Queda prohibido no sonreír a los problemas,
No luchar por lo que quieres,
Abandonarlo todo por miedo,
No convertir en realidad tus sueños.
Nacido el 12 de julio de 1904 en Parral, Chile, con el nombre de Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, conocido como Pablo Neruda, pese a haber llevado una existencia de viajero incansable, siempre se sintió enraizado a su tierra chilena.
Vivió desde joven la vocación literaria, aunque no tuvo el apoyo familiar, y para evitar los problemas derivados del rechazo de su padre hacia esa profesión, adoptó el seudónimo por el que es conocido.
Al abandonar los estudios de profesor de francés, su padre le retira toda ayuda económica y Neruda, motivado por los problemas de dinero y su interés por la política, se vuelca a desarrollar una carrera diplomática.
En distintas etapas de su vida ejerció como cónsul en Birmania, Ceilán, Java, Singapur, Argentina, España y Méjico. Además visitó París, China, la Unión Soviética y Cuba.
La abrumadora personalidad de este hombre de credo marxista, pues era miembro del Partido Comunista de Chile, fue siempre resuelta y tenaz hasta el sacrificio por todo aquello en lo que creía, y retumba en su obra con un aliento vital, que apenas deja entrever las muchas tribulaciones y las horas sombrías por las que hubo de atravesar.
Para algunos que lo conocieron, Pablo Neruda gozó del carisma excepcional de los elegidos, cuando la palabra ejemplaridad es un sello en la frente; pero para la mayoría de los lectores que nunca gozaron de la fortuna de estrechar su mano o recibir de él un abrazo, el poeta será siempre aquel personaje tímido, e invisible que se ocultaba tras el horizonte, y en sus lindos poemas de amor.
Gabriel García Márquez lo recordó moviéndose entre la gente como un elefante inválido, “con un interés infantil en el mecanismo interno de cada cosa, pues el mundo le parecía un inmenso juguete de cuerda con el cual se inventaba la vida”.
En 1971, al ganar el Premio Nobel de Literatura, en su discurso manifiesta su compromiso con la lucha del pueblo y su fe en el porvenir y en la victoria:
“Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y, antes de reiterar la adoración hacia el individuo como sol central del sistema, preferí entregar con humildad mi servicio a un considerable ejército que a trechos puede equivocarse, pero que camina sin descanso y avanza cada día enfrentándose tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impacientes. Porque creo que mis deberes de poeta no sólo me indicaban la fraternidad con la rosa y la simetría, con el exaltado amor y con la nostalgia infinita, sino también con las ásperas tareas humanas que incorporé a mi poesía. …Así la poesía no habrá cantado en vano”.
Su última aparición en público fue el 5 de diciembre de 1972, donde el pueblo chileno realizó un homenaje al bardo en el Estadio Nacional.
Dos meses después, en febrero de 1973, por razones de salud, renuncia a su cargo de embajador en Francia. Después del golpe militar del 11 de septiembre de ese mismo año, su salud se agrava y el 19 es trasladado de urgencia desde su casa de Isla Negra a Santiago, donde muere debido a un cáncer de próstata el 23 de septiembre a las 22.30 en la Clínica Santa María.
Desaparecía así, el que una vez fue llamado «el más grande poeta del siglo XX, en cualquier idioma».
Fuente: http://www.radiosurco.icrt.cu/el-peregrino-tenaz-pablo-neruda/47300/