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Miren Etxezarreta imparte el cuarto taller de la Academia de Pensamiento Crítico organizada por Socialismo 21 y El Viejo Topo

«El problema de la deuda española no es de la sociedad sino de los bancos»

Fuentes: Rebelión

El ciudadano mínimamente atento a los medios de comunicación podría concluir que el Estado Español sufre una crisis crónica de endeudamiento, de la que sólo se saldría con austeridad y terapias de choque. La Catedrática Emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona, Miren Etxezarreta, critica este alarmismo y ha resaltado que el problema de la […]

El ciudadano mínimamente atento a los medios de comunicación podría concluir que el Estado Español sufre una crisis crónica de endeudamiento, de la que sólo se saldría con austeridad y terapias de choque. La Catedrática Emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona, Miren Etxezarreta, critica este alarmismo y ha resaltado que el problema de la deuda española «no es de los ciudadanos, sino fundamentalmente de los bancos».

La coautora de los libros «Qué pensiones qué futuro» y «Crítica a la economía ortodoxa», además de colaboradora del diario Público y del Seminario de Economía Crítica Taifa, ha dedicado su intervención en el cuarto taller de la Academia de Pensamiento Crítico, organizada por Socialismo 21 y El Viejo Topo, a desmontar algunas de las «falacias» que la ortodoxia impone en la actual crisis. Muchas de ellas, en relación con los problemas generados por el endeudamiento.

De entrada, se repite hasta la saciedad que el Estado Español ha de afrontar una grave crisis de su deuda soberana, cuando la tasa de endeudamiento público se sitúa en torno al 66% del PIB. A juicio de Etxezarreta, «no es muy elevada», más aún si se compara con el 200% de Japón (aunque casi toda financiada con ahorro interno), el 73% de Alemania, el 76% de Francia o la media del 84% en la zona Euro. Además, ha agregado la economista, «la mitad de la deuda pública española está financiada con capital interno».

¿Dónde radica, entonces, el quid de la cuestión? En el endeudamiento privado y, sobre todo, en la deuda exterior, que se sitúa en el 167% del PIB. «Las empresas españolas han importado más de lo que han exportado; pero, sobre todo, con la burbuja inmobiliaria, la banca pidió créditos al exterior para a su vez conceder préstamos al sector de la construcción; ¿por qué hemos de pagar ahora los ciudadanos esa deuda? No es nuestra, sino fundamentalmente de los bancos», ha insistido Etxezarreta.

Es más, la deuda externa española (167%) se halla en el mismo nivel que la griega o la alemana, y muy por debajo de la de Reino Unido (413%). Ahora bien, la economía española presenta una dificultad añadida de la que se habla poco en relación con el endeudamiento: la debilidad del sistema productivo. «Los que nos prestan el dinero saben que nuestra economía real tiene problemas muy serios, que actualmente sólo generan valor el turismo y los automóviles; es la resaca de la burbuja inmobiliaria; otros países como Francia o Bélgica, afrontan con más facilidad su endeudamiento exterior porque conservan un sistema productivo más potente».

Otro mito en relación con el déficit y la deuda pública. Resulta de sentido común que cuando llega la crisis (a España, en el segundo semestre de 2007), caen los ingresos del estado como consecuencia del descenso de la actividad económica. Pero, ¿Qué se oculta tras esta realidad de Perogrullo? Las reformas fiscales que desde principios de los 80 se han acometido en todo el mundo, también en España, y que han vaciado al estado de recursos.

Miren Etxezarreta recuerda que la reforma fiscal de Fernández Ordóñez en 1977 -«importante y necesaria»- situó el tipo más elevado del IRPF en el 66%. En 2006, las rentas más altas pagaban el 42% en concepto de impuesto sobre la renta. Los efectos de las contrarreformas fiscales se visualizan poco mientras perdura el boom inmobiliario, pero con la crisis se hace patente la mengua de los ingresos estatales, y aumenta el déficit. En paralelo, señala la economista, se crearon figuras impositivas especiales para fondos de inversión o SICAV (sociedades en las que los más ricos guardan sus capitales). Así se explica en buena medida que el superávit del 1% en 2007 se tornara en un déficit público del 11,4% en 2009.

