El ex militar argentino J. A. Poch calificaba de «terroristas de izquierda» a las víctimas de sus aviones ante sus compañeros
Julio Alberto Poch, a la izquierda, en la época en que pilotó algunos «vuelos de la muerte».
Eran «terroristas de izquierda» y había que «arrojarlos al mar». Bajo esa justificación admitía Julio Alberto Poch su participación como piloto militar en los vuelos de la muerte de la dictadura argentina. Se lo contaba a los compañeros de su nuevo trabajo como piloto de la aerolínea comercial holandesa Transavia.com. Pero las revelaciones de estos crímenes le han costado caras al ex teniente de fragata argentino. Anteayer, poco después de que aterrizara en Manises el avión que él mismo pilotaba desde Amsterdam, Julio Alberto Poch fue detenido por la policía nacional.
La orden de detención la cursó el juez argentino Sergio Torres, del Juzgado Federal Nº12, después de haber recopilado en Holanda varios testimonios que vinculaban a Poch con los vuelos de la muerte, en los que miles de prisioneros fueron arrojados al mar desde aviones militares argentinos entre 1976 y 1983. Según un extracto del informe del magistrado, facilitado ayer a Levante-EMVpor la Corte Suprema Argentina, un piloto de la misma aerolínea de Poch aseguró en la ciudad de Amestelveen que el represor «exactamente me dijo que en su avión se echaba por la borda personas con vida con el fin de ejecutarlas» y justificó esas prácticas sosteniendo que «se trataba de terroristas».
Otro piloto relató al juez Torres que Poch «defendía el hecho de haber arrojado gente al mar». Su comportamiento -matizó- era «impresionante». «Él todavía defiende sus argumentos tras pasar treinta años. Cree que tiene razón. Lo veo en su cara, en su ferocidad. Habla de terroristas de izquierda», dijo el testigo. Es más: se justificaba alegando que aquello «era una guerra» y que las víctimas «habían sido drogadas previamente», tras lo cual añadía que «los familiares no se deben quejar porque sabían que sus hijos y sus esposos eran terroristas».
Los testimonios sobre la crudeza de Poch van todavía más lejos. Un copiloto de la compañía aérea Transavia.com, que había compartido con el detenido un vuelo de larga distancia, trasladó al juez que el supuesto represor sostuvo que los dirigentes de la dictadura argentina «deberían haber matado a todos». Otro testigo recuerda cómo Poch le confesó que «durante el periodo de su servicio como piloto del régimen de Videla, él realizó vuelos regulares desde los cuales grupos de personas eran arrojadas de su avión al mar», y que «el objetivo de esos vuelos era matar y deshacerse de los terroristas en Argentina».
«Poch todavía está de acuerdo con las cosas que hizo y cree que hizo lo justo. Nos dio la impresión de que no fue forzado a hacerlo y que puede vivir con eso sin problemas emocionales», añadió el testigo. En todo caso, precisó el mismo confidente, el detenido «debe haber tenido cierta responsabilidad a bordo de un avión militar, ya que cuando uno vuela con personas a bordo la responsabilidad es del piloto».
Cuestiones morales y judiciales aparte, las conversaciones de Poch con sus compañeros de Transavia.com reflejan una convicción de impunidad que ahora se ha demostrado del todo imprudente para un prófugo de la justicia.
La temeridad del piloto argentino, afincado en Holanda desde los años 80, llegaba hasta el hecho de haberse creado su propio perfil en Facebook, la red social más popular de internet. En esa página, Poch se identifica con su nombre y apellido real. Cuenta que nació un 20 de febrero (no especifica de qué año), que vive en la ciudad holandesa de Alkmaar, que está casado, que tiene una hija llamada Mariana y que, a través de Facebook, busca amistades y contactos profesionales. También explica que es empleado de la aerolínea holandesa Transavia y que estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires en los años setenta.
El Juzgado de Instrucción número 2 de Quart de Poblet acordó ayer el ingreso en prisión provisional y sin fianza de Julio Alberto Poch, piloto de origen argentino detenido anteayer en el aeropuerto de Manises por su presunta participación en los vuelos de la muerte de la dictadura argentina. El piloto, que trabajaba en la actualidad como comandante de avión para la aerolínea comercial holandesa Transavia.com, fue arrestado durante una escala de 40 minutos en Manises antes de regresar a Amsterdam a los mandos de un avión de pasajeros.
Tras prestar declaración ante la juez, el piloto de origen argentino y nacionalidad holandesa fue trasladado ayer a la cárcel de Picassent. El Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional será el encargado de tramitar el expediente de extradición que han solicitado las autoridades argentinas. De hecho, a Julio Alberto Poch se le imputa en cuatro procesos penales que investigan hechos acaecidos entre 1976 y 1983 en Argentina en los que hubo más de mil víctimas, según la policía. En aquella época, Poch era teniente de fragata y aviador naval en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, la mayor cárcel clandestina instalada durante la dictadura.
La detención de este prófugo de la justicia argentina se produjo tras arduas pesquisas del Grupo de Localización de Fugitivos de la policía española, con la colaboración de agentes de la Comunitat Valenciana e informaciones procedentes de la Agencia Tributaria. Tras confirmar algunos datos a través de Interpol, la investigación policial averiguó que Julio Alberto Poch pilotaba con relativa frecuencia el vuelo Schipol-Manises-Schipol para la compañía aérea Transavia.com.
De este modo, la policía nacional preparó la captura llevada a cabo el martes por la tarde, poco después de que el avión pilotado por Poch aterrizase sobre la pista de Manises. Hasta tal punto estaba dispuesto el operativo policial que se había previsto un nuevo comandante con antelación para que pilotase el vuelo, que salió con retraso.
Por otro lado, el Gobierno de Argentina elogió ayer el «empeño y la diligencia» de la justicia del país, y alabó la colaboración de Holanda y España para lograr la captura.