Riesgos hay siempre y recesiones también, es algo tan seguro como los impuestos. Tendremos una en los próximos años y Europa es especialmente vulnerable. Italia ya está en recesión técnica desde el segundo semestre de 2018 y Alemania se escapó por poco, pero redujo sus expectativas de crecimiento en cerca de un 1% en 2019 […]
Riesgos hay siempre y recesiones también, es algo tan seguro como los impuestos. Tendremos una en los próximos años y Europa es especialmente vulnerable. Italia ya está en recesión técnica desde el segundo semestre de 2018 y Alemania se escapó por poco, pero redujo sus expectativas de crecimiento en cerca de un 1% en 2019 y andará cerca -si no hay ninguna sorpresa. El mundo financiero está con miedo: el índice de las principales cotizaciones de S&P cayó un 14% en el último trimestre de 2018. Sin embargo, las autoridades económicas se comportan como si quisieran una sorpresa.
Un Trump por libre
Con el proteccionismo, Trump empezó a romper alguna de las promesas de la globalización, especialmente, las que exploraban las debilidades del sistema productivo de su país, incluso fuera cierto que no tenía alternativa.
Pero lo más importante es que comenzó a utilizar como arma política su control del sistema de pagos internacionales, el Swift. De esta forma, obligó a las empresas europeas a desistir de firmar contratos en Irán bajo la amenaza de prohibir su acceso a la red de pagos y ahora está estrangulando Venezuela y atacando a China. Ese control es la más poderosa arma de destrucción económica del mundo. Para quedarse con el petróleo y el agua basta con controlar las transferencias internacionales como descubrió encantado Trump. El botón es suyo.
La prohibición de la ZTE china a realizar negocios con las empresas de USA, o la persecución de Huawei, que es un brazo del gobierno chino (¿y no lo son todas?), por la competencia en el mercado del 5G, muestran por donde va la guerra. China puede tomar represalias (por ejemplo, bloqueó la compra de una empresa holandesa, NXP, por parte del gigante Qualcomm) y ya tiene recursos para sustituir la tecnología importada, pero el efecto colateral es que la inversión directa extranjera mundial cayó 20% en 2018 y puede seguir siendo un factor de contracción.
Algunos economistas argumentan que incluso así, el sector en mayor expansión, el digital, salvará la economía mundial de la recesión. Están equivocados. Las ventas externas totales de las mil mayores empresas digitales estadounidenses representan alrededor del 1% de las exportaciones mundiales. La brillante Facebook tiene ventas externas iguales a las de Mondelez, una empresa media fabricante de galletas en Estados Unidos. El valor en las bolsas puede ser engañoso, Alibaba vale más que las 700 mayores empresas industriales chinas, pero por ahí empezará el susto.
Quedarse sentado
Con el brexit en la recta final, con las elecciones europeas para ser otro susto la próxima Comisión Europea, con el final del mandato de Draghi en el BCE, los riesgos políticos se acentúan en Europa. Pero los económicos no son menores. El mantenido superávit de Alemania significa que en la reducción o en recesión, las autoridades de ese país nunca abdicarán ni de los salarios bajos que sustentan estas exportaciones ni del uso de euro como elemento de subordinación de los países deficitarios. Esto es la receta del desastre. Además, con intereses tan bajos, el margen para la política monetaria es mínimo.
Esta es la contradicción: los salarios bajos (cayeron un 0,2% en Estados Unidos en 2018 y están estancados desde hace dos décadas en Alemania) limitan la demanda interna. Pero la disciplina social es más importante para quienes deciden. Quieren una recesión. Harán todo para eso y son eficaces.
Texto original en portugués: https://www.esquerda.net/opiniao/o-problema-nao-e-o-risco-e-querer-agrava-lo/59485
Traducción Viento sur