Henry Morgenthau fue Secretario del Tesoro de Estados Unidos. En 1944 propuso un plan para debilitar para siempre a Alemania después de la Segunda Guerra Mundial eliminando su industria y eliminando o destruyendo todas las demás industrias claves básicas que respaldan la fuerza militar. La idea básica de su plan era convertir a Alemania en un país de campesinos.
Henry Kissinger en su libro Diplomacia reconoce que la Alianza de los Tres Emperadores en las últimas décadas del siglo XIX inmovilizó la agresiva expansión británica en todo el mundo. Fue la época de mayor crecimiento científico, porque la ambición británica se extendía desde Europa hasta el Lejano Oriente. Aquella época de paz fue la de mayor crecimiento científico, económico y artístico en toda Europa, por lo que se recuerda como La Belle Époque. El punto débil de aquella alianza de emperadores estaba en los Balcanes, donde el imperio otomano retrocedía y Serbia y Austria se disputaban los restos.
Rusia estaba aliada con Serbia y Alemania con Austria. Rusia y Alemania eran justo las principales potencias emergentes que rivalizaban con Gran Bretaña. En Londres vieron una oportunidad de que esos dos adversarios se destruyesen mutuamente. Gran Bretaña financió una organización terrorista serbia conocida como la Mano negra.
A esta organización terrorista pertenecía Danilo Princep, el asesino del archiduque heredero del trono de Austria. Princep se jactaba públicamente en Belgrado de su hazaña asesina, una jactancia permitida por el Gobierno serbio. Un comportamiento que provocó un ultimátum austriaco que exigía al Gobierno serbio el arresto y la entrega de Princep para ser juzgado en un tribunal austríaco. Cuando el Gobierno serbio accedió, por fin, a la petición de Viena ya había comenzado una secuencia de reacciones estúpidas por parte de dos emperadores débiles de mente que encima de tener intereses comunes como emperadores eran primos cercanos, ambos eran nietos de la emperatriz británica Victoria, Guillermo II en Alemania y Nicolás II en Rusia. El terrorismo financiado por Londres es la causa primaria de la hecatombe de la generación juvenil con la cultura más brillante de la historia europea. Al final de la Primera Guerra Mundial todos los emperadores habían perdido sus tronos y habían muerto millones de soldados en todos los bandos. La propaganda anglosajona culpaba a Alemania de la guerra y por eso se le impuso un punitivo Tratado de Versalles que aseguraba no sólo un desquite alemán, sino también una recesión económica mundial vaticinada por el economista inglés John Maynard Keynes.
Desde las teorías de McKinder sobre la unión de la masa euroasiática como centro de supremacía gravitacional, los anglosajones están preocupados porque puede surgir una complementación económica entre Alemania y Rusia.
De hecho, la supremacía industrial europea se basó en la ventaja de una provisión de energía barata proporcionada por el gas proveniente de Rusia que llegaba a Europa por Alemania. La estrategia de Washington es sabotear esa ventaja europea de una fuente barata de energía rusa para sustituirla por gas licuado estadounidense que el transporte a través del Atlántico hace mucho más caro. El objetivo de Washington parece ser el de crear tal caos económico en Europa que las industrias europeas se vean obligadas a abandonar Europa e instalarse en Estados Unidos. La Comisión Europea parece el cómplice necesario para arruinar a Europa y afirmar el sometimiento de Europa a la voluntad de Washington.
El pastor que cuida el rebaño sólo conduce a las ovejas para enriquecer a su patrón.
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