Los indultos del gobierno de Nicolás Maduro a políticos opositores tienen objetivo doble: por un lado intentan drenar la presión internacional y, por el otro, colaboran en la reconfiguración de la oposición, ante el declive incontenible de Guaidó y -por lo tanto- el fracaso de la estrategia del Departamento de Estado de Estados Unidos para Venezuela en el plano político.
El gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela cumplió con el último de los acuerdos asumidos con los sectores opositores en la Mesa de Diálogo Nacional y con los facilitadores externos y otorgó indultos y ceses de acciones penales para más de 100 opositores, 23 de ellos diputados de la Asamblea Nacional.
El ministro de Comunicación e Información y cabeza de la estrategia del gobierno en el Diálogo Nacional, Jorge Rodríguez, encabezó la primera rueda de prensa en el Palacio de Miraflores desde el comienzo de las restricciones por la COVID-19 para defender la medida y ponerla en contexto.
“Nuestra intención es que aprovechemos esta oportunidad para que el próximo 6 de diciembre demostremos al mundo la solidez de la democracia venezolana”, dijo Rodríguez. Para los comicios parlamentarios del 6 de diciembre ya hay inscriptas 107 organizaciones políticas. Los indultos anunciados el último día de agosto pueden otorgarle a estos comicios más reconocimiento internacional, acentuando las diferencias sobre el caso Venezuela entre la Unión Europea y los Estados Unidos.
El “canciller” europeo, Josep Borrell, saludó las medidas a favor de los opositores y dijo en Twitter que son “una buena noticia y una condición sine qua non para seguir avanzando en la organización de unas elecciones libres, inclusivas y transparentes”.
Las elecciones van
El Consejo Nacional Electoral de Venezuela prorrogó hasta el 4 de setiembre las inscripciones. Y de acá al jueves se esperan novedades. Se presume que varios de los diputados indultados podrían ser candidatos, especialmente los del partido Primero Justicia, que esperan la señal del referente opositor Henrique Capriles, quien viene preparando la cancha para anunciar la participación de su sector en las parlamentarias.
En las últimas semanas se diferenció varias veces de la estrategia Guaidó, y es un secreto a voces que abandonará ese causa que, por cierto, nunca militó con demasiada convicción.
La presencia del “caprilismo” en las parlamentarias de diciembre, es el tiro de gracia para la moribunda estrategia Guaidó, que nunca se recuperó del plan de irrupción en las fronteras el 23 de febrero de 2019 y del intento de golpe de Estado el 30 de abril de ese mismo año.
En lo que parece ser un intento final por sostener a Guaidó (¿o por frenar la irrupción de nuevos liderazgos algo más independientes que que el del neófito?) el “embajador” de Estados Unidos para Venezuela, James Story, dijo que “este es el momento de unir esfuerzos. Solo la unidad en torno a los legítimos poderes garantiza la presión y el apoyo internacionales. El proyecto que tiene el presidente Guaidó lo apoyamos por completo”.
Story le dijo a Capriles: «Yo creo que no deberían venderse barato. Las elecciones son una farsa. Lo que sugiero es que nadie se venda barato”, declaraciones que fueron repudiadas por referentes cercanos al caprilismo, que se mantuvieron en silencio durante el experimento Guaidó, como el ex coordinador de la extinta Mesa de la Unidad Democrática, José “Chuo” Torrealba.
Torrealba fue la cara visible de la oposición durante el intento de activar el referéndum revocatorio durante el primer mandato de Nicolás Maduro. Un plan que fracasó en buena medida porque la misma dirigencia opositora no se entusiasmó lo suficiente con el intento, pero que, en definitiva, era una estrategia basada en medir fuerzas en elecciones.
Tras aquella estrategia, primaron en la oposición los sectores que, en una realidad paralela, se convencieron que representaban a la inmensa mayoría del país y llegaron las protestas violentas con acciones terroristas incluidas, en 2017, y el experimento Guaidó, desde 2019 hasta ahora.
El mismo Capriles apañó aquellas protestas al principio, cuando eran masivas, y se apartó discretamente, cuando con el correr de las semanas se volvieron más pequeñas y más violentas.
¿Será esta la etapa de la aparición de un liderazgo más inteligente en la oposición? ¿Servirá para desactivar los planes de intervención directa de Estados Unidos, o incluso para alivianar el bloqueo comercial y financiero contra Venezuela? Es temprano para avivar esperanzas en ese sentido, especialmente porque las acechanzas son muchas.
La primera amenaza es la oposición misma, que ha demostrado en varias oportunidades su adscripción, a la larga, a las aventuras estilo armada Brancaleone, para intentar desalojar al presidente Maduro de Miraflores. La segunda es Estados Unidos, y las tentaciones bastante explícitas de convertir a Venezuela en la sorpresa de octubre para inclinar las elecciones presidenciales de noviembre a favor de Donald Trump.
*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTv en Venezuela. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)