También se habla frecuentemente de «rescatar» el sistema financiero. Otra falsedad, según la profesora emérita de la UAB. «Desde el inicio de la crisis el estado ha proporcionado un apoyo masivo a bancos y cajas de ahorro; se dice que hay que salvar el sistema financiero; si fuera así, sería razonable; considero que en el marco económico vigente hacen falta entidades financieras; pero la cuestión es que se salva realmente a los propietarios de los bancos, y aquí está la trampa». «Hay otras medidas, como la creación de una banca pública, que ni siquiera se han considerado», concluye la docente.

Otro de los tópicos que ha hecho fortuna es la reducción a caricatura de los ciudadanos de la periferia europea. Si no fuera suficiente con la sigla PIGS (en referencia a Portugal, Italia, Grecia y España), Merkel y la prensa alemana dibujan el estereotipo del laborioso obrero alemán que con sus impuestos financia el buen vivir de los países del sur. Esto legitima para exigir planes de austeridad que garanticen el pago de las deudas contraídas con los bancos alemanes. Según Miren Etxezarreta, «así se oculta que los trabajadores germanos llevan una década soportando reducciones salariales y pérdidas de poder adquisitivo».

En 2010 Rodríguez Zapatero anuncia severas medidas de ajuste en torno a tres ejes, y con la crisis de la deuda soberana como trasfondo. Se trata de aplicar un recorte presupuestario de 50.000 millones de euros en tres años y dos reformas leoninas: una laboral y otra del sistema público de pensiones. «Pero sólo la primera tiene relación con la deuda y, además, son medidas que en ningún caso se plantean como objetivo la creación de empleo», apunta la economista, quien añade que estamos «ante un proceso de contrarreformas y recorte de derechos que continúa hasta hoy».

Uno de los últimos hitos en la escalada al paraíso neoliberal lo constituye la negociación colectiva. «Nos la venden como modernización y flexibilidad, pero cuando oigamos estos palabros hemos de salir corriendo; lo que intentan es fijar unos mínimos a nivel estatal y el resto de los convenios, negociarlos en las empresas; esto, en un país con muchísimas empresas de entre 2 y 15 trabajadores, es gravísimo ya que los trabajadores no cuentan con fuerza para negociar», destaca Miren Etxezarreta.

Al final, «la economía es realmente simple», asegura. «Otra cosa es la jerga que emplean los gurús». Y los mitos interesados. Como el de que no hay dinero para poner en circulación y reactivar la economía. España produce al año el doble que en 1977 mientras que la población ha crecido un 25%. Por tanto, sí hay dinero disponible, pero ¿Dónde está? «En el capital financiero», responde la docente. «Hay más millones que nunca; el gran problema es cómo se distribuye la renta nacional; está muy mal repartida; y de esto tampoco se habla».

Las cumbres europeas tampoco representan ninguna alternativa. Según la catedrática de Economía Aplicada, «se han convertido en una algarabía en las que no se resuelve nada; podrían haberse adoptado medidas como la compra masiva de bonos de deuda pública por parte del Banco Central Europeo (BCE) o la emisión de eurobonos para frenar la especulación; pero no existe el menor interés en que la UE funcione como colectivo, y en que los países más poderosos apoyen a la periferia de Europa».

Hay situaciones, además, que suponen «el colmo del surrealismo». Como cuando el Banco Central Europeo presta 200.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional, para que a su vez se los preste a los países de la zona euro; o cuando el BCE no puede otorgar créditos a los países, pero sí a los bancos privados, que los suscriben a un interés del 1% y emplean estos fondos en la compra de títulos de deuda española a intereses del 4-5% o de bonos griegos al 8%. En conclusión, subraya Etxezarreta, «hay un diseño muy claro para destruir las condiciones de vida que habíamos construido tras las luchas de generaciones de trabajadores; y todo para el lucro de una cúpula muy pequeña, que quiere mantener a toda costa su tasa de beneficios».

Así las cosas, la respuesta se ubica en el campo de la política. Miren Etxezarreta opina que a los problemas del capitalismo actual, «no debemos responder con fórmulas tradicionales; vivimos una etapa de transición en los modos de hacer política y es necesario inventar fórmulas nuevas, como el 15-M; sin embargo, esto no resulta fácil pues llevamos más de 40 años de derrotas». «Deberíamos confiar en el magma de pequeños grupos, que coexisten en su diversidad y que se han mostrado capaces de organizar grandes movilizaciones como las del 15 de octubre». En la riqueza de los pequeños grupos y su modo de funcionar alternativo, sin cúpulas ni verticalidad jerárquica, cabe albergar un motivo de esperanza. Muy necesario, porque -concluye la economista- «la lucha de clases no ha terminado».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.