opinión informada -universidades-); ha subordinado las otras funciones del estado a la rama ejecutiva; ha profundizado la dependencia de la economía nacional en dimensiones extractivitas derivadas de la minería y el petróleo; y ha sido notablemente efectivo a la hora de censurar y silenciar a sus críticos, incluyendo asambleístas en ejercicio de funciones. Se esperaría que las críticas surgidas ante este sistema de cosas adquieran la complejidad necesaria para proponer aportes que delineen una o varias opciones a aquellos elementos reconocidos como conflictivos. Se esperaría que superen los esquemas simplificados binarios. Es decir, sería verdaderamente lamentable que se pretenda embestir, una vez más, a un actor dicotómico ¨bueno¨ para presentarlo como la opción a la compleja interacción de circunstancias que ha definido el actual proceso político, al que se busca entender como ¨malo.

Frente a al poco discutible escenario de una burocracia disciplinaria impuesto por el proceso de la revolución ciudadana, ha sido posible mirar los desesperados intentos de los grupos antagónicos al gobierno en buscar algún actor que pueda funcionar como referente dicotómico. El asunto, sin embargo, ha sido más complicado, esta vez, por las siguientes razones:

1. Los partidos políticos tradicionales han sufrido un definitivo proceso de deterioro hasta el punto de haber sido incapaces de presentar una representación mínima en la conformación de la Asamblea Nacional.

2. Los movimientos sociales históricos han visto erosionar las relaciones entre las dirigencias y sus bases y han demostrado ser incapaces de generar movilizaciones sociales importantes.

3. El grueso de actores civiles tradicionalmente vinculados a fundaciones y ONGs han visto en el gigantesco aparato institucional un espacio para ejercer empleos bien remunerados, como funcionarios de nivel medio y alto, o como técnicos bajo contrato.

4. El discurso oficial ha sido mediatizado de manera masiva a travez de contundentes estrategias mediáticas.

Es por eso que iniciativas suigeneris (aunque no necesariamente exitosas) como aquella que buscaba que se detenga la explotación de los campos petroleros en el parque nacional Yasuni han sido vistos por algunas personas como un elemento clave para poder conseguir el próximo actor dicotómico importante. Estos grupos, conocidos como los yasunidos, han sido liderados por directivos de ONGs ambientalistas, los cuales en su mayoría (sino todos) fueron entusiastas seguidores del régimen de la revolución ciudadana (entre ellos se puede encontrar a a varios antiguos asesores oficialistas del proceso de Montecristi, y más de un ex asambleísta del PAIS durante ese proceso, les ha demostrado su apoyo). Llama la atención el caso del vocero de los yasunidos Pedro Bermeo quien afirmaría públicamente en una entrevista, que él ha sido un entusiasta seguidor de la revolución ciudadana, hasta que el gobierno decidió interrumpir la iniciativa Yasuni ITT. Lo que quiere decir que su marco de crítica se limita dramáticamente al asumir haber estado ¨de acuerdo¨ en todas las situaciones conflictivas distintas al tema yasuní.

Al final, ya sea que el movimiento ecologista de los autodefinidos ¨ yasunidos¨ pueda articular en sí mismo a varias otras demandas y a diversos actores inconformes, o ya sea que se encuentre un nuevo actor dicotómico, la verdad es que la continuidad de un proceso binario de entendimiento de lo social no sería realmente algo positivo. Este tipo de procesos no harían más que frenar la posibilidad de tratar los elementos conflictivos de el contexto político actual de una manera mucho más compleja superando el esquema de dicotomías binarias y simplificantes.

En otras palabras, sería verdaderamente lamentable que varios de los elementos más problemáticos en los que ha incurrido el proyecto de la revolución ciudadana (a saber: sometimiento de las otras funciones del estado a la rama ejecutiva; colonización de la esfera pública -prensa, sociedad civil, universidades-; silenciamiento de actores críticos; persecución de actores políticos antagónicos; profundización de la dependencia de una economía primaria; liderazgo personalista e indefinido, etc), sea simplificado y reducido una vez más a un esquema como este:

Rafaél Correa ¨malo¨ – Yasunidos ¨buenos¨

Es absolutamente imperiosa la necesidad de un proceso de crítico, complejo y organizado que pueda superar las tendencias binarias y simplificantes que tradicionalmente han imperado en el caso ecuatoriano.

No se si me hago entender.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.